LAS SALUTACIONES APOSTÓLICAS TIENEN ESE TOQUE PECULIARÍSIMO QUE NOS LLENA HASTA DESBORDARSE TODO LO QUE ÉL HA PUESTO DENTRO NUESTRO. GRACIA, MISERICORDIA Y PAZ A TODOS.

LIMA - PERÚ   MIÉRCOLES 19 DE JUNIO DEL 2019  MENSAJE # 3179

TITO 1:1-4.

"Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador, a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador".

=== Esta carta pastoral, aunque es oficiada a un consiervo cuya cercanía al apóstol era enorme, no deja de lado cada uno de los detalles que suponen el valor relacional entre el enviante y el destinatario, lo cual es ponderado en una forma precisa y sin exageraciones. Si prestamos atención, aprenderemos lecciones valiosas de lo que es la comunión entre los ministros de Dios, y obreros calificados, quienes actúan con la prudencia y las cualidades que corresponden a hombres de Dios, respetándose y honrando a sus compañeros de milicia. Así, pues, Pablo antepone su condición de siervo de Dios, a la de su apostolado; algo que los hipotéticos predicadores actuales no cesan de mencionar como jerarquía y derecho sobre otros, endulzando sus pretensiones como "paternidad espiritual", con ciertos derechos hegemónicos, en especial en cuanto a famas, glorias y dineros (la carne religiosa nunca deja de blasonar su exaltada posición y sus derechos inalienables como los agentes especiales del servicio público celestial); que hacen que se diluya el aprecio que antes nos merecieran, al descubrir sus ambiciones y sus delirios, y el hecho de que sean los únicos que conocen el número del celular divinal, forjando una exclusiva cadena de intercesores que omitiera mencionar Pablo en Primera de Timoteo 2:5 por falta de espacio y tiempo ¡Aleluya!

=== El que fuera discípulo de Gamaliel, hace notorio que su llamamiento y posición es conforme o según la fe de los escogidos de Dios; vale decir, no teniendo nada que ver con aquellos que usurpan dignidades y privilegios que Yahweh Dios reserva para sus elegidos, y que éstos asumen con gran humildad ante la gracia divinal de quien los tuvo por dignos para ponerlos en el ministerio (1Ti.1:11-14). Los honores y reconocimientos que no provienen de arriba, suelen brotar de los vanamente hinchados por su propia mente carnal (Col.2:18b). Y la fe de los escogidos los hace caminar por seguros derroteros, y SU CONOCIMIENTO DE LA VERDAD se apega a la piedad (eusebeía en griego, que no es otra cosa que la búsqueda del agrado divinal). La piedad, no es una cadena de poses actorales, o de una ficciosa manera de vivir; sino una clara determinación de andar y obrar en armonía con lo que Dios propone y entrar en la comunión con la Deidad en todo lo que ella ha establecido como nuestra idealidad. Luego, Pablo menciona la esperanza, lo cual no es un ¡ojalá!, un ¡tal vez! o un ¡vamos a ver!; porque ésta se origina en la certeza de las promesas divinas; y no en nuestras quimeras o ilusiones sin fundamentos, las que no pasan de ser un buen deseo o una inorgánica emisión de palabras sin valor. Dios se obliga a sí mismo a corroborar cada palabra que sale de su boca, ¡Él jamás miente! Y es por eso que se ha expresado verbalmente y por escrito aun antes de que el mundo fuese.

=== Y así, poniendo la acción a las palabras empeñadas, el Señor estableció a Pablo como el apóstol a los gentiles en la corriente del tiempo, de una forma puntual y exacta, para que toda la humanidad viniera al conocimiento de la verdad, y su salvación se extendiera ilimitadamente mediante la gracia que a todos nos abarcara. Esto es el evangelio del reino, y es lo que Tito había entendido y captado para fluir en ello con todas las fuerzas de su ser, navegando en el mismo cauce que Pablo acerca de su llamado y perspectiva como socio de pacto, y como consiervo amado. Y las bendiciones apostólicas: La gracia (o la dispensación ilimitada y gratuita del divino favor para todo el que la quisiera recibir); la misericordia (actuando en fases críticas) y la paz (el deleitoso resultado del divino obrar a nuestro favor) forjan en el corazón del siervo de Dios una oceánica satisfacción por la dádiva divinal que Yahweh y Jesús nos imparten como una realidad tangible que nos llena de un fraterno amor que ha de bendecir a todos.

EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA   19/06/2019    MENSAJE # 3179.