SANTIAGO 1:2-5.
"Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perefectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente, y sin reproche, y le será dada".
=== Pocas son las personas que al dirigirse a otros en el nombre de Jesús, hablen del cúmulo de pruebas por los que tiene que atravesar la fe que confesamos como nuestra profesión, y que después de todo lo que ha de enfrentarse debamos sentirnos gozosos por todas las peripecias y los avatares que pasamos. Pero si Santiago toca ese punto, es porque está consciente de que la vida espiritual de cada miembro del cuerpo de Cristo, para llegar a ser y sentirse como tales, debe afrontar mucha oposición; tanto del diablo, como del mundo, y de nuestra propia carnalidad; siendo ellas las que determinan nuestro grado de fe y confianza en lo que hemos recibido de Dios en el trámite de nuestra peregrinación a la gloria. Debemos entender que todas las palabras de Cristo a nosotros son espíritu y son vida (Jn.6:63), y que la presencia viva de las mismas ha de ser comprobada al pasar por el control de calidad, y el Señor tiene que saber (y nosotros también), el nivel de fe en el que estamos arraigados, de modo que el producto NOSOTROS EN CRISTO, tenga la fortaleza, la funcionalidad y el valor asignado como para dar batalla, y ganarla vez tras vez. La fe del creyente es el sentido de afirmación que poseemos en Cristo, entendiendo que nuestro nivel de competencia es directamente proporcional a nuestra seguridad y certeza de quiénes somos, qué tenemos y qué podemos; empoderados como estamos en el Señor Jesús; actuando plenipotenciariamente en la regia plenitud que nos permite ver correr al enemigo al someternos a Dios.
===La paciencia (hupomoné en griego) es la capacidad para soportar el peso de las contingencias a las que somos sometidos por el enemigo, entendiendo que cada una de nuestras afirmaciones como hijos de Dios, y soldados de Cristo, durante la batalla, es sujeta a comprobación. Eso no debe sorprendernos, porque nuestra santificación no es un viaje en palanquín hasta llegar frescos y ventilados a la gloria; sino una brega constante para afirmar lo que somos en Dios. Todo nuestro entrenamiento espiritual tiene esa confrontación con el enemigo como su más próxima y constante perspectiva; y es por eso que en los tiempos de paz, nos aparejamos para ello. El ejercicio constante, el duro entrenamiento, y la predisposición de nuestro ánimo para correr hacia la línea de batalla, muestran lo que ya se encendió en nuestros pechos; y así como un corcel escarba la tierra al escuchar el sonido de la trompeta, así nuestros corazones comienzan a palpitar aceleradamente cuando sentimos que el tiempo ha llegado, y lanzamos el grito de guerra correspondiente, blandiendo nuestras espadas, y golpeando rítmicamente nuestros escudos, ansiando la confrontación, dando un paso adelante con la bizarría que de nosotros se espera. Dado que somos preparados para luchar, para ganar y para reinar; nos cedemos gozosos al rudo entrenamiento, aparejándonos para todo ello; porque perder nunca es una opción para un creyente verdadero.
=== Al demandársenos la paciencia para alcanzar la plenitud, y obtener el nivel de los que son considerados como perfectos y cabales, entendemos que las pruebas llegarán cíclicamente, una tras otra, y que será el Padre quien dará el pitazo final; antes del cual no debemos detenernos. Lo que compone nuestra fe, en palabras, en exigencias, en empuje y en mantenernos firmes y sin fluctuar durante todo el trámite de nuestra andar a la gloria eternal, será probado una y otra vez; por el lado del enemigo, él pretende que colapsemos y claudiquemos; por el lado del Padre, es ver hasta dónde es capaz de llegar nuestra confianza en sus dichos y hechos. Si nuestro corazón no es capaz de entender estas cosas, es porque no hemos alcanzado la sabiduría práctica mediante la enseñanza, y probablemente necesitemos unas clasecitas adicionales; y si es así; no tengamos temor ni sintamos vergüenza, y roguémosle a nuestro Dios que nos la imparta. y él nos la dará con largueza, sin reprocharnos por ello. Santiago desea que tengamos en los corazones la certeza de la esperanza, y que no veamos las aflicciones o los sufrimientos como una cosa extraña, porque el hierro dulce, para convertirse en acero, habrá de soportar la fragua. el martillo que lo golpea incesantemente, y el agua que no apaga su fuego totalmente, para luego meterlo nuevamente en la fragua, hasta que el llamado "fierro chancho", halla perdido el 2% de su consistencia, convirtiéndose en el poderoso acero. Por ello hemos de esperar en medio de nuestras luchas hasta que ese nivel nos alcance.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 23/04/2017 MENSAJE # 1710.
"Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perefectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente, y sin reproche, y le será dada".
