LIMA - PERÚ MARTES 08 DE OCTUBRE DEL 2019 MENSAJE # 3290
SEGUNDA DE PEDRO 1:1-8. (VERSIÓN REINA-VALERA CONTEMPORÁNEA)
"Yo, Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, envío un saludo a ustedes, que por la justicia de nuestro Dios Salvador Jesucristo han alcanzado una fe tan preciosa como la nuestra. Que la gracia y la paz les sea multiplicada por medio del conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia".
=== la salutación pedrina, era la clásica del nivel apostólico de la época, quitando toda duda respecto a la autoría de la carta, y de la autoridad que la revestía en cada declaración, haciendo que la fe de los santos a quienes iba dirigida fuera entendida en su exacta dimensión, y aceptada como una realidad vigente, viviente y actuante. La justicia divina atribuida al Señor Jesús formaba el estándar espiritual que confirmaba a los destinatarios como los legítimos herederos de una realidad invariable, innegable, y de eterna duración. Era indispensable el fijar en las mentes de los destinatarios su posición y condición ante la Deidad, con aquella confianza y certeza que no se desmereciera para nada al cotejarla con la calidad de fe apostólica. Dicha certificación debía ubicar a cada creyente en el centro de la voluntad divina. Y a continuación surge la bendición apostólica que no es meramente cortés o imaginaria, sino que implica el sello de la actividad apostólica como una sacerdotal consigna, esparciendo la misma sobre la totalidad de los miembros de la Iglesia dondequiera que estuviera ubicada como una entidad corporativa. La enseñanza doctrinal y experimental iban juntas. La doctrina no es una inorgánica emisión, viéndose siempre confirmada por la experiencia (dones manifiestos, ministerios evidentes, y operaciones testimoniales que revelaran la veracidad y vigencia de cada cosa que de arriba proviniera). La Iglesia ni fabula ni fantasea con sus afirmaciones, mostrando tangiblemente su plano existencial (Jn.10:38).
=== La bendición apostólica abarca en sí misma la totalidad de la bondad divina puesta a nuestra disposición, y nos concientizamos de ella en la medida que su paz se va apoderando de nuestro plano consciente, haciendo que andemos con plena confianza delante de él, quitando todos nuestros temores, y estabilizando nuestro ser integral con las realidades neocreacionales que se van constituyendo en nuestra armadura; hasta darnos una paz que sobrepasa el nivel de nuestro entendimiento, y nos conserva en un plano de completa satisfacción en nuestro panorama relacional. Y es a partir de entonces que LA COMUNIÓN CÉLICO-PEDESTRE nos integra a nuestra manera de vivir, la que conocemos como piedad. Así, nuestro panorama relacional con la Omnipotencia del Padre y el Señorío de nuestro Salvador nos ponen en antecedentes de lo ligados que estamos a la Deidad en sus planes, y al accionar Verbal del Hijo de Dios operando en nosotros en conformidad con su propósito.
=== Por lo referido líneas arriba, entendemos que todo lo inherente a la VIDA ZOE, o vida espiritual trascendente, es algo que reposa en nosotros como realidad inherente, y que la piedad (estilo de vida o manera de vivir), fluirá naturalmente de manera sobrenatural operando en consecuencia con el género vital que lo impulsa. El divino poder ha fusionado la realidad célico-pedestre hasta convertirla en una certeza tripartita invariable que puede ser SENTIDA COMO UNA EXPERIENCIA VIVA (Lc.8:40-46, 46e). En la medida en que nos entreguemos a conocer al Padre y al Hijo (mediante el conocimiento revelacional; es decir, por la directa revelación divina; y no por meras inferencias humanas, o suposiciones de múltiples significados, algo que no rima con la divina iluminación o con la certeza de la esperanza, que tiene un significado fijo, único y final. Nuestro llamamiento implica la gloria y la excelencia; no a la mediocridad o lo fragmentario, que se solaza tontamente en lo incompleto o lo parcial. Dios nos llamó a desarrollar un valor absoluto, componiendo elo su entera satisfacción. ¡No nos contentemos con menos!
