LA NECESIDAD DE UNA PLENA IDENTIFICACIÓN CON DIOS PARA ALCANZAR EL NIVEL DE HEREDEROS EN EL TRÁMITE DE NUESTRA PEREGRINACIÓN A LA GLORIA. EL PACTO DE SANGRE EN EL SINAÍ, LES CONCEDIA UNA HERENCIA, Y TAMBIÉN UN COMPROMISO QUE DEBÍA RESPETARSE Y GUARDARSE EN TODAS LAS INSTANCIAS, CON LOS RIESGOS QUE ELLO PRESUPONÍA. LA FIDELIDAD NO ERA UNA OPCIÓN, SINO UNA OBLIGACIÓN.

LIMA - PERÚ  SÁBADO 23 DE MAYO DEL 2015

COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS CORINTIOS

Primera de Corintios 10:1-5

"Porque no quiero, hermanos,  que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto".

*** Este pasaje posee la peculiaridad de la identificación del pueblo de Dios con él, del celo del Señor por ellos, de su infinito cuidado por su preservación dentro de la divina expectativa, y de la presencia constante de Jesús como el maná, el agua de la roca, la sombra que los cubría, la luz que los iluminaba, la gracia que se les impartía, etc. La integración con el Señor debe ser vista como algo que implica mucho más que un seguimiento convencional, convirtiéndose él en nuestra única y multiple provisión de parte de la Deidad. Recordemos que la ingesta de alimentos formaba parte de la celebración de un pacto, de un plano de integración interno y externo que se convirtiera en motor y motivo de una realización que se disfrutaría en la tierra de promisión. La naturaleza del Señor había de formar parte de la nuestra, y nosotros de la suya, emulando la relación del pacto de sangre cuando se juntaban las muñecas de los concertantes, y cuando se bebía de la copa que ambos compartieran con sus sangres mezcladas.

*** Cuando el Señor hizo ingresar a los israelitas en el mar rojo, había agua a los costados, y sobre ellos, en forma de una nube, equivaliendo esto a un bautismo por inmersión, identificándose con su redentor al hacerlo; porque eso es lo que significa la palabra bautismo. Y cuando se comía el pan del cielo (alimentándose diariamente del maná que sobre ellos llovía), se les hacía partícipes de la vida que vendría por la ingesta del cuerpo del Señor, quien fuera enviado del cielo a la tierra, con la mira de sustentar no sólo la vida natural, sino también la espiritual, como aquí lo refiere el apóstol. Cuando se refiere a la bebida espiritual, apunta al origen del agua que beberían en un desierto que nunca antes fuera recorrido por seres humanos, y todo lo que en él surgiera, debía ser creado y dispuesto por la Deidad. La Roca caminante, que siguiera a los hebreos por aquel anchuroso y quemante desierto, traía el alivio y la certeza de la suministración que venía, como siempre, de arriba.

*** Este tipo de vida, sustentado cuarenta años por la Deidad, debe enseñarnos cómo Dios va generando en nosotros todo lo que se requiere para que en el momento crucial (el ingreso a la tierra de promisión), recordemos al que nos trajo, nos sostuvo, peleó nuestras batallas; pero también se vengó de todos los que no le agradaron, dejando sus cuerpos postrados en el desierto. ¿Por qué el sustentador de aquellas vidas humanas se vio en la necesidad de deshacerse de 599,998 personas en aquel desierto? Por un asunto de fe, dignidad, fidelidad y compromiso en calidad de socios de pacto. Esto no era un ensayo, sino un asunto definitivo, y lo que Dios les había concedido debía hacerlos aptos para alcanzar su heredad, Su repudio y rechazo a la heredad, y su deseo de volverse a Egipto, definió su destino. ¿Continuaremos, o nos devolveremos?

EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA  23/05/2015