=== Pocas son las personas que al dirigirse a otros en el nombre de Jesús, hablen del cúmulo de pruebas por los que tiene que atravesar la fe que confesamos como nuestra profesión, y que después de todo lo que ha de enfrentarse debamos sentirnos gozosos por todas las peripecias y los avatares que pasamos. Pero si Santiago toca ese punto, es porque está consciente de que la vida espiritual de cada miembro del cuerpo de Cristo, para llegar a ser y sentirse como tales, debe afrontar mucha oposición; tanto del diablo, como del mundo, y de nuestra propia carnalidad; siendo ellas las que determinan nuestro grado de fe y confianza en lo que hemos recibido de Dios en el trámite de nuestra peregrinación a la gloria. Debemos entender que todas las palabras de Cristo a nosotros son espíritu y son vida (Jn.6:63), y que la presencia viva de las mismas ha de ser comprobada al pasar por el control de calidad, y el Señor tiene que saber (y nosotros también), el nivel de fe en el que estamos arraigados, de modo que el producto NOSOTROS EN CRISTO, tenga la fortaleza, la funcionalidad y el valor asignado como para dar batalla, y ganarla vez tras vez. La fe del creyente es el sentido de afirmación que poseemos en Cristo, entendiendo que nuestro nivel de competencia es directamente proporcional a nuestra seguridad y certeza de quiénes somos, qué tenemos y qué podemos; empoderados como estamos en el Señor Jesús; actuando plenipotenciariamente en la regia plenitud que nos permite ver correr al enemigo al someternos a Dios.
===La paciencia (hupomoné en griego) es la capacidad para soportar el peso de las contingencias a las que somos sometidos por el enemigo, entendiendo que cada una de nuestras afirmaciones como hijos de Dios, y soldados de Cristo, durante la batalla, es sujeta a comprobación. Eso no debe sorprendernos, porque nuestra santificación no es un viaje en palanquín hasta llegar frescos y ventilados a la gloria; sino una brega constante para afirmar lo que somos en Dios. Todo nuestro entrenamiento espiritual tiene esa confrontación con el enemigo como su más próxima y constante perspectiva; y es por eso que en los tiempos de paz, nos aparejamos para ello. El ejercicio constante, el duro entrenamiento, y la predisposición de nuestro ánimo para correr hacia la línea de batalla, muestran lo que ya se encendió en nuestros pechos; y así como un corcel escarba la tierra al escuchar el sonido de la trompeta, así nuestros corazones comienzan a palpitar aceleradamente cuando sentimos que el tiempo ha llegado, y lanzamos el grito de guerra correspondiente, blandiendo nuestras espadas, y golpeando rítmicamente nuestros escudos, ansiando la confrontación, dando un paso adelante con la bizarría que de nosotros se espera. Dado que somos preparados para luchar, para ganar y para reinar; nos cedemos gozosos al rudo entrenamiento, aparejándonos para todo ello; porque perder nunca es una opción para un creyente verdadero.
=== Al demandársenos la paciencia para alcanzar la plenitud, y obtener el nivel de los que son considerados como perfectos y cabales, entendemos que las pruebas llegarán cíclicamente, una tras otra, y que será el Padre quien dará el pitazo final; antes del cual no debemos detenernos. Lo que compone nuestra fe, en palabras, en exigencias, en empuje y en mantenernos firmes y sin fluctuar durante todo el trámite de nuestra andar a la gloria eternal, será probado una y otra vez; por el lado del enemigo, él pretende que colapsemos y claudiquemos; por el lado del Padre, es ver hasta dónde es capaz de llegar nuestra confianza en sus dichos y hechos. Si nuestro corazón no es capaz de entender estas cosas, es porque no hemos alcanzado la sabiduría práctica mediante la enseñanza, y probablemente necesitemos unas clasecitas adicionales; y si es así; no tengamos temor ni sintamos vergüenza, y roguémosle a nuestro Dios que nos la imparta. y él nos la dará con largueza, sin reprocharnos por ello. Santiago desea que tengamos en los corazones la certeza de la esperanza, y que no veamos las aflicciones o los sufrimientos como una cosa extraña, porque el hierro dulce, para convertirse en acero, habrá de soportar la fragua. el martillo que lo golpea incesantemente, y el agua que no apaga su fuego totalmente, para luego meterlo nuevamente en la fragua, hasta que el llamado "fierro chancho", halla perdido el 2% de su consistencia, convirtiéndose en el poderoso acero. Por ello hemos de esperar en medio de nuestras luchas hasta que ese nivel nos alcance.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 23/04/2017 MENSAJE # 1710.
LA PROGRESIÓN ESPIRITUAL TIENEN LA ENSEÑANZA FUNDAMENTAL DE LA PALABRA DE DIOS, Y SU APLICACIÓN COMO UNA REALIDAD FUNCIONAL EN NUESTRO PANORAMA CÉLICO-PEDESTRE, PARA ALCANZAR LOS NIVELES DE GLORIA PROCLAMADOS PARA NOSOTROS AL LLEGAR A LA META. NO DEJES QUE NADA TE DETENGA.
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