LIMA - PERÚ SÁBADO 09 DE MAYO DEL 2015
COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS CORINTIOS
Primera de Corintios 7:32-35
"Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer. Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. Esto lo digo para vuestro provecho; no para tenderos lazo, sino para lo honesto y decente, y para que sin impedimento os acerquéis al Señor".
*** El apóstol, siguiendo la línea del capítulo 7 de Primera Corintios, insiste una vez más en su deseo de que estemos sin congoja o afligidos en nuestro ánimo por causa de la carne. Luego, arguye en favor de las personas solteras por una mayor dedicación a las cosas de Dios (estamos hablando aquí de personas entendidas, y no de jóvenes pueriles), teniendo todo el tiempo y la opción para buscar a Dios, identificarse con él y sevirle ampliamente, disponiendo su corazón en pos de las cosas divinas, y sin tener el ánimo dividido; siendo el agrado divino su objetivo. En contraposición, el casado velará por agradar y satisfacer a su mujer, priorizando esta actitud y dejando a Dios en un segundo plano.
*** El orden de Prioridades: Dios, cónyuge, prole, iglesia, trabajo: puede optimizar nuestro rendimiento, y satisfacer a Dios dentro de ese contexto, dando a cada cosa su lugar invariablemente. Pero cuando las prioridades desplazan nuestra relación con el Dios vivo, inmediatamente trastornamos todo, y la familia, la congregación o el trabajo, se transforman en nuestros ídolos, olvidándonos del factor redentor que hacía viable y posible nuestra dicha en aras de una completa armonía con la Deidad y con nuestro prójimo conforme a la solicitud divina.
*** De modo análogo, cuando la consorte asume que su relación con su esposo es su prioridad, y desplaza a Dios del primer lugar, automáticamente comienza a defeccionar su relación con la corte celestial, y su utilidad porcentual comienza a minimizarse; haciendo que la santidad y la dedicación sean cosas del pasado. También es un hecho que los hijos emularán a los padres en sus naturalezas y funciones, siguiendo al más espiritual, o al más relajado (lo segundo es más común) y veremos hogares divididos, donde la veneración al Dios vivo se ha vuelto relativa, y hasta cierto punto, innecesaria. El mundo y sus atracciones, harán el resto, dando la última estocada.
*** Si pensamos que Pablo quiere entramparnos, ¡nada más lejos de la verdad! Lo que él asume es la honestidad, asociada ésta a la autenticidad de nuestra fe, y de nuestra franca vocación de servicio buscando el agrado divino; y también la decencia (compostura y recato) de modo que nuestros descendientes se vean afectados por la limpieza de nuestra conducta, y lo firme de nuestra elección como gente de Dios. En tales circunstancias, gozaremos de la anuencia y la aceptación de la Deidad, promoviendo en nuestros hijos los valores positivos que ellos continuarán guardando. La vida ejemplar tiene un costo, y los cristianos genuinos estamos dispuestos a pagarlo íntegramente.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 09/05/2015
*** El orden de Prioridades: Dios, cónyuge, prole, iglesia, trabajo: puede optimizar nuestro rendimiento, y satisfacer a Dios dentro de ese contexto, dando a cada cosa su lugar invariablemente. Pero cuando las prioridades desplazan nuestra relación con el Dios vivo, inmediatamente trastornamos todo, y la familia, la congregación o el trabajo, se transforman en nuestros ídolos, olvidándonos del factor redentor que hacía viable y posible nuestra dicha en aras de una completa armonía con la Deidad y con nuestro prójimo conforme a la solicitud divina.
*** De modo análogo, cuando la consorte asume que su relación con su esposo es su prioridad, y desplaza a Dios del primer lugar, automáticamente comienza a defeccionar su relación con la corte celestial, y su utilidad porcentual comienza a minimizarse; haciendo que la santidad y la dedicación sean cosas del pasado. También es un hecho que los hijos emularán a los padres en sus naturalezas y funciones, siguiendo al más espiritual, o al más relajado (lo segundo es más común) y veremos hogares divididos, donde la veneración al Dios vivo se ha vuelto relativa, y hasta cierto punto, innecesaria. El mundo y sus atracciones, harán el resto, dando la última estocada.
*** Si pensamos que Pablo quiere entramparnos, ¡nada más lejos de la verdad! Lo que él asume es la honestidad, asociada ésta a la autenticidad de nuestra fe, y de nuestra franca vocación de servicio buscando el agrado divino; y también la decencia (compostura y recato) de modo que nuestros descendientes se vean afectados por la limpieza de nuestra conducta, y lo firme de nuestra elección como gente de Dios. En tales circunstancias, gozaremos de la anuencia y la aceptación de la Deidad, promoviendo en nuestros hijos los valores positivos que ellos continuarán guardando. La vida ejemplar tiene un costo, y los cristianos genuinos estamos dispuestos a pagarlo íntegramente.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 09/05/2015
VIVIR EN LA PRESENCIA DE DIOS, A TÍTULO PARTICULAR O COMO PAREJA, ES TRATADO AQUÍ POR EL APÓSTOL PABLO, REVELANDO LA REALIDAD DEL PLANO RELACIONAL EN CADA CASO. UNA SABIA ELECCIÓN, EN EL TIEMPO DE DIOS, PUEDE DARNOS UNA LARGA TEMPORADA DE PAZ PARA SERVIR A DIOS EN LA FLOR DE LA EDAD, ENCONTRANDO LUEGO MARGEN PARA LA FELICIDAD CONYUGAL COMO UN GALARDÓN Y UN PREMIO POR LOS SERVICIOS PRESTADOS EN HORAS PUNTA (EC.11:9;12:1).
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