LIMA - PERÚ JUEVES 07 DE ABRIL DEL 2016
COMENTARIO EXEGÉTICO DEL LIBRO A LOS HEBREOS
Hebreos 6:9-15.
"Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecéis a la salvación, aunque hablamos así. Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa".
*** Habiendo llegado al clímax con el tema inherente a la dejadez y la apostasía, el autor cambia su disertación en forma súbita; pasando a establecer que NO SERÍAN ELLOS DE QUIENES ÉL ESTABA HABLANDO (Yo sé que con ustedes no pasa; pero con otros sí pasa), y pasa a referirles, como amados del Señor, que el ministerio en general tiene de ellos la más positiva impresión, y al nivel de andar persuadidos de la legitimidad de su fe y su permanencia en la verdad, aunque se esté hablando con una alta tonalidad. Las advertencias, en un ambiente pacífico, son dadas en un tono suave y grave; pero cuando se está llegando a los límites de la tolerancia, no se puede evitar cierto grado de reciedumbre y solemnidad en cuanto al punto, y la voz y el gesto adquieren una expresión muy distinta y singular.
*** Aquel que pesa los corazones, juzga con justicia todos los procederes, y el trabajo de amor que para con él se realiza, ¡cuánto más! El autor hace notoria toda la labor que se ha hecho en lo tocante a la obra evangelísitica y el mensaje del reino de Dios, y cómo esto se había traducido en un servicio constante a los santos, el mismo que proseguía con un ánimo singular y fraterno; algo que el autor congratula, haciendo la salvedad de que esta actitud fraterna deber ser para ellos el estándar congregacional, porque la persistencia en los valores espirituales y eternales, no son elementos desechables; sino el más firme testimonio de que Dios está operando en nosotros de un modo manifiesto.
*** Nuestra actitud constante es un testimonio exterior de la esperanza que guardamos, que nos hace ser celosos administradores de los dones que hemos recibido, y pone en nosotros el espíritu del ecónomo o mayordomo, el que tiene que rendir cuentas a su Señor. Cuando mantenemos nuestra naturaleza servicial para con toda la familia de Dios, surge en quienes nos ministraron la vida de Dios, la certeza de nuestra fe y nuestra esperanza, llenándolos de una gran satisfacción, algo de lo cual darán testimonio a otros (2Co.3:2-3; 1Ts.1:7-10).
*** La señal más notoria de la negligencia espiritual es la desidia, la total pereza espiritual que es caracterizada por la indiferencia al divino obrar, tanto en la vida personal como en la eclesial entregándonos a la tibieza, la que mece a la fe en la cuna, creyendo que la ociosidad es símbolo de paciencia ¡Por favor! La paciencia posee la cualidad de la expectativa, lo que es la carga especial de un centinela, cuyo deber es informar, advertir y alertar, desde lo alto de su otero. La fe real y la paciencia dinámica, son los elementos que testifican nuestra condición de peregrinos, de buscadores en el horizonte espiritual del cumplimiento de la promesa divinal.
*** Hecha la promesa a Abraham, no hallando más asidero real que la confiabilidad de su persona, el Padre juró por sí mismo; sellando de ese modo lo verídico de su pacto con el patriarca de la fe, expresando que: De cierto (con toda seguridad), lo bendeciría con abundancia, y llegaría a multiplicarlo tan inmensamente que requeriría el mundo entero para cubrir y sustentar a los escogidos, y el autor refiere que el patriarca la alcanzó tras esperar pacientemente (no olvidemos esto último, pues es una prioridad de la fe arrebatadora y posesiva (Ro.4:13),
"Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecéis a la salvación, aunque hablamos así. Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa".
