LIMA - PERÚ LUNES DOMINGO 14 DE FEBRERO DEL 2016
COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS FILIPENSES
Filipenses 2:1-4.
"Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros".
*** Una de las fortalezas más grandes del enemigo, es el espíritu de división. Con ello el diablo derriba iglesias, deshace congregaciones; y los resultados de todo ello, dada la naturaleza que les domina, es que el tal espíritu seguirá operando indefinidamente; siendo mimetizado con el nombre de "santa vindicación", "en aras de la pureza doctrinal", y desfachateces como esas que excusan (y hasta bendicen) una "saludable escisión". La verdad del poder en unidad debe primar en los corazones de los santos, pues ello es lo que demuestra que somos hermanos en Cristo, y que Dios está integrándonos en un solo cuerpo, habiendo hecho de nosotros su habitación (1Co.3:16).
*** (Vs.1-2) Con el pensamiento del párrafo precedente, el apóstol refiere que si hay alguna consolación en Cristo dentro del corazón de los filipenses para con él; si las dimensiones espirituales han sido consideradas en su naturaleza esencial, y son compartidas en una sola y misma perspectiva, llegando a constituirse en una profunda relación afectiva; si hay alguna carga en los corazones que los incline a mostrarse bondadosos para con el prójimo; el gozo apostólico podía concretarse como una realidad conjunta que impartiera pluralmente el alto grado de contentamiento que compone la dicha corporativa. Llegar a experimentar el más elevado nivel de complacencia como una experiencia corporativa, nos llevará cautivos con su sentir a dar lo mejor de nosotros mismos, a apuntar en una sola dirección, a un conjunto obrar que producirá una alegría jubilar.
*** (V.3a) Hay dos maneras de obrar que harán que todo caiga en el vacío, y que Dios no reciba la gloria debida a su nombre:
(1) El hacer todo contenciosamente, privando a la grey del gozo comunitario, y obrando en forma divisiva para el gozo personal, o el oprobio que al final todos sufrirán, es de necios, y no debe hacerse así.
(2) El hacer todo por vanagloria, que implica todo aquello que no fructificará para la vida congregacional, equivaliendo todo a una obra muerta, que no le ofrece nada a la Deidad, y que lo pone en evidencia como una persona inmadura y llena de sí misma. Recuerde: "Toda gloria que no es para Dios, es vanagloria". El ufano, con la mentalidad de un cántaro vacío, se siente muy mal cuando no escucha el sonido atronador de los aplausos, ni recibe palmaditas en el hombro. o sonrisas amplias de aprecio.
*** (V.3b) El apóstol nos da un antídoto contra ese tipo de padecimiento anímico: El poder ver a nuestros hermanos como gente superior a nosotros mismos, que es lo único que podrá forjar en nosotros la vocación de servicio de celeste origen. Cuando los miramos como a gente inferior, los despreciaremos y usaremos; si los vemos como iguales a nosotros, no moveremos un dedo para apoyarlos, ministrarlos o compadecerlos: "Yo también experimenté lo mismo, y salí de esa crisis sin molestar a nadie; que él haga lo mismo". "Yo también estuve enfermo, y oré y me sané; que él haga igual; no necesita de mi ayuda". "Yo también tuve una época de precariedad. Que se aguante, que ore y que ayune, y que vea que no necesita de nadie más; como lo hice yo". Pero cuando los vemos como superiores a nosotros mismos, nos sentiremos movidos a ministrarles, ayudarles y bendecirles, viendo cómo poco a poco se superan, y llegan a alcanzar plenitud. Esa es la objetividad del amor fraternal.
*** (V.4) A renglón seguido, el apóstol hace referencia a la solidaridad, a la ayuda mutua, y al plano de la superación gradual y progresiva. Aquellos que ya nos hicimos veteranos en esta guerra sin cuartel, debemos compartir con nuestros hermanos neófitos las cosas gloriosas que el Señor nos ha mostrado, tornándolos paulatinamente expertos en los azares de nuestro servicio a Dios y a la congregación. Así, los inexpertos de ayer, se convierten en los prácticos de hoy; y su ayuda solidaria hace que las cargas sean más simples y llevaderas, constituyéndose el antiguo grupo de reclutas en los instructores de los neófitos de hoy. Atender lo suyo propio es básico para que seamos útiles a los demás, concluyendo con ello en forma práctica y sencilla por haber estado en la brega por muy buen tiempo; y lo que antes nos llevara un par de horas, se sintetiza en algunos minutos, utilizando el tiempo restante en ayudar a los demás, haciéndoles conocer nuestros "trucos", para que minimicen el tiempo y su capacidad operativa crezca.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 14/02/2016
*** Una de las fortalezas más grandes del enemigo, es el espíritu de división. Con ello el diablo derriba iglesias, deshace congregaciones; y los resultados de todo ello, dada la naturaleza que les domina, es que el tal espíritu seguirá operando indefinidamente; siendo mimetizado con el nombre de "santa vindicación", "en aras de la pureza doctrinal", y desfachateces como esas que excusan (y hasta bendicen) una "saludable escisión". La verdad del poder en unidad debe primar en los corazones de los santos, pues ello es lo que demuestra que somos hermanos en Cristo, y que Dios está integrándonos en un solo cuerpo, habiendo hecho de nosotros su habitación (1Co.3:16).
