LIMA - PERÚ VIERNES 30 DE SETIEMBRE DEL 2016
COMENTARIO EXEGÉTICO DE PRIMERA DE JUAN
Primera de Juan 3:6-9.
"Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios".
*** Introducción.- Ya Juan nos ha extendido el panorama de nuestra filiación, de nuestra condición de hijos, sin que se haya completado en el plano experimental todo lo que Dios programó para constituirse en nuestra herencia, lo cual asume una progresiva transformación que opera desde nuestro espíritu, es captada por nuestra mente, y aplicada a nuestra línea conductual en una física expresión. Por eso un milagro es captado por el espíritu, procesado por el alma, y aprovechado por el cuerpo, haciéndose tangible en nuestra experiencia personal. Estamos aguardando la manifestación de los hijos de Dios (así en plural, porque seremos tal como él es); de eso se trata nuestra purificación. Y de allí, Juan vuelve atrás, y nos habla del pecado como la transgresión de la ley (desobediencia y rebelión; inicial la primera, e intencional la segunda, buscando perpetuar esa condición). Es en esa condición que Jesús aparece para QUITAR LOS PECADOS (LIMPIAMIENTO, PURGACIÓN, PURIFICACIÓN); y para hacernos saber que NO HAY PECADO EN ÉL (no hay, pues, forma en la que Jesús nos guíe u oriente al mal en ningún sentido, su naturaleza nos comunica vida de resurrección).
*** (1Jn.3:6) Por lo antedicho, el apóstol nos afirma que el pecado no está asociado a la vida nueva, cuyo género es inviolable (hablo de la naturaleza de Jesús en nosotros según Hebreos 9:28; es decir, sin relación alguna con el pecado que no halla eco en él en lo absoluto), esa actitud del Señor, convertida en la nuestra por la fe y la esperanza, hace que no pequemos contra nuestra realidad existencial y vivencial, mirando el pecado como algo que carece de interés o atracción para nuestra nueva naturaleza. De allí la poderosa afirmacion paulina: En Adán, todos mueren; en Cristo, todos somos vivificados (1Co.15:22). La preservación en una conducta ideal es producida por el contacto sin pausa entre el Señor y sus siervos. En contraste, el apóstol nos lleva a considerar que: todo aquel que peca, NO LE HA VISTO (recordemos las palabras de nuestro Señor a Nicodemo en lo inherente al reino, hablando con éste del NUEVO NACIMIENTO (Jn.3:3-8); y Jesús hablaba con un maestro en Israel (Jn.3:10), NI LE HA CONOCIDO (Aquí se refiere a no tener una revelación acerca de la naturaleza divina morando en su persona según Juan 3:16-21, y Juan 17:3).
*** (1Jn.3:7) Otra vez Juan señala a aquellos que están bajo su paternal cobertura espiritual en calidad de HIJITOS, llamándolos a reflexionar y a no ser víctimas del engaño; porque nadie que haga injusticia puede ser identificado con la justicia que Cristo tiene y muestra vez tras vez.
*** (1Jn.3:8) Juan apunta en esta ocasión una directa referencia a esta clase de gente, haciendo notorio que el QUE PRACTICA EL PECADO, o el que hace del pecado una práctica habitual, un estilo de vida, y parte de su identidad, ES NECESARIAMENTE UN EMISARIO DE SATÁN, y no "un creyente con la guardia baja". ¿Por qué dice tal cosa el apóstol? Porque el diablo PECA DESDE EL PRINCIPIO, y nuestra caída en transgresión, y nuestra saturación en el pecado, es el trabajo continuo del enemigo de nuestras almas, quien utiliza la MATRIX del presente siglo malo para mantener a los seres humanos no redimidos al margen de la vida; y a los creyentes carnales, en sus pasatiempos religiosos, guiándolos a la inutilidad y a la intrascendencia (Jn.8:44). La manifestación o aparición de nuestro Señor Jesucristo, como el Hijo de Dios, era para DESHACER LAS OBRAS DEL DIABLO; sí, sacarnos del trance hipnótico, fascinante y embrujador en que nos manteníamos mientras estábamos en nuestra ignorancia (1Co.12:1-2; Hch.14:14-18; 2Co.4:4; 1Ts.1:9). Por eso, cuando Cristo llegó, el reino satánico lo resintió, pues recibía la célica intimación para rendirse; su necedad, hizo necesaria la muerte, sepultación y resurrección para proclamar la victoria y el triunfo sobre toda fuerza enemiga, y DESHACER LAS OBRAS DEL DIABLO.
*** (1Jn.3:9) Juan dice más, y me encanta su valentía en la expresión, porque eso solamente lo hace alguien que está convencido de la obra divina en su plenitud, y no teme ser trascendente en sus dichos y hechos. Nótese, por favor, su expresión: TODO AQUEL QUE ES NACIDO DE DIOS (Jn.3:3-8), implicando el panorama relacional en lo neocreacional; NO PRACTICA EL PECADO (no hace del pecado su práctica habitual, estilo de vida, su hábitat, su norma o su costumbre). PORQUE LA SIMIENTE DE DIOS PERMANECE EN ÉL (Esto nos refiere que lo que Dios nos dio está contenido totalmente en el Verbo divino, en la Palabra de Dios, en el hecho de que ella se convierta en algo fijo, constante, coherente con el divino fluir según Juan 5:39). Lo que ha nacido de Dios, y nos referimos a la vida de resurrección, a la nueva creación está diseñada para no pecar, y mantenerse anclada en la fe hasta su celeste recogimiento. Y NO PUEDE PECAR (no es lo suyo, no es su naturaleza, y cada semilla se reproduce conforme a su género), PORQUE ES NACIDO DE DIOS (es una nueva creación, permaneciendo inafecta al pecado).
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 30/09/2016