LIMA - PERÚ VIERNES 19 DE JUNIO DEL 2015
COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS CORINTIOS
Primera de Corintios 13:4-7.
"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".
*** Al abordar la características del amor ágape (genuino, real, verdadero), aparece primero el sufrimiento, pues implica lo más entrañable del ser humano, y su capacidad de resistencia ante lo que lo aflige, amortiguando los golpes que, por causa de lo que ofrece, le causarían un daño de necesidad mortal. Su msma naturaleza, es su propio escudo, pues no nace de lo que otros le inspiran; sino de lo que, por abundar en él, lo lleva a desbordarse, brindarse, sacrificarse; abrigando con ese maravilloso sentimiento aquello que asume como relacional o consanguíneo, embovedando o blindando lo que causa su afecto, atesorándolo para su placer particular.
*** La benignidad que vemos en él, nace de su forma de ser, brindándose del todo, como ya lo refieriéramos. La envidia nace de la pobreza moral, de la carencia de algo, de no poder sufrir la prosperidad o la felicidad de otros; y eso es algo que está bien lejos del amor como una esencia que pudiera embargarlo; y por eso: no es jactancioso, pues vive satisfecho con lo que posee, no despertando en otros sentimientos encontrados que son típicos de la vanagloria.
*** El envanecimiento, es un cuadro de soberbia, de torpe entendimiento que aisla al que lo experimenta, asumiendo una gloria que está lejos de tener. Al estar dentro del contexto de la exactitud estimativa, piensa que los demás tienen el mismo equilibrio, eximiéndose de dañar en forma alguna a los demás. La misma sastisfacción que experimenta lo mantiene al margen del egoísmo, no escondiendo su dicha, sino compartiéndola mediante una actitud amable y gozosa.
*** La felicidad de otros, no lo molesta ni lo indigna; y no es fácil sacarlo de sus casillas o hacer que se enoje, ni considera que estas circunstancias negativas hayan sido hechas con maldad por parte de los otros. la natural bondad que lo posee, lo hace incapaz de pensar mal de los motivos de los demás, exteriorizando su paz con una sonrisa de comprensión e inalterable koinonía.
*** Ello no indica que se sienta indiferente cuando se hace una injusticia, y que lo ejecutado no le importe, ¡lejos! y hace conocer su indignación y su rechazo deplorando toda inconducta, y condenando todo abuso o maldad contra el prójimo, demandando una justicia efectiva que castigue al malvado y restituya al agraviado. Y cuando la verdad triunfa, y se hace justicia, se goza abiertamente y sin disimulo, bendiciendo a los jueces que castigan al malo y defienden al justo con correcta equidad.
*** La naturaleza del amor ágape, lo sufre todo (su sustancia nos apareja para ello); todo lo cree (asume las cosas rescatando lo mejor de las mismas; no es ingenuo ni tonto, no lo entendamos así); todo lo espera (su fe se ha constituido en una fuerza viva que le permite confiar en la intervención divina para que todo acontezca positivamente; no es iluso, antes bien, entiende el plano de la soberanía divina); todo lo soporta (la amplitud de un corazón lleno de amor ágape, contrasta con la estrechez típica del amor propio, pues se ha visto ensanchada para tolerar las circunstancias más increíbles, y sorprendernos).
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 19/06/2015
*** La benignidad que vemos en él, nace de su forma de ser, brindándose del todo, como ya lo refieriéramos. La envidia nace de la pobreza moral, de la carencia de algo, de no poder sufrir la prosperidad o la felicidad de otros; y eso es algo que está bien lejos del amor como una esencia que pudiera embargarlo; y por eso: no es jactancioso, pues vive satisfecho con lo que posee, no despertando en otros sentimientos encontrados que son típicos de la vanagloria.
*** El envanecimiento, es un cuadro de soberbia, de torpe entendimiento que aisla al que lo experimenta, asumiendo una gloria que está lejos de tener. Al estar dentro del contexto de la exactitud estimativa, piensa que los demás tienen el mismo equilibrio, eximiéndose de dañar en forma alguna a los demás. La misma sastisfacción que experimenta lo mantiene al margen del egoísmo, no escondiendo su dicha, sino compartiéndola mediante una actitud amable y gozosa.
*** La felicidad de otros, no lo molesta ni lo indigna; y no es fácil sacarlo de sus casillas o hacer que se enoje, ni considera que estas circunstancias negativas hayan sido hechas con maldad por parte de los otros. la natural bondad que lo posee, lo hace incapaz de pensar mal de los motivos de los demás, exteriorizando su paz con una sonrisa de comprensión e inalterable koinonía.
*** Ello no indica que se sienta indiferente cuando se hace una injusticia, y que lo ejecutado no le importe, ¡lejos! y hace conocer su indignación y su rechazo deplorando toda inconducta, y condenando todo abuso o maldad contra el prójimo, demandando una justicia efectiva que castigue al malvado y restituya al agraviado. Y cuando la verdad triunfa, y se hace justicia, se goza abiertamente y sin disimulo, bendiciendo a los jueces que castigan al malo y defienden al justo con correcta equidad.
*** La naturaleza del amor ágape, lo sufre todo (su sustancia nos apareja para ello); todo lo cree (asume las cosas rescatando lo mejor de las mismas; no es ingenuo ni tonto, no lo entendamos así); todo lo espera (su fe se ha constituido en una fuerza viva que le permite confiar en la intervención divina para que todo acontezca positivamente; no es iluso, antes bien, entiende el plano de la soberanía divina); todo lo soporta (la amplitud de un corazón lleno de amor ágape, contrasta con la estrechez típica del amor propio, pues se ha visto ensanchada para tolerar las circunstancias más increíbles, y sorprendernos).
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 19/06/2015
ESTE ES EL PASAJE MÁS BELLO DEDICADO AL AMOR ÁGAPE, DONDE LA NATURALEZA DEL MISMO SE REVELA EN LA FORMA MÁS DESCRIPTIVA, DULCE Y MARAVILLOSA. QUE LA BELLEZA POÉTICA, DOCTRINAL Y ÚNICA QUE ADORNA ESTA PORCIÓN DE LA PALABRA, CALE PROFUNDAMENTE EN EL CORAZÓN DE CADA CREYENTE.
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