sábado, 1 de octubre de 2016

LA JUSTICIA Y EL AMOR FRATERNAL SIGUEN SIENDO LOS DOS TESTIGOS QUE NOS MUESTRAN NUESTRO NIVEL ESPIRITUAL, NOS CONDICIONAN EN LA VIDA CORPORATIVA, Y NOS ELEVAN A LAS FUNCIONES PERTINENTES COMO HERMANOS EN CRISTO Y COMO SIERVOS DE DIOS. NUESTRO SENTIR Y NUESTRA FORMA DE PENSAR CONDICIONAN NUESTRO OBRAR PERMANENTEMENTE. OBRA JUSTAMENTE; AMA A TUS HERMANOS EN CRISTO, Y DEJA QUE ESTAS ALAS DE ÁGUILA TE LLEVEN A DONDE DIOS ESTÁ, MARCANDO TU FLUIR COMO UNA OPTIMIZACIÓN DE LA GRACIA.

LIMA - PERÚ  SÁBADO 01 DE OCTUBRE DEL 2016

COMENTARIO EXEGÉTICO DE PRIMERA DE JUAN

Primera de Juan 3:10-16.

"En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje que hemos oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos".

*** Introducción.- La permanente comunión con el Señor inhabilita la naturaleza pecaminosa, que aunque está en nuestro cuerpo físico, no halla forme de expresarse en el accionar de los hijos, quienes manteniéndose obedientes al Padre neutralizan toda malignidad, operando de tal forma que agraden a Dios. Al operar en el Señor, la justicia se hace patente como nuestra naturaleza ingerida. Las prácticas pecaminosos son algo extraño e inusual en el pueblo del Señor. La simiente divinal ordena nuestros pasos, dejándola encendida como un  hecho predominante en nosotros. 

*** (1Jn.3:10) La naturaleza neocreacional se pone en evidencia ante los demás cuando actuamos en conformidad con la justicia, y cuando mostramos libremente los lazos fraternos que nos unen en aquella bendita consanguinidad de la sangre que nos redimió, la misma que desapareció con su presencia las etnias, los credos, las ponencias, los ritos, las idolatrías, etc. Ese sentido de exclusividad judaica, lo simbólico del ayer ceremonial; y en el caso del gentilicio, las idolatrías, las dietas epicúreas, la fornicación, el lenguaje obsceno, la falta de recogimiento, etc. La injusticia, y el encono contra la parentela religiosa, es algo que identifica la impiedad de los que no conocen a Dios (1Jn.5:1). Hemos de notar que este coctel: el hacer u obrar justicia, y el amar a los hermanos en la fe son conceptos siameses e indisolubles; y la presencia de ambos nos otorga un certificado como hijos de Dios.

*** (1Jn.3:11) Juan vuelve a reiterar la vigencia del antiguo mensaje que Jesús les impartiera, el que nos amemos unos a otros. Las virtudes que emanan de esta actitud (y me refiero al amor fraterno) traen beneficios que todos podemos gozar, y que nos mantendrán unidos indefinidamente. Si Dios nos ordenó que nos amáramos, es porque los sentimientos son asumidos como algo voluntario, es decir, tú decides amar o dejar de amar, y eso implica que está sujeto a ti; de allí que Dios nos ordene el promover este afecto, el direccionarlo, y el llevarlo a la dicha compartida.

*** (1Jn.3:12) La contrapartida del verso anterior nos lleva hasta Caín, quien gobernado por el maligno, aborreció y asesinó a su hermano Abel, no preocupándose por alinearse con la voluntad divina; sino sintiéndose rechazado y menospreciado por Dios, mirando a su hermano como el favorito del Señor, y desoyendo el consejo divinal que lo invitara a hacer lo correcto, mientras que él solamente pensaba en su venganza contra Dios y contra Abel ¿Nos pasa lo mismo? Lo que causó y motivo a Caín a asesinar a su hermano, fue su errado pensar, y su maligno obrar, odiando el de su hermano que se movía en justicia, siendo acepto por el Padre. Los injustos no disfrutan el hacer justicia; sino el dar rienda suelta a su maldad.

