LIMA - PERÚ SÁBADO 03 DE SETIEMBRE DEL 2016
COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS
Romanos 13:1-6.
"Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo".
*** Introducción.- El caminar a la par con los santos, el sentirse parte de la grey, sin resentirse a causa de los indóciles y renuentes, pone a prueba nuestra fidelidad fraternal, nuestro balance emocional y nuestro nivel de tolerancia también. La práctica constante de la empatía (no de la caridad o afecto mal entendido que azuza al desordenado a vivir esclavo de sus concupiscencias, y a los demás, a tener que sufrirlo indefinidamente) que nos identifique con él en sus déficits, pero también en su deseo de cambiar y de ser de utilidad para el cuerpo de Cristo, es de suma importancia. La retribución para con el que obra mal debe ser dejada en manos de Dios, omitiendo el vengarnos por nosotros mismos. La necesidad de vencer lo malo con lo bueno nos ayudará a no envenenar nuestros corazones, y a mantenernos como gente de paz y de virtud.
*** (Ro.13:1a) Pablo nos eleva un peldaño más en el área de la obediencia, haciéndonos conocer las figuras de autoridad, y cómo dicha posición no es auto asumida, sino propuesta y refrendada por él para mantener el control de todas las cosas en buen nivel. El Señor avala la autoridad como un principio escritural que somos llamados a obedecer en todo trance. Cuando la misma no es representada en el orden precisado por la Deidad, ya no es autoridad, sino dictadura, llamando ésta a la insurgencia contra el abuso de la autoridad (Ec.5:8) . Las constituciones de los países contemplan la posibilidad de la insurgencia para resistir los abusos dictatoriales, y en caso que cualquier ley se halle en conflicto con la constitución, la ley marcada por esta última es la que ha de prevalecer, porque asi lo indica la ley de leyes, o la constitución política del estado. Y es por eso que los apóstoles replicaron ante los representantes del sanedrín: "...Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios..." (Hch.4:18-20,19e). Por lo demás, no se nos indica el ser insurrectos, o el llamar al yihad seudo cristiano. La obediencia de Pablo a los cónsules, los pretores, los centuriones, y a las leyes que por entonces gobernaban la nación judía bajo el dominio de Roma, nos dan la pauta para movernos de acuerdo a las mismas, y no crear la impresión que debemos resistirnos a todo y a todos. ¡Qué Dios alumbre nuestro nivel de entendimiento!
*** (Ro.13:1b) Aquí hallamos un término imperativo que no admite réplicas: La obediencia implícita a las autoridades superiores, hablándonos aquí del panorama jerárquico que surge de nuestro plano relacional: Dios - Autoridad delegada - Obediencia y Sumisión - Comunión. La autoridad marca la responsabilidad ante quien las respalda con su poder; aquellos que viven bajo esa potestad han de obedecer a sus autoridades al vivir dentro de un territorio común que los hace andar en comunión con los mismos. Así, la autoridad no es resentida por los gobernados, quienes se ven beneficiados por el orden prefijado, obedeciendo de modo natural las consignas que forjan el orden, y producen la paz y la prosperidad conjunta. Pablo arguye que no hay autoridad aparte de la que Dios asignara, y que él estableciera, debemos entender que cuando obedecemos a la autoridad, estamos obedeciendo a Dios.
*** (Ro.13:2-3) La resistencia a la autoridad: activa, pasiva, rebelde o elusiva, estará yendo contra el orden cósmico, buscando el hacer fracasar al propósito eternal, y el resultado para los rebeldes será el juicio o la condenación. El temor a la autoridad es para el infractor, no para el ciudadano o contribuyente obediente (1Ti.1:7-11). Si el malo teme a la autoridad delegada por Dios, tiene sus motivos por su oposición a la voluntad soberana del Padre, y porque Dios hará juicio contra él debido a su rebelión. Por eso Pablo nos da esta recomendación: ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? ¡Fácil! Haz lo bueno, y esa autoridad no vendrá contra ti, sino que te alabará por hacer lo pertinente.
