LIMA - PERÚ MARTES 25 DE ABRIL DEL 2017 MENSAJE # 1714
Primera de Pedro 1:13-16.
"Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo".
=== La información que comparte con nosotros el apóstol Pedro respecto a nuestra herencia, y de cómo somos guardados en la fe por el poder de Dios, nos llena de gozo a pesar de las aflicciones, ya que entendemos que la calidad y certeza de nuestra fe ha de ser comprobada paso a paso, entendiendo que el fin de la misma es la salvación de nuestras almas, algo para lo cual han trabajado generaciones de santos, certificando los valores de la misma. Y es por eso que el apóstol nos llama a fajarnos mental y operativamente, manteniendo firme y sin fluctuar la confesión de nuestra esperanza, pues ella es la que trae la fuerza operativa para mantener en alto la realidad espiritual trascendente en la que el Espíritu Santo nos introdujo al hacer de nosotros su templo, llenándonos de su virtud mediante las señales y prodigios que nos hacen concientes de nuestra filiación, nuestro llamamiento, nuestra condición y posición, la misma que no debe ser olvidada, luciendo ésta como un estandarte en cada batalla que enfrentamos en el nombre de Jesús. Al pedirnos sobriedad, implica la forma en la que de hemos de comportarnos, para estar confiados; pero no para presumir. Nuestra confianza en Dios nos debe dar serenidad; pero no risas burlonas; certeza, y no presunción. Nuestra actitud hacia el Señor, es la de una completa tranquilidad en los valores de la promesa, y en el momento que nos encontremos con el Señor en medio de las pruebas, de las crisis y del triunfo, no haga sino corroborar nuestra esperanza con las coronas de vida que nos están guardadas para ese instante puntual.
=== Nuestra naturaleza de hijos (brefos o bebés espirituales; que van madurando, hasta convertirse en juios o hijos maduros), ha de prevalecer de dos modos:
(1) Verticalmente, por la confianza que el Padre nos inspira, y el valor eternal de sus promesas, trascendiendo las edades;
(2) Horizontalmente, manteniendo un orden que demuestre nuestra vida piadosa al conformarnos al nuevo orden creacional que se ha adueñado de nuestros corazones mediante una voluntaria decisión, asociándonos a su guianza, su poder, su orden y sus expectativas.
Nuestra salida del orden natural, viciado conforme a las cosas de este siglo y sus deseos engañosos, no deben primar, ni tomar control de nuestra existencia, tal como lo declara Pablo en Efesios 4:17-32, donde se hace una lista pormenorizada de las cosas que componen nuestra antigua manera de pensar, obrar y vivir. El creyente es llamado por Dios a no resignarse a seguir en la ignorancia, donde sólo primara el instinto, el apetito y el impulso naturales, que son las premisas básicas de la carne, animalizándonos hasta el extremo, pareciendo cretenses en la manera de ser: "Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos" (Tit.1:12), y pensando como corintios, siendo muy liberales y corruptos en lo sexual y lo sensual; como aquel degenerado que estaba con la mujer de su padre (1Co.5:1); y cosas semejantes a éstas.
=== La consigna mayor es el llamamiento a la santidad de ser y de hacer, actuando siempre con la rectitud de carácter (cómo somos interiormente, en la suma de nuestros principios); y la rectitud de conducta (cómo expresamos lo que compone nuestro panorama neocreacional en nuestros hechos y nuestras palabras). Ya la auto complacencia carnal no ha de dirigir nuestros actos; sino que expresar la naturaleza del Dios vivo ha de ser nuestra continua manifestación, nuestro estilo de vida; nuestra forma de pensar; nuestra manera de conducirnos, y nuestro particular modo de ser, identificándonos en todo con nuestro Creador-Redentor. Lo que se escribió en la Palabra hace centurias, sigue siendo la consigna de los verdaderos hijos de Dios en el día de hoy. Si alguno piensa que es algo fácil, que se atreva a hacerlo sin Cristo y sin el Paracleto; y si estás consciente de nuestra necesidad de la participación de ambos en nuestro fuero interno; póstrate ante la Deidad, y permíteles actuar de consuno contigo, para que disfrutes plenamente de lo que es el andar en el Espíritu, puesto que a ello somos llamados por el Señor; y recuerda una vez más que sin santidad, nadie verá a Dios (He.12:14).
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 25/04/2017 MENSAJE # 1714
"Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo".
