LIMA - PERÚ VIERNES 12 DE ABRIL DEL 2019 MENSAJE # 3110
SEGUNDA DE SAMUEL 22:26-34.
"Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, y recto para el hombre íntegro. Limpio te mostrarás para con el limpio, y rígido para con el perverso. Porque tú salvas al pueblo elegido, mas tus ojos están sobre los impíos para abatirlos. Tú eres mi lámpara, oh Yahweh; mi Dios alumbrará mis tinieblas. Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros. En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Yahweh. Escudo es a todos los que en él esperan. Porque ¿quién es Dios, sino sólo Yahweh? ¿y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es quien me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino; quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas".
=== Este es el cántico de liberación de David, y si seguimos su ritmo y orientación, descubriremos la manera gloriosa en la que él ha mantenido su comunión con la Deidad en cada momento, y el cómo Dios lo ha llevado de la mano para alcanzar todo lo que él había designado para el dulce cantor de Israel, y cuando llega a mencionar el plano de su justicia, nos permite apreciar la divina bondad actuando sobre todas las áreas de su vida. Y al llegar al punto en que se describe el accionar divinal con cada uno de sus siervos, él proclama la equidad sobre todos sin tener preferencia alguna; siendo plenamente equilibrado para con todos y cada uno a su sazón; dando a entender con ello que opera en consecuencia directa con la obediencia y con la desobediencia, en una perspectiva directamente proporcional al accionar de cada persona. Las divinas retribuciones, no demuestran favoritismos para con ninguno, y cuando toca aplicar una disciplina, un castigo; o un reconocimiento positivo que ha de galardonarse por coincidir con los divinos principios; podemos apreciar que Dios es justo hasta el extremo. Así, pues, si nosotros mostramos misericordia o compasión a alguien, el Señor lo ve, y guarda para con nosotros algo semejante, porque nos parecemos a él en pensamiento, en sentimiento y voluntad, calibrando con exactitud los detalles operativos en que nos movemos, mostrando una ajustada manera de obrar que honra a quien representamos, apelando a lo mejor que él ha puesto en nosotros: El deseo de recobrar al caído, perdonar al que se arrepiente, y dar al obstinado recalcitrante el castigo que se merece, con el deseo de que amanezca en él la virtud y la justicia que el Padre propugna a través de sus hechos.
=== La rectitud de ser y de hacer (la justicia como principio, y como capacidad operativa que nos identifica con él), es la que nos permite estar en su presencia con paz interior, y con la confianza de que nuestra comunión con él obedece a que todos nosotros trabajamos en el mismo principio, gozando de su aceptación: "Bien hecho, buen siervo y fiel...". La limpidez aquí mencionada, tiene que ver con la forma de pensar y sentir que rima con el obrar en consecuencia, siguiendo un pensamiento de orden gravitacional, el mismo que se sostiene en nuestra naturaleza tripartita como un PRINCIPIO ESPIRITUAL, ANÍMICO Y FÍSICO, moviéndonos en compañía de la esfera celeste, consintiendo con ella, y obrando en consecuencia. Jesús refería que él hacía lo que le veía hacer al Padre (Jn.5:19-20. Esto equivalía a lo que afirmaran en su momento Elías y Eliseo, quienes referían que estaban en la presencia de Dios en todo lo que hacían (salvando las enormes distancias entre ellos y el Verbo, pero lo hago para alumbrar entendimientos entre mis lectores). La rigidez o severidad con la que él tratará a los perversos (esto es la maldad repetitiva e impenitente de los tales) corresponderá a los que la buscaran, no pudiendo eludir las consecuencias de su actuar deliberante. Aquí no hay maldad o crueldad en Dios; sino justicia implacable contra los opositores, los mismos que pretenden detener la verdad con su injusticia y su impiedad (Ro.1:18).
=== No es el deseo del Padre el mantener al pueblo en aflicción, o perennizar el sufrimiento, estando su vigilante mirada sobre todo altivo (fanfarrones que creen que pueden detener a Dios, o burlarse de su justicia; no estoy hablando de los fiscales y jueces humanos a quienes puedes coimear a tu regalado gusto para que la maldad triunfe, y los justos sean decepcionados y frustrados; hablo de la divina intervención haciendo justicia a su estilo). Independientemente de lo que parezca estar o no estar pasando, ¡Dios está obrando! Sometámonos a él, y veamos su justicia en acción. Los versos 29-34 componen nuestro panorama profético, y hemos de aferrarnos a ellos con todas las fuerzas de nuestro ser.
"Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, y recto para el hombre íntegro. Limpio te mostrarás para con el limpio, y rígido para con el perverso. Porque tú salvas al pueblo elegido, mas tus ojos están sobre los impíos para abatirlos. Tú eres mi lámpara, oh Yahweh; mi Dios alumbrará mis tinieblas. Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros. En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Yahweh. Escudo es a todos los que en él esperan. Porque ¿quién es Dios, sino sólo Yahweh? ¿y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es quien me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino; quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas".
=== Este es el cántico de liberación de David, y si seguimos su ritmo y orientación, descubriremos la manera gloriosa en la que él ha mantenido su comunión con la Deidad en cada momento, y el cómo Dios lo ha llevado de la mano para alcanzar todo lo que él había designado para el dulce cantor de Israel, y cuando llega a mencionar el plano de su justicia, nos permite apreciar la divina bondad actuando sobre todas las áreas de su vida. Y al llegar al punto en que se describe el accionar divinal con cada uno de sus siervos, él proclama la equidad sobre todos sin tener preferencia alguna; siendo plenamente equilibrado para con todos y cada uno a su sazón; dando a entender con ello que opera en consecuencia directa con la obediencia y con la desobediencia, en una perspectiva directamente proporcional al accionar de cada persona. Las divinas retribuciones, no demuestran favoritismos para con ninguno, y cuando toca aplicar una disciplina, un castigo; o un reconocimiento positivo que ha de galardonarse por coincidir con los divinos principios; podemos apreciar que Dios es justo hasta el extremo. Así, pues, si nosotros mostramos misericordia o compasión a alguien, el Señor lo ve, y guarda para con nosotros algo semejante, porque nos parecemos a él en pensamiento, en sentimiento y voluntad, calibrando con exactitud los detalles operativos en que nos movemos, mostrando una ajustada manera de obrar que honra a quien representamos, apelando a lo mejor que él ha puesto en nosotros: El deseo de recobrar al caído, perdonar al que se arrepiente, y dar al obstinado recalcitrante el castigo que se merece, con el deseo de que amanezca en él la virtud y la justicia que el Padre propugna a través de sus hechos.
=== La rectitud de ser y de hacer (la justicia como principio, y como capacidad operativa que nos identifica con él), es la que nos permite estar en su presencia con paz interior, y con la confianza de que nuestra comunión con él obedece a que todos nosotros trabajamos en el mismo principio, gozando de su aceptación: "Bien hecho, buen siervo y fiel...". La limpidez aquí mencionada, tiene que ver con la forma de pensar y sentir que rima con el obrar en consecuencia, siguiendo un pensamiento de orden gravitacional, el mismo que se sostiene en nuestra naturaleza tripartita como un PRINCIPIO ESPIRITUAL, ANÍMICO Y FÍSICO, moviéndonos en compañía de la esfera celeste, consintiendo con ella, y obrando en consecuencia. Jesús refería que él hacía lo que le veía hacer al Padre (Jn.5:19-20. Esto equivalía a lo que afirmaran en su momento Elías y Eliseo, quienes referían que estaban en la presencia de Dios en todo lo que hacían (salvando las enormes distancias entre ellos y el Verbo, pero lo hago para alumbrar entendimientos entre mis lectores). La rigidez o severidad con la que él tratará a los perversos (esto es la maldad repetitiva e impenitente de los tales) corresponderá a los que la buscaran, no pudiendo eludir las consecuencias de su actuar deliberante. Aquí no hay maldad o crueldad en Dios; sino justicia implacable contra los opositores, los mismos que pretenden detener la verdad con su injusticia y su impiedad (Ro.1:18).
=== No es el deseo del Padre el mantener al pueblo en aflicción, o perennizar el sufrimiento, estando su vigilante mirada sobre todo altivo (fanfarrones que creen que pueden detener a Dios, o burlarse de su justicia; no estoy hablando de los fiscales y jueces humanos a quienes puedes coimear a tu regalado gusto para que la maldad triunfe, y los justos sean decepcionados y frustrados; hablo de la divina intervención haciendo justicia a su estilo). Independientemente de lo que parezca estar o no estar pasando, ¡Dios está obrando! Sometámonos a él, y veamos su justicia en acción. Los versos 29-34 componen nuestro panorama profético, y hemos de aferrarnos a ellos con todas las fuerzas de nuestro ser.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 12/04/2019 MENSAJE # 3110.