*** (1Jn.3:13) Aquí Juan utiliza otro tono, y nos dice HERMANOS MÍOS (no hijitos), que no debemos extrañarnos si el mundo nos aborrece, lo cual es causado por la divina aceptación al obrar con justicia, siendo esto lo que más incomoda a quienes se sienten rechazados, y no porque el Padre sea un rechazador constante; sino porque él no acepta su maligno obrar (Jn.3:19-21). Así, pues, el problema no está en Dios; sino en aquellos que quieren coactarlo para que cambie su manera de pensar, los acepte como son, y que se haga cargo de las consecuencias.



*** (1Jn.3:14) Juan nos recuerda aquí su evangelio en el capítulo 5 y el verso 24; el hecho de haber pasado DE MUERTE A VIDA, implicando hechos definidos e incambiables, y totalmente opuestos, pues mientras la vida camina gozosa hacia su sino ideal, la muerte acecha en todas partes, buscando truncar el divino obrar, impedir tu realización, llenándote de temor y de egoísmo, mirando a los demás con suspicacia. Pero cuando la vida se ha apoderado de nosotros, el amor hacia nuestros hermanos lo limpia todo, proponiéndonos las alegrías de un mundo nuevo, que cuenta con la divina aprobación. La falta del amor fraternal nos saca de la vida eclesial, y nos ubica en el cementerio de quienes quieren disfrutar de la injusticia, el encono, la ira y el odio, porque ese es su sentido existencial.


*** (1Jn.3:15) He visto el odio en los corazones de quienes llamándose hermanos, juzgan malamente, te condenan apriorísticamente, y te ejecutan en sus corazones por no ser lo que ellos querían que fueras; porque odiaban a sus padres y a toda figura de autoridad, intentando justificarse por su inicuo accionar, equivocándose en su juicio, y santificando el mismo con un rótulo de juicio sumario. En tales casos, la vida eterna que recibieran como promesa carece de valor real, al no interpretar el justo juicio de Dios, vindicando su particular impresión. ¿Sabemos por qué Dios echó fuera del paraíso a Adán y Eva? Para que  no se perpetuara en ellos aquella naturaleza maligna si comían del árbol de la vida (Gn.3:22-24); y es a esto a lo que Juan se refiere. La naturaleza diabólica es homicida (Jn.8:44). El enconamiento del ánimo contra cualquiera de nuestros hermanos es el preludio para ser extirpados de nuestra conciencia corporativa.

*** (1Jn.3:16) Jesucristo en la cruz es el más claro testimonio de su amor allende los tiempos, abrigándonos a todos con sus abiertos brazos, independientemente de nuestros pecados, fallas y funestas naturalezas, llevando sobre sí las cargas de nuestros graves errores, y de nuestras rebeliones contra él, no mirando la gravidez de nuestra condición; sino el gozo puesto delante de él al vernos a todos en la gloria, decidiendo darlo todo por su amor abnegado para con cada uno de los seres humanos. Los legalistas, estarán esperando por tus fallas; los hipócritas para ver tu continuidad y criticarla; los que se creen santos y puros per se, siempre te considerarán por debajo del estándar; y mucho más; date la molestia de no considerarlos en tu corazón como tus correctos evaluadores, que para ello Dios se luce solo; por gente como ellos hay que estar dispuestos a dar la vida, porque Cristo murió por ellos.

EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA  01/10/2016

1 comentario:

  1. EL OBRAR JUSTICIA, Y EL AMOR FRATERNAL, SON DOS CARACTERÍSTICAS QUE HAN DE IDENTIFICAR A LOS HIJOS DE DIOS DURANTE TODA LA CRONOLOGÍA HUMANA. NUESTRA PERMANENCIA EN LA COMUNIÓN DIVINA TIENE ESTAS DOS VIRTUDES COMO LOS RIELES EN LOS QUE EL TREN DE LA UNIDAD CORPORATIVA CIRCULA, LLEVANDO SU BENDICIÓN POR LAS EDADES DONDEQUIERA QUE LLEGA.

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