*** Habiendo llegado al clímax con el tema inherente a la dejadez y la apostasía, el autor cambia su disertación en forma súbita; pasando a establecer que NO SERÍAN ELLOS DE QUIENES ÉL ESTABA HABLANDO (Yo sé que con ustedes no pasa; pero con otros sí pasa), y pasa a referirles, como amados del Señor, que el ministerio en general tiene de ellos la más positiva impresión, y al nivel de andar persuadidos de la legitimidad de su fe y su permanencia en la verdad, aunque se esté hablando con una alta tonalidad. Las advertencias, en un ambiente pacífico, son dadas en un tono suave y grave; pero cuando se está llegando a los límites de la tolerancia, no se puede evitar cierto grado de reciedumbre y solemnidad en cuanto al punto, y la voz y el gesto adquieren una expresión muy distinta y singular.
*** Aquel que pesa los corazones, juzga con justicia todos los procederes, y el trabajo de amor que para con él se realiza, ¡cuánto más! El autor hace notoria toda la labor que se ha hecho en lo tocante a la obra evangelísitica y el mensaje del reino de Dios, y cómo esto se había traducido en un servicio constante a los santos, el mismo que proseguía con un ánimo singular y fraterno; algo que el autor congratula, haciendo la salvedad de que esta actitud fraterna deber ser para ellos el estándar congregacional, porque la persistencia en los valores espirituales y eternales, no son elementos desechables; sino el más firme testimonio de que Dios está operando en nosotros de un modo manifiesto.
*** Nuestra actitud constante es un testimonio exterior de la esperanza que guardamos, que nos hace ser celosos administradores de los dones que hemos recibido, y pone en nosotros el espíritu del ecónomo o mayordomo, el que tiene que rendir cuentas a su Señor. Cuando mantenemos nuestra naturaleza servicial para con toda la familia de Dios, surge en quienes nos ministraron la vida de Dios, la certeza de nuestra fe y nuestra esperanza, llenándolos de una gran satisfacción, algo de lo cual darán testimonio a otros (2Co.3:2-3; 1Ts.1:7-10).
*** La señal más notoria de la negligencia espiritual es la desidia, la total pereza espiritual que es caracterizada por la indiferencia al divino obrar, tanto en la vida personal como en la eclesial entregándonos a la tibieza, la que mece a la fe en la cuna, creyendo que la ociosidad es símbolo de paciencia ¡Por favor! La paciencia posee la cualidad de la expectativa, lo que es la carga especial de un centinela, cuyo deber es informar, advertir y alertar, desde lo alto de su otero. La fe real y la paciencia dinámica, son los elementos que testifican nuestra condición de peregrinos, de buscadores en el horizonte espiritual del cumplimiento de la promesa divinal.
*** Hecha la promesa a Abraham, no hallando más asidero real que la confiabilidad de su persona, el Padre juró por sí mismo; sellando de ese modo lo verídico de su pacto con el patriarca de la fe, expresando que: De cierto (con toda seguridad), lo bendeciría con abundancia, y llegaría a multiplicarlo tan inmensamente que requeriría el mundo entero para cubrir y sustentar a los escogidos, y el autor refiere que el patriarca la alcanzó tras esperar pacientemente (no olvidemos esto último, pues es una prioridad de la fe arrebatadora y posesiva (Ro.4:13),
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 07/04/2016
MÁS ALLÁ DE LAS LUCHAS QUE LIBRAMOS CONTRA EL MUNDO Y LOS DEMONIOS, ESTÁ LA QUE LIBRAMOS CON NOSOTROS MISMOS; PASANDO DEL HORIZONTE VIVENCIAL DE LA VIDA ESPIRITUAL, A LA CÓMODA Y PLACENTERA DE LA RELIGIOSIDAD; DEJÁNDONOS LLEVAR POR LA CORRIENTE O POR EL IMPULSO INICIAL. PERO LA VIDA ESPIRITUAL, NORMALMENTE, ES CONTRA CORRIENTE, Y SIEMPRE VA EN ASCENSO, Y NO EN UN DESLIZADOR POR LA PENDIENTE. LA FE Y LA PACIENCIA SON CLAVES PARA TÉRMINOS DE HERENCIA.
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