LIMA - PERÚ SÁBADO 18 DE MAYO DEL 2019 MENSAJE # 3147
JOEL 2:12-19, 21.
"Por eso pues, ahora. dice Yahweh, Convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón. no vuestros vestidos, y convertíos a Yahweh vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación para Yahweh vuestro Dios? Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Yahweh, y digan: Perdona o Yahweh, a tu pueblo y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? Y Yahweh, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. Responderá Yahweh, y dirá a su pueblo: He aquí yo te envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio ante las naciones ... Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Yahweh hará grandes cosas".
=== La gráfica descripción hecha por Joel en el capítulo primero, nos consterna hasta el extremo. Más allá del plano poético o lírico, está la magnitud de las devastaciones que nos permiten imaginar una visión horrorosa respecto al juicio que el Padre ejecuta entre aquellos que ama por negarse tercamente a arrepentirse. Debo acotar que siempre me he maravillado de cómo la nación isaelita podía ser tan necia y obstinada, desoyendo la voz divina que los instaba a arrepentirse de sus iniquidades, y a desechar la idolatría que los hacía ser tan perversos, pues el engaño del pecado endurece los corazones y obdura el entendimiento, haciendo a las personas más tenaces en su resistencia y rechazo a la Deidad (He.3:12-13). Aunque el amor divino es persistente en intimarnos al arrepentimiento, los corazones endurecidos se tornan totalmente refractarios y relapsos, promoviendo que Dios use su línea dura con aquellos a los cuales ama intensamente. La justicia divina no es negociable, no dejando jamás que el culpable sea tratado como inocente, ni al revés. La bondad divina exige que las personas que la reciban, tengan al arrepentimiento como una moneda de recambio. Así fue que al anunciarse el reino, el Señor exigía el arrepentimiento y la conversión para verse beneficiados por la gracia que, como medio, les asegurara el reino vía la redención.
=== Los retornos a la comunión con la Deidad (sacrificios más, sacrificios menos) nunca fueron una solución para el problema del pecado (He.10:5-10); procediendo de allí la exigencia del Padre que figura en nuestro pasaje de Joel 2:12 y ss. Hay aquí un AHORA QUE PROPONE: "CONVERTÍOS A MÍ CON TODO VUESTRO CORAZÓN, con ayuno y lloro y lamento; siendo estas últimas las manifestaciones externas de una realidad interior que se compunge al máximo. Pero todo esto no puede reemplazar a un corazón contrito y humillado que implora por un cambio que lo conduzca al agrado divino. La abstinencia, el derramar el alma, y el clamor se juntan en un trío que fuera largamente esperado por Yahweh, para así dispensarles su misericordia de un modo general (a todos) e individual (para cada uno). El simbolismo de rasgar los vestidos en señal de dolor y de contrición, debía pasar de lo alegórico hasta hacerse real, rasgando el mismo corazón del penitente, lo cual evidenciaría su arrepentimiento como algo que Dios mismo sintiera que traspasara los cielos, tocando al Padre para recibir el poder sanador, restaurador, trasformador y glorioso que nos hace aceptos en su presencia (He.4:14; Lc.8:46). El Señor garantiza su misericordia y su clemencia para quien lo busque en ese espíritu; y refiere cómo él es tardo para la ira (nunca se dejaba llevar por impulsos apriorísticos o inmediatistas, siendo paciente y longánime en su trato con sus siervos, entendiendo su proceso santificante como algo progresivo, que fuera consiguiendo nuevos niveles en la medida de su avance espiritual. Su gran misericordia, interpretando el sentir de cada corazón en la medida de su empatía para con cada uno, percibiendo el estado del tal en su exacta dimensión, buscando la oportuna salida hacia su amor y su bondad vestida del rojo manto de la misericordia, otorgándola a manos llenas.
=== Y en la última línea el Señor asegura que él se duele del castigo que nos imparte. ¿Por qué? Porque hubiera querido un trato más dulce y tierno para con sus hijos, quienes al no responder a su sobrenatural afecto por ellos, contestando con mohines de disgusto o con caprichosos desdenes que atenúan las divinas bondades y claman por disciplinas constantes, las mismas que no buscan el afecto divino, sino su ira, pasando de la dulzura al rigor, algo que los engreídos provocan a cada momento, como buscando medir el temple del Padre en cuanto a su amor por ellos, pretendiendo que la disciplina desaparezca, espejo en el que jamás se verán. ¿Queremos ver la misericordia divina, con bendiciones añadidas que nos devuelvan los días felices; o preferimos su fuego abrasador? Nuestra determinación debe darse a conocer. Fue por eso que el Señor llamó a todos, sin excepción, al arrepentimiento. ¡Nos arrepentimos Padre, ven con el trigo, el mosto y el aceite que reconforten nuestras almas!
