viernes, 2 de agosto de 2019

EL TENER LA PLENA CONSCIENCIA DE LO QUE EL SEÑOR ES, LO QUE PUEDE Y EJECUTA POR Y CON NOSOTROS, COMPONE NUESTRA ENERGÍA VITAL, Y NUESTRA TRASCENDENCIA COMO HEREDEROS SUYOS. LLENÉMONOS DE ESA REALIDAD PARA QUE ESTEMOS APTOS PARA EL REINO.

LIMA - PERÚ   SÁBADO 29 DE JUNIO DEL 2019   MENSAJE # 3189

PRIMERA DE JUAN 1:1-4.

"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido".



=== Para el apóstol Juan era una necesidad el compartir su plano revelacional desde el origen mismo de las cosas, dando con ello a entender que nada es real por una  peregrina manera de pensar, o un súbito alumbrón filosófico que lo llevara a teorizar sobre algún asunto imaginario o inespecífico, que dejara volar su pensar en distintas direcciones, o en planos divergentes o convergentes que lo abismaran en pos de  las cosas que llenaran su enfervorizada mentalidad hambrienta de misterios, y ansiosa de explicaciones que al final resultaran un poema al absurdo. Su conocimiento de la Deidad, y la realidad suprema mostrada antropomórficamente en la individualidad del Mesías, le permitían ver a Dios en su proyección redentora hacia sus seres creados, y su bendito anhelo de vernos restituidos en nuestros roles protagónicos como hijos de Dios, como miembros de la familia divina que disfrutan de su realidad vivencial y trascendente, más allá de lo convencional como primates de una raza caída que busca superarse hasta una plena transformación que propone una ilusión mitológica que denigra al género humano como parte de la divina creación. Juan nos desmitifica y nos desilusiona en forma extrema, golpeándonos con la realidad en su estado más puro; hasta noquear por toda la cuenta nuestra estulticia; retornándonos al original diseño que nos reubica en nuestro rol trascendental como participantes de la divina naturaleza.



=== Al aplicar la visión telescópica del panorama revelacional, se enfoca en aquel punto diminuto en la distancia que le permitiera ver nuestra fuente original en la Deidad Paterna: Yahweh, en su orgánica emisión: El Verbo; desde donde se amplifica en una forma estructural para forjar las edades, y todo lo que ellas componen para su propia satisfacción; haciendo que la emisión sónica y orgánica, cobrara la forma ideal que su voluntad soberana aparejara para su beneplácito. Es por eso que Juan nos habla primero del sonido que oyó: El Verbo en su fonética expresión; y luego, el cómo el Verbo se hizo carne, cobrando la forma del Cristo, como se les revelara allá en Belén, en Galilea, en Jerusalén, etc.; haciendo de nuestros cuerpos su templo tras verlo irse al Padre, comunicándonos con el envío del Espíritu Santo esa realidad que crea nuestra consciencia de su existencia y vivencia expresándose a través nuestro: "Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado"; "En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu" (1Jn. 3:24; 4:13).



=== Cuando nos detenemos a pensar en ello, y vamos cayendo en la cuenta de lo peculiar de nuestra experiencia con él, surge lo que Juan llama la contemplación; vale decir, el tornarnos meticulosos respecto a cada detalle de nuestra redención, buscando discernir aun lo más ínfimo de los valores del divino obrar, de modo que se obtenga una clara perspectiva de cómo nos ve Dios, y cómo debemos valorarnos nosotros mismos, para que al tener una imagen exacta de nuestra integridad, no nos sintamos menoscabados ante el enemigo, y lo enfrentemos con la dorada armadura divinal; ya no como criaturas indefensas; sino como parte de las huestes vencedoras que lo buscan para su final erradicación, hasta ponerlo como el estrado de los pies de nuestro Señor y Dios; hasta que podamos percibir en nuestro ámbito su poderosa presencia, y aquella total fortaleza que cumple su palabra, cuando nos dice que para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo (1Jn.3:8). Ello es el palpar con nuestras manos (experiencia) todo lo tocante al Verbo de Vida. Esa vida es la que debemos manifestar. ¡Aleluya!



EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA    29/06/2019   MENSAJE # 3189.

1 comentario:

  1. AL LLENAR NUESTROS CORAZONES Y NUESTRAS MENTES, Y NUESTROS LABIOS DE ESTA REALIDAD IRREVERSIBLE POR NUESTRA CONDICIÓN DE HIJOS DE DIOS, SE SOLIDIFICA NUESTRA FE, REVISTIÉNDONOS DE ETERNIDAD.

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