*** (Ro.13:4) El apóstol enseña que la autoridad representativa es SERVIDOR DE DIOS para tu bien. Esto nos muestra el servicio que éste presta para que el orden divinal se establezca con una perspectiva clara, sirviendo al propósito eterno. En contraposición, él nos indica que si nos dedicamos a hacer lo malo (maldad intrínseca), entonces sí procede el sentir temor, razón por la cual porta la espada (o arma de reglamento para apoyar con poder y resolución su autoridad), y Pablo insiste: ES SERVIDOR DE DIOS, VENGADOR (aquí se afirma una resolución apoyada por el mismo Padre para proceder contra el maligno y sus agentes) PARA CASTIGAR al que hace lo malo. Ya Dios nos solicitó en el capítulo anterior que nos abstengamos de vengarnos por nosotros mismos, y que él se haría cargo de ello; así la autoridad delegada tiene el permiso para obrar en el nombre del Señor contra cualquier sublevado que quebranta el orden instituido divinamente.
*** (Ro.13:5) El apóstol nos dice que ES NECESARIO ESTARLE SUJETOS, y no sólo por razón del castigo que puedan aplicar, sino por causa de la conciencia. Los que tienen un espíritu travieso podrían buscar hacer cosas cuando no son vistos, dar el esquinazo, o aprovechar para pasar por alto la ley, creciendo en el mal escondido o disimulado, pensando que es posible engañar a Dios, lo cual no es factible (Gá.6:7). Recomendamos a los ilusionistas o Houdinis, escapistas profesionales con largo prontuario en épocas de impiedad, que se abstengan de obrar así a nivel corporativo, porque escrito está: "Ay del impío, mal le irá". Lo ue éstos consideran una "travesura", Dios lo juzga como conducta profana, y como tal será vista, examinada, juzgada y castigada.
*** (Ro.13:6) El pago de nuestros tributos es para que estos SERVIDORES DE DIOS continúen prestándonos un servicio útil, y brindándonos seguridad, limpieza, tranquilidad, y todo lo que regularmente la sociedad precisa para vivir en paz y en bendita armonía con Dios y con los hombres.
*** (Ro.13:1a) Pablo nos eleva un peldaño más en el área de la obediencia, haciéndonos conocer las figuras de autoridad, y cómo dicha posición no es auto asumida, sino propuesta y refrendada por él para mantener el control de todas las cosas en buen nivel. El Señor avala la autoridad como un principio escritural que somos llamados a obedecer en todo trance. Cuando la misma no es representada en el orden precisado por la Deidad, ya no es autoridad, sino dictadura, llamando ésta a la insurgencia contra el abuso de la autoridad (Ec.5:8) . Las constituciones de los países contemplan la posibilidad de la insurgencia para resistir los abusos dictatoriales, y en caso que cualquier ley se halle en conflicto con la constitución, la ley marcada por esta última es la que ha de prevalecer, porque asi lo indica la ley de leyes, o la constitución política del estado. Y es por eso que los apóstoles replicaron ante los representantes del sanedrín: "...Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios..." (Hch.4:18-20,19e). Por lo demás, no se nos indica el ser insurrectos, o el llamar al yihad seudo cristiano. La obediencia de Pablo a los cónsules, los pretores, los centuriones, y a las leyes que por entonces gobernaban la nación judía bajo el dominio de Roma, nos dan la pauta para movernos de acuerdo a las mismas, y no crear la impresión que debemos resistirnos a todo y a todos. ¡Qué Dios alumbre nuestro nivel de entendimiento!