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 08/10/2019 MENSAJE # 3290
"Yo, Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, envío un saludo a ustedes, que por la justicia de nuestro Dios Salvador Jesucristo han alcanzado una fe tan preciosa como la nuestra. Que la gracia y la paz les sea multiplicada por medio del conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia".
=== la salutación pedrina, era la clásica del nivel apostólico de la época, quitando toda duda respecto a la autoría de la carta, y de la autoridad que la revestía en cada declaración, haciendo que la fe de los santos a quienes iba dirigida fuera entendida en su exacta dimensión, y aceptada como una realidad vigente, viviente y actuante. La justicia divina atribuida al Señor Jesús formaba el estándar espiritual que confirmaba a los destinatarios como los legítimos herederos de una realidad invariable, innegable, y de eterna duración. Era indispensable el fijar en las mentes de los destinatarios su posición y condición ante la Deidad, con aquella confianza y certeza que no se desmereciera para nada al cotejarla con la calidad de fe apostólica. Dicha certificación debía ubicar a cada creyente en el centro de la voluntad divina. Y a continuación surge la bendición apostólica que no es meramente cortés o imaginaria, sino que implica el sello de la actividad apostólica como una sacerdotal consigna, esparciendo la misma sobre la totalidad de los miembros de la Iglesia dondequiera que estuviera ubicada como una entidad corporativa. La enseñanza doctrinal y experimental iban juntas. La doctrina no es una inorgánica emisión, viéndose siempre confirmada por la experiencia (dones manifiestos, ministerios evidentes, y operaciones testimoniales que revelaran la veracidad y vigencia de cada cosa que de arriba proviniera). La Iglesia ni fabula ni fantasea con sus afirmaciones, mostrando tangiblemente su plano existencial (Jn.10:38).
=== La bendición apostólica abarca en sí misma la totalidad de la bondad divina puesta a nuestra disposición, y nos concientizamos de ella en la medida que su paz se va apoderando de nuestro plano consciente, haciendo que andemos con plena confianza delante de él, quitando todos nuestros temores, y estabilizando nuestro ser integral con las realidades neocreacionales que se van constituyendo en nuestra armadura; hasta darnos una paz que sobrepasa el nivel de nuestro entendimiento, y nos conserva en un plano de completa satisfacción en nuestro panorama relacional. Y es a partir de entonces que LA COMUNIÓN CÉLICO-PEDESTRE nos integra a nuestra manera de vivir, la que conocemos como piedad. Así, nuestro panorama relacional con la Omnipotencia del Padre y el Señorío de nuestro Salvador nos ponen en antecedentes de lo ligados que estamos a la Deidad en sus planes, y al accionar Verbal del Hijo de Dios operando en nosotros en conformidad con su propósito.
=== Por lo referido líneas arriba, entendemos que todo lo inherente a la VIDA ZOE, o vida espiritual trascendente, es algo que reposa en nosotros como realidad inherente, y que la piedad (estilo de vida o manera de vivir), fluirá naturalmente de manera sobrenatural operando en consecuencia con el género vital que lo impulsa. El divino poder ha fusionado la realidad célico-pedestre hasta convertirla en una certeza tripartita invariable que puede ser SENTIDA COMO UNA EXPERIENCIA VIVA (Lc.8:40-46, 46e). En la medida en que nos entreguemos a conocer al Padre y al Hijo (mediante el conocimiento revelacional; es decir, por la directa revelación divina; y no por meras inferencias humanas, o suposiciones de múltiples significados, algo que no rima con la divina iluminación o con la certeza de la esperanza, que tiene un significado fijo, único y final. Nuestro llamamiento implica la gloria y la excelencia; no a la mediocridad o lo fragmentario, que se solaza tontamente en lo incompleto o lo parcial. Dios nos llamó a desarrollar un valor absoluto, componiendo elo su entera satisfacción. ¡No nos contentemos con menos!
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 08/10/2019 MENSAJE # 3290