domingo, 18 de septiembre de 2016

LA BELLEZA DE LA COMUNIÓN CON EL PADRE Y CON EL HIJO ES REVELADA AQUÍ DE UN MODO ESENCIAL Y PRÁCTICO, PONIÉNDONOS EN ANTECEDENTES SOBRE CÓMO LA COMUNIÓN PUEDE MANTENERSE CONSTANTE Y SIN PAUSAS. CONSIDEREMOS ESTAS LECCIONES PARA TENERLAS EN CUENTA DURANTE EL TRÁMITE DE NUESTRA PEREGRINACIÓN A LA GLORIA.

LIMA - PERÚ  LUNES 19 DE SETIEMBRE DEL 2016

COMENTARIO EXEGÉTICO DE PRIMERA DE JUAN

Primera de Juan 1:3-7.

"Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado".

*** Introducción.- El plano parentético del verso anterior, refiriéndose a Cristo como la Vida, debe poner en nuestros corazones la certeza de nuestra esperanza como una realidad vivencial; no como una expresión filosófica vacía, o como una afirmación retórica o simbólica, porque no es así. La presencia de Cristo en nosotros, es nuestra esperanza de gloria, de la que podemos asirnos, y de la que podemos testificar porque afecta de manera trascendente nuestra integridad. El creyente no está imaginando nada, no supone nada, no alucina nada; ¡SABE!; y debido a eso, usa el poder asignado por la Deidad en la forma de VIDA HABITANTE Y  ACTUANTE (1Co.2:4-5).

*** (1Jn.1:3) Juan declara en definitiva que LO QUE HEMOS VISTO Y OÍDO (testimonio irrefutable dado por muchos), ESO OS ANUNCIAMOS. Dios nos llama a ser testigos suyos ante todos, presentando defensa con mansedumbre y reverencia ante todos los que demanden razón de la esperanza que hay en nosotros (1P.3:15). Por otro lado, nuestra proclama del divino accionar a favor de todos los que han de creer en él, tiene una mira específica, establecer la comunión entre aquellos que se conviertan al Señor, no sólo para constituirse en testigos a otros, sino para disfrutar juntamente con nosotros LA COMUNIÓN REAL CON EL PADRE Y EL HIJO. La comunión con el Padre, nos habla de la Paternidad divina, estableciendo con ello los derechos que nos competen como hijos de Dios en coigualdad con nuestro Señor y Dios manifestado en carne; sosteniendo el vínculo divino-humano; y la comunión con el Hijo, nos permite conocer nuestra filiación a título personal; no presentándonos ante la Deidad con temor, culpa o condenación; sino en la hermosura de la santidad que Jesús comparte con nosotros como una disfrutable realidad, que la pasión, muerte, sepultación y resurrección de él nos concediera gratuitamente, POR GRACIA, para que "estuviéramos donde él está" (Jn.14:3).

*** (1Jn.1:4) Los destinatarios (es decir, nosotros los hijos de Dios, los santos del Altísimo), hemos de completar nuestro gozo ascendiendo a las alturas con él, percibiendo el aroma celeste, sabiendo que, como ciudadanos de dos campamentos vivimos en fases partidas (cielo-tierra), pero que cuando aquel día llegue, el Padre y nosotros habitaremos juntos en el ambiente que fuera diseñado para nosotros desde antes que el mundo fuese. Esto es el aspecto general de lo que la redención ha llegado a realizar para nosotros; a continuación, el apóstol  nos llevará al procesal, donde las cosas van siendo entendidas en forma fragmentaria, hasta alcanzar el cabal entendimiento, desapareciendo toda duda de nuestros corazones y mentes, afirmándose nuestra convicción, hasta hacerse plena certeza.

