miércoles, 28 de septiembre de 2016

DADO EL VALOR DE LA PROMESA DIVINA, ES UN IMPERATIVO ESTAR AL TANTO DEL DIVINO FLUIR EN NOSOTROS EN UNA FORMA TRIPARTITA, REAL Y MANIFIESTA. EL ENGAÑO GNÓSTICO HACIÉNDOSE PRESENTE CON SUS ENSEÑANZAS ANTICRISTIANAS, HA DE SER COMBATIDO POR LA UNCIÓN QUE DIOS HIZO REPOSAR EN NOSOTROS, IMPLICANDO QUE NUESTRA NATURALEZA ESPIRITUAL RECOBRADA POR DIOS CON UN VALOR ETERNAL CON LA VIDA DE RESURRECCIÓN, DEBERÁ HACER ECO DE LA NATURALEZA DIVINA, MOSTRANDO CON NUESTROS HECHOS LA VIGENCIA DE NUESTRA ESPERANZA Y LA PRESENCIA DE DIOS EN NOSOTROS EN UNA FORMA VIVA Y EFECTIVA.

LIMA - PERÚ  MIÉRCOLES 28 DE SETIEMBRE DEL 2016

COMENTARIO EXEGÉTICO DE PRIMERA DE JUAN

Primera de Juan 2:25-29.

"Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna. Os he escrito esto sobre los que os engañan. Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él. Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él".

*** Introducción.- Habiendo establecido la realidad existencial del anticristo en sus muchos seguidores (negadores sistemáticos de la venida del Señor en carne), negando la esencialidad del Hijo, y demostrando que permanecen ajenos a la revelación divina que el Padre imparte por el Espíritu, se acentúa la naturaleza maligna de estos farsantes. Y Juan insistió que esa negativa del Hijo, equivalía a su excepción de la paternidad divina. La imperativa confesión de la fe en el Hijo, corroboraba la Paternidad divinal como un hecho incontrovertible. La insistencia apostólica, de PERMANECER EN LA ENSEÑANZA DEL PRINCIPIO, es una norma en todo escrito apostólico. La permanencia en los principios apostólicos es el fiel testigo de ser parte del pueblo de Dios que confiesa al Padre y al Hijo como una realidad operativa en ellos.

*** (1Jn.2:25) El hermano de Jacobo sintetiza su enseñanza con esta breve declaración: Esta es la promesa que él nos hizo, LA VIDA ETERNA. El concepto que se tiene de la vida eterna es de algo que no termina, porque Dios nos ubica en su contexto, y nos considera dignos de habitar en su presencia (Lc.20:34-36); siendo su propósito incluido en la gracia que hemos recibido en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos; indicando que ésta apuntaba al plano eternal; y que fuera manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio (2T.1:9b-10). Recordemos que cada vez que el apóstol Juan se refiere a nuestra salvación, él utiliza esta expresión: LA VIDA ETERNA; entendiéndose la misma mediante la justificación, santificación y redención, dando motivo para que nos gloriemos en el Señor (1Co.1:30-31). Algo que siempre hacen los apóstoles es ministrarnos la salvación como un hecho real, seguro y completo en todas sus instancias, razón por la que somos sellados con el Espíritu Santo (Ef.4:30).


*** (1Jn.2:26) Las menciones continuas de Juan respecto al espíritu del anticristo, y de los muchos anticristos, nos revela el fluir constante de los gnósticos, y su persistencia en el engaño para apartar a los hermanos de la justicia divina, la negación del Señorío de Jesús, y el rechazo al Padre en términos de gloria y de redención. El apóstol señala a esta gente como ENGAÑADORES, y ese es el criterio que hemos de tener acerca de ellos, repudiándolos por sus conductas rebeldes, mentirosas, infames y profanas.


*** (1Jn.2:27) La referencia aquí es el hecho de que el Espíritu Santo se ha fusionado con nosotros, y que solamente sus directivas deben ser escuchadas como el eco divino en nuestro fuero interno, corroborando toda la enseñanza que se nos impartiera por el Señor, entendiendo que no requerimos nada adicional para funcionar dignamente para el Señor. Aquel aceite que fuera derramado sobre Aarón y que fuera calificado como el buen óleo sobre su cabeza, desciende por su barba, bajando hasta el borde de sus vestiduras, empapándolo totalmente, es comparado con el rocío de Hermón que desciende sobre los montes de Sión; porque allí envía Yahweh bendición y VIDA ETERNA (Sal.133:2-3). La habitación divina, de orden corporativo según el Salmo 133:1, es llamada a esta unidad de corazón y de Espíritu, para expresar la divina bondad en toda su extensión. Dios derramó de su Espíritu en nosotros como algo permanente, y nos llama a contactarnos con él cuando queremos saber algo sobre sus directivas, movimientos, intención y funcionalidad; no requiriendo de auxilios o apoyos filosóficos de quienes aducen ser nuestros mentores con la mejor intención; cuando su único anhelo es arrastrarnos en pos del error. ¿Cuánto puede enseñarnos el Espíritu Santo? Todas las cosas (Col.3:1-2; 2P.1:3). ¡Qué esto nos haga ver cuán indispensable es tener un conocimiento cabal de las funciones de nuestro espíritu humano: Conocimiento revelacional espiritual; la Intuición o percepción en ese orden; la Consciencia que discierne la misma; y la comunión, que permite la asociación con Dios en Espíritu y verdad, en principios y prácticas! ¡Ay de los carnales que gustan desconectarse hasta que la batería se descarga completamente, dejándolos botados en algún limbo de incierta etiología. El apostólico cuño nos asegura que la Unción es verdadera, Y NO ES MENTIRA; y nos insta a permanecer en la enseñanza de Jesús y sus apóstoles.


*** (1Jn.2:28-29) Y ahora (última vuelta a la tuerca), nuevamente el HIJITOS que no excluye a nadie y abriga a todos los discípulos, se nos aconseja: PERMANECED EN ÉL; implicando esto la firmeza en la esperanza, y la seguridad de que todo lo enseñado posee valor trascendente. Su manifestación, llegada o venida, no debe asustarnos, sino inspirarnos confianza, y no sentirnos avergonzados de nosotros mismos por nuestras falencias o infidelidades. El sello de nuestra filiación con él es el emular su justo accionar, para la gloria de Dios; pues así como él es justo, así lo somos nosotros también haciéndolo todo a su sazón.



EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA   28/09/2016

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