*** (Vs.1-2) Con el pensamiento del párrafo precedente, el apóstol refiere que si hay alguna consolación en Cristo dentro del corazón de los filipenses para con él; si las dimensiones espirituales han sido consideradas en su naturaleza esencial, y son compartidas en una sola y misma perspectiva, llegando a constituirse en una profunda relación afectiva; si hay alguna carga en los corazones que los incline a mostrarse bondadosos para con el prójimo; el gozo apostólico podía concretarse como una realidad conjunta que impartiera pluralmente el alto grado de contentamiento que compone la dicha corporativa. Llegar a experimentar el más elevado nivel de complacencia como una experiencia corporativa, nos llevará cautivos con su sentir a dar lo mejor de nosotros mismos, a apuntar en una sola dirección, a un conjunto obrar que producirá una alegría jubilar.
*** (V.3a) Hay dos maneras de obrar que harán que todo caiga en el vacío, y que Dios no reciba la gloria debida a su nombre:
(1) El hacer todo contenciosamente, privando a la grey del gozo comunitario, y obrando en forma divisiva para el gozo personal, o el oprobio que al final todos sufrirán, es de necios, y no debe hacerse así.
(2) El hacer todo por vanagloria, que implica todo aquello que no fructificará para la vida congregacional, equivaliendo todo a una obra muerta, que no le ofrece nada a la Deidad, y que lo pone en evidencia como una persona inmadura y llena de sí misma. Recuerde: "Toda gloria que no es para Dios, es vanagloria". El ufano, con la mentalidad de un cántaro vacío, se siente muy mal cuando no escucha el sonido atronador de los aplausos, ni recibe palmaditas en el hombro. o sonrisas amplias de aprecio.
*** (V.3b) El apóstol nos da un antídoto contra ese tipo de padecimiento anímico: El poder ver a nuestros hermanos como gente superior a nosotros mismos, que es lo único que podrá forjar en nosotros la vocación de servicio de celeste origen. Cuando los miramos como a gente inferior, los despreciaremos y usaremos; si los vemos como iguales a nosotros, no moveremos un dedo para apoyarlos, ministrarlos o compadecerlos: "Yo también experimenté lo mismo, y salí de esa crisis sin molestar a nadie; que él haga lo mismo". "Yo también estuve enfermo, y oré y me sané; que él haga igual; no necesita de mi ayuda". "Yo también tuve una época de precariedad. Que se aguante, que ore y que ayune, y que vea que no necesita de nadie más; como lo hice yo". Pero cuando los vemos como superiores a nosotros mismos, nos sentiremos movidos a ministrarles, ayudarles y bendecirles, viendo cómo poco a poco se superan, y llegan a alcanzar plenitud. Esa es la objetividad del amor fraternal.
*** (V.4) A renglón seguido, el apóstol hace referencia a la solidaridad, a la ayuda mutua, y al plano de la superación gradual y progresiva. Aquellos que ya nos hicimos veteranos en esta guerra sin cuartel, debemos compartir con nuestros hermanos neófitos las cosas gloriosas que el Señor nos ha mostrado, tornándolos paulatinamente expertos en los azares de nuestro servicio a Dios y a la congregación. Así, los inexpertos de ayer, se convierten en los prácticos de hoy; y su ayuda solidaria hace que las cargas sean más simples y llevaderas, constituyéndose el antiguo grupo de reclutas en los instructores de los neófitos de hoy. Atender lo suyo propio es básico para que seamos útiles a los demás, concluyendo con ello en forma práctica y sencilla por haber estado en la brega por muy buen tiempo; y lo que antes nos llevara un par de horas, se sintetiza en algunos minutos, utilizando el tiempo restante en ayudar a los demás, haciéndoles conocer nuestros "trucos", para que minimicen el tiempo y su capacidad operativa crezca.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 14/02/2016
TRAS ACLARAR PABLO CUÁL ERA SU SENTIR ESTANDO PRISIONERO, PASA A EXHORTAR A LOS HERMANOS AL MANTENIMIENTO DE LA UNIDAD, NO POLARIZÁNDOSE POR LAS MOMENTÁNEAS CIRCUNSTANCIAS, MANTENIENDO EL BUEN ORDEN Y EL ESPÍRITU FRATERNO A NIVEL ECLESIAL, OPTIMIZANDO LA UNIDAD CORPORATIVA MEDIANTE UN MISMO SENTIR.
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