"Por eso pues, ahora. dice Yahweh, Convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón. no vuestros vestidos, y convertíos a Yahweh vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación para Yahweh vuestro Dios? Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Yahweh, y digan: Perdona o Yahweh, a tu pueblo y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? Y Yahweh, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. Responderá Yahweh, y dirá a su pueblo: He aquí yo te envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio ante las naciones ... Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Yahweh hará grandes cosas".
=== La gráfica descripción hecha por Joel en el capítulo primero, nos consterna hasta el extremo. Más allá del plano poético o lírico, está la magnitud de las devastaciones que nos permiten imaginar una visión horrorosa respecto al juicio que el Padre ejecuta entre aquellos que ama por negarse tercamente a arrepentirse. Debo acotar que siempre me he maravillado de cómo la nación isaelita podía ser tan necia y obstinada, desoyendo la voz divina que los instaba a arrepentirse de sus iniquidades, y a desechar la idolatría que los hacía ser tan perversos, pues el engaño del pecado endurece los corazones y obdura el entendimiento, haciendo a las personas más tenaces en su resistencia y rechazo a la Deidad (He.3:12-13). Aunque el amor divino es persistente en intimarnos al arrepentimiento, los corazones endurecidos se tornan totalmente refractarios y relapsos, promoviendo que Dios use su línea dura con aquellos a los cuales ama intensamente. La justicia divina no es negociable, no dejando jamás que el culpable sea tratado como inocente, ni al revés. La bondad divina exige que las personas que la reciban, tengan al arrepentimiento como una moneda de recambio. Así fue que al anunciarse el reino, el Señor exigía el arrepentimiento y la conversión para verse beneficiados por la gracia que, como medio, les asegurara el reino vía la redención.
=== Los retornos a la comunión con la Deidad (sacrificios más, sacrificios menos) nunca fueron una solución para el problema del pecado (He.10:5-10); procediendo de allí la exigencia del Padre que figura en nuestro pasaje de Joel 2:12 y ss. Hay aquí un AHORA QUE PROPONE: "CONVERTÍOS A MÍ CON TODO VUESTRO CORAZÓN, con ayuno y lloro y lamento; siendo estas últimas las manifestaciones externas de una realidad interior que se compunge al máximo. Pero todo esto no puede reemplazar a un corazón contrito y humillado que implora por un cambio que lo conduzca al agrado divino. La abstinencia, el derramar el alma, y el clamor se juntan en un trío que fuera largamente esperado por Yahweh, para así dispensarles su misericordia de un modo general (a todos) e individual (para cada uno). El simbolismo de rasgar los vestidos en señal de dolor y de contrición, debía pasar de lo alegórico hasta hacerse real, rasgando el mismo corazón del penitente, lo cual evidenciaría su arrepentimiento como algo que Dios mismo sintiera que traspasara los cielos, tocando al Padre para recibir el poder sanador, restaurador, trasformador y glorioso que nos hace aceptos en su presencia (He.4:14; Lc.8:46). El Señor garantiza su misericordia y su clemencia para quien lo busque en ese espíritu; y refiere cómo él es tardo para la ira (nunca se dejaba llevar por impulsos apriorísticos o inmediatistas, siendo paciente y longánime en su trato con sus siervos, entendiendo su proceso santificante como algo progresivo, que fuera consiguiendo nuevos niveles en la medida de su avance espiritual. Su gran misericordia, interpretando el sentir de cada corazón en la medida de su empatía para con cada uno, percibiendo el estado del tal en su exacta dimensión, buscando la oportuna salida hacia su amor y su bondad vestida del rojo manto de la misericordia, otorgándola a manos llenas.
=== Y en la última línea el Señor asegura que él se duele del castigo que nos imparte. ¿Por qué? Porque hubiera querido un trato más dulce y tierno para con sus hijos, quienes al no responder a su sobrenatural afecto por ellos, contestando con mohines de disgusto o con caprichosos desdenes que atenúan las divinas bondades y claman por disciplinas constantes, las mismas que no buscan el afecto divino, sino su ira, pasando de la dulzura al rigor, algo que los engreídos provocan a cada momento, como buscando medir el temple del Padre en cuanto a su amor por ellos, pretendiendo que la disciplina desaparezca, espejo en el que jamás se verán. ¿Queremos ver la misericordia divina, con bendiciones añadidas que nos devuelvan los días felices; o preferimos su fuego abrasador? Nuestra determinación debe darse a conocer. Fue por eso que el Señor llamó a todos, sin excepción, al arrepentimiento. ¡Nos arrepentimos Padre, ven con el trigo, el mosto y el aceite que reconforten nuestras almas!
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 18/05/2019 MENSAJE # 3147
UN DIOS AMOROSO Y LLENO DE MISERICORDIA HABLA CLARAMENTE CON SU PURBLO, CON SU NECESIDAD DE VOLVERSE A ÉL DE TODO CORAZÓN PARA RECIBIR PERDÓN Y RESTAURACIÓN
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