*** (Ro.13:1b) Aquí hallamos un término imperativo que no admite réplicas: La obediencia implícita a las autoridades superiores, hablándonos aquí del panorama jerárquico que surge de nuestro plano relacional: Dios - Autoridad delegada - Obediencia y Sumisión - Comunión. La autoridad marca la responsabilidad ante quien las respalda con su poder; aquellos que viven bajo esa potestad han de obedecer a sus autoridades al vivir dentro de un territorio común que los hace andar en comunión con los mismos. Así, la autoridad no es resentida por los gobernados, quienes se ven beneficiados por el orden prefijado, obedeciendo de modo natural las consignas que forjan el orden, y producen la paz y la prosperidad conjunta. Pablo arguye que no hay autoridad aparte de la que Dios asignara, y que él estableciera, debemos entender que cuando obedecemos a la autoridad, estamos obedeciendo a Dios.
*** (Ro.13:2-3) La resistencia a la autoridad: activa, pasiva, rebelde o elusiva, estará yendo contra el orden cósmico, buscando el hacer fracasar al propósito eternal, y el resultado para los rebeldes será el juicio o la condenación. El temor a la autoridad es para el infractor, no para el ciudadano o contribuyente obediente (1Ti.1:7-11). Si el malo teme a la autoridad delegada por Dios, tiene sus motivos por su oposición a la voluntad soberana del Padre, y porque Dios hará juicio contra él debido a su rebelión. Por eso Pablo nos da esta recomendación: ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? ¡Fácil! Haz lo bueno, y esa autoridad no vendrá contra ti, sino que te alabará por hacer lo pertinente.
*** (Ro.13:4) El apóstol enseña que la autoridad representativa es SERVIDOR DE DIOS para tu bien. Esto nos muestra el servicio que éste presta para que el orden divinal se establezca con una perspectiva clara, sirviendo al propósito eterno. En contraposición, él nos indica que si nos dedicamos a hacer lo malo (maldad intrínseca), entonces sí procede el sentir temor, razón por la cual porta la espada (o arma de reglamento para apoyar con poder y resolución su autoridad), y Pablo insiste: ES SERVIDOR DE DIOS, VENGADOR (aquí se afirma una resolución apoyada por el mismo Padre para proceder contra el maligno y sus agentes) PARA CASTIGAR al que hace lo malo. Ya Dios nos solicitó en el capítulo anterior que nos abstengamos de vengarnos por nosotros mismos, y que él se haría cargo de ello; así la autoridad delegada tiene el permiso para obrar en el nombre del Señor contra cualquier sublevado que quebranta el orden instituido divinamente.
*** (Ro.13:5) El apóstol nos dice que ES NECESARIO ESTARLE SUJETOS, y no sólo por razón del castigo que puedan aplicar, sino por causa de la conciencia. Los que tienen un espíritu travieso podrían buscar hacer cosas cuando no son vistos, dar el esquinazo, o aprovechar para pasar por alto la ley, creciendo en el mal escondido o disimulado, pensando que es posible engañar a Dios, lo cual no es factible (Gá.6:7). Recomendamos a los ilusionistas o Houdinis, escapistas profesionales con largo prontuario en épocas de impiedad, que se abstengan de obrar así a nivel corporativo, porque escrito está: "Ay del impío, mal le irá". Lo ue éstos consideran una "travesura", Dios lo juzga como conducta profana, y como tal será vista, examinada, juzgada y castigada.
*** (Ro.13:6) El pago de nuestros tributos es para que estos SERVIDORES DE DIOS continúen prestándonos un servicio útil, y brindándonos seguridad, limpieza, tranquilidad, y todo lo que regularmente la sociedad precisa para vivir en paz y en bendita armonía con Dios y con los hombres.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 03/09/2016
EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD ES UNA CARACTERÍSTICA DIVINA, PUES ÉL HACE TODO CON SU AUTORIDAD SOBERANA, Y NOS LLAMA A SOMETERNOS A SU AUTORIDAD DIRECTA Y A SU AUTORIDAD DELEGADA, PARA QUE HACIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS PODAMOS VER CORONADO TODO SU ESFUERZO EN EL ESTABLECIMIENTO DEL REINO. LA OBEDIENCIA A LA AUTORIDAD DELEGADA ES ALGO QUE DEBE ESTAR RIGIENDO EN EL CORAZÓN DE CADA CREYENTE.
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