*** (1Jn.1:5) Aquí es donde Juan entra en materia, y así como Jesús abriría el opistógrafo que el Padre tenía en su mano, para que los siete sellos fueran abiertos; así Juan abre para nosotros la realidad espiritual que debe componer nuestra fe y nuestra esperanza, y en una forma muy diestra y adecuada, el apóstol nos revela que: "DIOS ES LUZ" (recordemos lo que hizo el Señor en Génesis 1:3, cuando dijo "Sea la Luz", mostrando el panorama revelacional del modo más peculiar y emblemático), y la peculiaridad de la luz, es que todo lo ilumina, descubre y revela, no dejando nada para la imaginación (lo que aquí Juan describirá como tinieblas o zonas oscuras); y añade que cuando Dios revela a sus santos lo que quiere manifestar, no deja ninguna duda, ninguna penumbra, ninguna incertidumbre. Mientras que el gnosticismo navega en medio de una oscuridad tenebrosa, y tiene que alucinar, adivinar o especular sobre lo que vendrá o sobre lo que no entiende, el creyente bajo la revelación divina diserta ampliamente del mundo venidero, afirmando lo que tiene en Dios, su feliz destino y su regia morada; mientras tanto, el gnosticismo tiene que inventar palabras altisonantes, de difícil pronunciación e imposible interpretación, que ofrecen un ámbito amorfo, multidimensional, difuso, extraño e incierto, cuyo final es la nada. Para aquellos que siempre han vivido en penumbras, la opacidad del pensamiento gnóstico supone la luz al final del túnel, poseyendo la capacidad visual de un topo.

*** (1Jn.1:6) Aquellos que afirman estar bajo la divina cobertura, y no tienen una explicación clara y precisa sobre su dimensional percepción, nos mienten descaradamente; haciendo uso de las utopías, las fabulaciones, la idealización mágica y portentosa de lo que no tiene pies ni cabeza. Resulta increíble que los que dicen que tienen el secreto de la prosperidad divina sigan dependiendo del engaño, las ofrendas manipuladas y coactadas bajo maldición, y el esquilmar a quienes por no haber desarrollado espiritualmente quieran comprar lo que Dios ya les otorgó gratuitamente. ¿Venta de ropa donada? ¿Sanidades al mejor postor? ¿Cobrar por lo que Dios ha dado de gracia? ¿Timar a los hermanos neófitos y crédulos cuyas culpas los llevan a pretender obtener con dinero lo que perdieron por desobediencia? ¡Esa "doctrina" es nueva! El apóstol, pues, nos revela la verdad sobre nuestra manera de pensar, y lo inaceptable de la misma según Dios. La práctica de la verdad se echa de ver en la manera de vivir y en los resultados obtenidos por la misma. Dios no puede ser burlado, y lo que sembramos, eso mismo segaremos (Gá.6:7).

*** (1Jn.1:7) El andar en la luz es el moverse en línea con lo ordenado por la Deidad, moviéndonos por el Espíritu en la Vida del Señor Jesús. El andar en la luz, como el Señor se mueve en ella, es lo que permite que nuestra comunión con él no desaparezca, que nos mantengamos en el ideal paralelismo de cielo y tierra donde solamente una voluntad es realizada: la de Dios, de modo que se llegue a la plena convergencia. El plano interrelacional, fraterno y bendito, es mantenido dentro de esta perspectiva, moviéndonos como hermanos y camaradas de milicia; y Juan señala que la sangre de Jesús nos SIGUE LIMPIANDO de toda nuestra naturaleza pecaminosa. Dicha expresión figura en un tiempo aoristo en griego, indicando una acción que comenzó y continuará hasta cubrir su objetivo. La limpieza del pecado es la base para la continua comunión.


EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA    19/09/2016

1 comentario:

  1. EL PLANO RELACIONAL CON LA DEIDAD Y CON NUESTROS HERMANOS EN LA FE DEPENDE DEL DESEO Y LA CAPACIDAD QUE TENGAMOS PARA GUARDAR LA COMUNIÓN EN UNA FORMA EFECTIVA, APARTÁNDONOS DEL MAL, BUSCANDO LA SANTIDAD, Y MANTENIENDO UN ESTILO DE VIDA AGRADABLE A DIOS ANDANDO POR EL ESPÍRITU.

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