viernes, 1 de noviembre de 2019

CADA DETALLE DE LO QUE NOS PARTICIPA EL APÓSTOL PEDRO, NOS UBICA EN EL TERRENO DE LA SANTIDAD, EN EL PROCESO SANTIFICANTE QUE HARÁ DE CADA UNO DE NOSOTROS UN INSTRUMENTO DIVINO QUE VA ASCENDIENDO HASTA CONSOLIDARSE COMO HIJOS DE DIOS.

LIMA - PERÚ   SÁBADO 17 DE AGOSTO DEL 2019   MENSAJE # 3238

PRIMERA DE PEDRO  1:13-16  (VERSIÓN REINA-VALERA CONTEMPORÁNEA).

"Por lo tanto, preparen su mente para la acción, estén atentos y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando Jesucristo sea manifestado. Pórtense como hijos obedientes, y no sigan los dictados de sus anteriores malos deseos, de cuando vivían en la ignorancia. Al contrario, vivan una vida completamente santa, porque santo es aquel que los ha llamado. Escrito está: Sean santos, porque yo soy santo".

=== Después de revelarnos que una esperanza viva nos había sido impartida para ubicarnos en el plano eternal mediante el sacrificio del Señor Jesucristo, el apóstol pasa a la siguiente fase, que tiene que ver con nuestra santificación, debiendo poner nuestras almas a la disposición del Señor para que esta parte de nuestra salvación se vea verificada en cuanto a nuestra santa manera de vivir. Si la primera fase consistió en la aceptación de la proposición divina, recibiendo su gracia y su dádiva de amor, hasta absorberla totalmente al ser derramada sobre nosotros (Ro.5:1-5, 5e); y ver que nuestra naturaleza es tripartita nuevamente, incorporándonos al panorama espiritual que postula lo imperecedero del plano eternal; somos llamados a un compromiso que ha de mantenerse vigente por todo el tiempo de nuestra peregrinación, en un proceso santificante que nos eleve hasta el nivel de los herederos, y ello está directamente ligado a nuestro ascenso a un plano superior de vida. Para ello, el apóstol nos pedirá que pasemos de la momentánea pasividad extática, a la dinámica de la vida espiritual en la que se nos ha introducido con la venida del Espíritu Santo (Ro.5:10). La realidad espiritual posee una vida, movimiento, sentido, orientación, luz y dirección; un genuino fluir que nos conmina a una actividad que se constituye en nuestra esfera bicampamentaria, célico-pedestre, que es representada por las palabras de nuestro Señor cuando dice: "Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones ... Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado" (Mt.28:18,19a,20a).


=== Y el verso 13 nos recuerda lo expuesto, motivándonos a la acción, solicitándonos la activación de la realidad de un plano superior al que tenemos que abocarnos, porque ya hemos penetrado a esta esfera, done hay un fluir que nos fuera ajeno cuando viviéramos en un ámbito meramente religioso, de ritos y de ceremonias con 'mucho significado', pero sin ninguna efectividad. amorteciéndonos en cuanto a la vida espiritual de pleno contacto con la Deidad. Cuando se nos alecciona a estar atentos, implica que no nos daremos cuenta de este accionar si no nos conectamos al divino fluir (recordemos que nuestra adoración a la Deidad es en espíritu y verdad, según Juan 4:24). A colocar la visión y el intento  a la esperanza que está delante de nosotros, podemos experimentar la gracia en una mayor dimensión, haciéndonos conscientes de la manifestación del Señor, tanto en nosotros como en un sentido aún más amplio, refiriendose  a la manifestación de los hijos de Dios de Romanos 8. Y de allí, pasa al terreno de nuestra conducta, la cual debe identificarse como una total obediencia a los preceptos y la guianza divina, apartándonos de toda especie de mal, como cuando éramos guiados por nuestras concupiscencias, en los tiempos de nuestra ignorancia sobre el divino fluir, llevándonos a unirnos al Señor en principios y prácticas.


=== Y lo que antes fuera un sonido extraño y ausente al que fuéramos huraños, se convierte en la modulada voz del Señor señalándonos las directivas; como cuando la voz del trono que estaba sobre los querubines o seres vivientes, señalaba las pautas y la dirección en que operaría el carro de la gloria de Dios que viera Ezequiel (cap.1). Y el apóstol nos revela que ya es tiempo de madurar, para salir de la incertidumbre de la carne, y penetrar en la esfera del Espíritu, aceptando aquella realidad interior que debe gobernar nuestro diario fluir, de modo que agradeos a Dios en todo lo que pensamos, decimos y hacemos. La santidad, destaca nuestra separación de lo mundano, y nuestra unión con la Deidad, para pensar, decir y hacer a voluntad del Padre, disponiéndonos para su uso, entendiendo que la vida genérica que hoy dirige nuestros pasos, nos une tripartitamente, y nos hace conscientes de lo que somos, tenemos y podemos. Nuestra naturaleza tripartita se expresa a través de nuestros cuerpos, interpretando el divino fluir mediante nuestros hechos, mostrando la gloria de Dios en principios, perspectivas e intento. Esa bendita confluencia es la que pone en evidencia nuestra filiación, nuestra misión y nuestra visión: Ser santos en toda nuestra forma de ser y de vivir, porque nuestro Creador y Redentor es santo en esencia y carácter.


EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA    19/08/2019   MENSAJE # 3238

1 comentario:

  1. MUCHOS CRISTIANOS NO SE HAN CONCIENTIZADO CABALMENTE DE SU NECESIDAD DE SANTIFICACIÓN COMO LA BASE PARA SU HERENCIA TRASCENDENTE, EXPERIMENTANDO VIDAS VACÍAS Y SIN PROPÓSITO. REACCIONEMOS, PUEBLO DE DIOS.

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