=== La información que comparte con nosotros el apóstol Pedro respecto a nuestra herencia, y de cómo somos guardados en la fe por el poder de Dios, nos llena de gozo a pesar de las aflicciones, ya que entendemos que la calidad y certeza de nuestra fe ha de ser comprobada paso a paso, entendiendo que el fin de la misma es la salvación de nuestras almas, algo para lo cual han trabajado generaciones de santos, certificando los valores de la misma. Y es por eso que el apóstol nos llama a fajarnos mental y operativamente, manteniendo firme y sin fluctuar la confesión de nuestra esperanza, pues ella es la que trae la fuerza operativa para mantener en alto la realidad espiritual trascendente en la que el Espíritu Santo nos introdujo al hacer de nosotros su templo, llenándonos de su virtud mediante las señales y prodigios que nos hacen concientes de nuestra filiación, nuestro llamamiento, nuestra condición y posición, la misma que no debe ser olvidada, luciendo ésta como un estandarte en cada batalla que enfrentamos en el nombre de Jesús. Al pedirnos sobriedad, implica la forma en la que de hemos de comportarnos, para estar confiados; pero no para presumir. Nuestra confianza en Dios nos debe dar serenidad; pero no risas burlonas; certeza, y no presunción. Nuestra actitud hacia el Señor, es la de una completa tranquilidad en los valores de la promesa, y en el momento que nos encontremos con el Señor en medio de las pruebas, de las crisis y del triunfo, no haga sino corroborar nuestra esperanza con las coronas de vida que nos están guardadas para ese instante puntual.
=== Nuestra naturaleza de hijos (brefos o bebés espirituales; que van madurando, hasta convertirse en juios o hijos maduros), ha de prevalecer de dos modos:
(1) Verticalmente, por la confianza que el Padre nos inspira, y el valor eternal de sus promesas, trascendiendo las edades;
(2) Horizontalmente, manteniendo un orden que demuestre nuestra vida piadosa al conformarnos al nuevo orden creacional que se ha adueñado de nuestros corazones mediante una voluntaria decisión, asociándonos a su guianza, su poder, su orden y sus expectativas.
Nuestra salida del orden natural, viciado conforme a las cosas de este siglo y sus deseos engañosos, no deben primar, ni tomar control de nuestra existencia, tal como lo declara Pablo en Efesios 4:17-32, donde se hace una lista pormenorizada de las cosas que componen nuestra antigua manera de pensar, obrar y vivir. El creyente es llamado por Dios a no resignarse a seguir en la ignorancia, donde sólo primara el instinto, el apetito y el impulso naturales, que son las premisas básicas de la carne, animalizándonos hasta el extremo, pareciendo cretenses en la manera de ser: "Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos" (Tit.1:12), y pensando como corintios, siendo muy liberales y corruptos en lo sexual y lo sensual; como aquel degenerado que estaba con la mujer de su padre (1Co.5:1); y cosas semejantes a éstas.
=== La consigna mayor es el llamamiento a la santidad de ser y de hacer, actuando siempre con la rectitud de carácter (cómo somos interiormente, en la suma de nuestros principios); y la rectitud de conducta (cómo expresamos lo que compone nuestro panorama neocreacional en nuestros hechos y nuestras palabras). Ya la auto complacencia carnal no ha de dirigir nuestros actos; sino que expresar la naturaleza del Dios vivo ha de ser nuestra continua manifestación, nuestro estilo de vida; nuestra forma de pensar; nuestra manera de conducirnos, y nuestro particular modo de ser, identificándonos en todo con nuestro Creador-Redentor. Lo que se escribió en la Palabra hace centurias, sigue siendo la consigna de los verdaderos hijos de Dios en el día de hoy. Si alguno piensa que es algo fácil, que se atreva a hacerlo sin Cristo y sin el Paracleto; y si estás consciente de nuestra necesidad de la participación de ambos en nuestro fuero interno; póstrate ante la Deidad, y permíteles actuar de consuno contigo, para que disfrutes plenamente de lo que es el andar en el Espíritu, puesto que a ello somos llamados por el Señor; y recuerda una vez más que sin santidad, nadie verá a Dios (He.12:14).
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 25/04/2017 MENSAJE # 1714
LA VIDA ESPIRITUAL (DIRIGIDA Y CONTROLADA POR EL ESPÍRITU SANTO DENTRO DEL CREYENTE), INTERPRETA LO GENUINO QUE HA DE DARSE EN CADA HIJO DE DIOS COMO UN PRINCIPIO ESPIRITUAL QUE NORMA SU EXISTENCIA. LOS RÓTULOS Y LA JACTANCIA SOLO MUESTRAN NUESTRO LADO OSCURO Y PRETENCIOSO; LA BONDAD MANIFIESTA, Y EL SERVICIO A LOS SANTOS SIN INTERESES MALSANOS, PONEN EN EVIDENCIA LA CALIDAD DE VIDA QUE HEMOS HECHO NUESTRA.
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