martes, 20 de septiembre de 2016

LA REALIDAD DE NUESTRA HERENCIA ESPIRITUAL HA DE SER APRECIADA EN SU TOTALIDAD. NO PODEMOS NEGAR LOS HECHOS EN CUANTO AL PANORAMA REDENTIVO; COMO TAMPOCO PODEMOS NEGAR LAS SOLUCIONES DADAS POR EL PADRE PARA QUE TODA OBSTRUCCIÓN LEGAL SE VEA SUPERADA, DE MODO QUE NUESTRA JUSTICIA SE VEA VINDICADA, Y SU REALIZACIÓN PUEDA COMPLETARSE, CONVIRTIÉNDONOS EN GENUINOS HEREDEROS DEL REINO DE DIOS.

LIMA - PERÚ   MARTES 20 DE SETIEMBRE DEL 2016

COMENTARIO EXEGÉTICO DE PRIMERA DE JUAN

Primera de Juan 1:8-10.

"Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros".

*** Introducción.- Cuando la vida cristiana se inunda de luz, toda tiniebla desaparece, y aquello que no era visible, debido a la penumbra, acusa su presencia como una realidad insoslayable. Es así que cuando argüimos que tenemos comunión con el Señor, nuestra conducta y procederes rimarán con su naturaleza justa, santa y buena. El andar del creyente es como su imagen en el espejo, la cual corresponde a quien se observa en él de modo inequívoco, revelando su física apariencia tal como él es. De modo análogo, nuestro estilo de vida, y nuestro diario fluir hace eco de la realidad que nos afecta, haciendo del andar en la verdad nuestro cabal testimonio de la realidad célico-pedestre en la que vivimos... ¡Se notará! El andar en la luz es la forma testimonial de lo que afirmamos con nuestros labios, y sostenemos con nuestra santa manera de vivir. La comunión entre nosotros es reconocida por nuestro andar fraternal, y la confianza que tenemos en el lavamiento de nuestra antigua naturaleza por el  valor de lo que se sacrificara para mantenernos dentro del contexto divinal: la sangre de Cristo en el propiciatorio, limpiándonos continuamente ante la atenta mirada de los querubines.

*** (1Jn.1:8) Juan nos revela que las realidades espirituales son totales en nuestro espíritu, mas al permanecer en un cuerpo físico (la naturaleza adámica), se dan los resultados en una forma progresiva en el alma y el cuerpo, entendiendo aquellas áreas que pueden ser visitadas, influenciadas y dominadas por el pecado mientras que no se haga nada al respecto, y ambos son requeridos por el espíritu para posibilitar el cordón de tres dobleces en que se debe convertir nuestra naturaleza tripartita, reactivada por la presencia del Espíritu Santo en nuestro propio espíritu, el cual llama al alma y al cuerpo para participar del orden nuevo de modo tripartito, con nuestro espíritu regenerado y renovado como hábil conductor de nuestro fluir y sino. Si se arguye que no tenemos pecado, colaboramos con el enemigo, no poniendo guardas en nuestras partes vulnerables, facilitándole su pérfido accionar al asumir una postura que no concuerda con la realidad. Nuestra naturaleza caída está presente en nuestra alma (inteligencia, afecto y voluntad o auto determinación), y en nuestros cuerpos (impulsos, instintos y apetitos del biológico accionar), demandando aquello que siempre les había gustado cuando aún no habíamos sido iluminados en nuestro plano trascendente, intoxicándose con todo lo que venía como un impulso interior al que le debemos nuestras enfermedades, nuestros dolores, y el acortamiento de nuestra existencia.


*** (1Jn.1:8b) No hay peor engaño que el engaño de sí mismo, que nos introduce en un mundo de fabulaciones, de inorgánicas emisiones de una supuesta fe, y de la falsificación de una decisión de fe que no pasó de una "oración de entrega" inconsistente, momentánea y circunstancial que después no posee ningún refrendo. La verdad que está en nosotros, no tiene la mentira ni el engaño falaz como su lenguaje o expresión; sino la mayor transparencia en su hablar y sus hechos, demostrando que está gobernada por la vida abundante que lo estableciera como hijo de Dios. Dios aborrece la mentira, y nunca tiene por inocente al culpable. Un creyente no puede tener un lenguaje con doblez, ni un accionar accidentado, sinuoso e inconsistente.


*** (1Jn.1:9) El apóstol pasa ahora a mencionar el medio a través del cual podríamos permanecer en el ámbito de la comunión con el Padre. Al externalizar nuestras culpas, fallas y pecados, arrojamos de nosotros el factor contaminante, creando el espacio necesario para que el testimonio divinal gane ese territorio para Dios (La renovación de entendimiento, el presentar nuestros cuerpos como un sacrificio vivo, santo y agradable al Señor; Ro.12:1-2). Recordemos cómo el cuerpo físico se defiende de los ataques virales o bacteriales procediendo al vómito y las evacuaciones, hasta arrojar del mismo todo aquello que lo dañara o procurara su eliminación, para luego ser recobrado por algún suero, dietas blandas, etc.; manteniendo la vida biológica en un estado saludable. Así, la exhalación del pecado (Kakós, naturaleza pecaminosa inherente como algo esencial, existencial y contaminante de tipo exponencial), se hace estrictamente esencial para la preservación de la vida espiritual anexada a nuestro fluir. Lo que aquí Juan denomina CONFESIÓN=HOMOLOGUEO (Referir las cosas tal como Dios las juzga, reconoce y explica), indica nuestro rechazo a nuestros hechos en contra del orden instituido, llamando al pan, pan; y al vino, vino. Aquí, la palabra pecados (plural) se refiere a los frutos del pecado (singular) como evidencia de su existencia y gobierno en nuestra naturaleza adámica no regenerada. ¿Cómo soluciona esto Dios? Con su fidelidad y su justicia que le permiten PERDONAR NUESTROS PECADOS, Y LIMPIARNOS DE TODA MALDAD. El perdón, es su capacidad para aplicar su justicia en nuestro favor; pero después de ello queda la carga por limpiarnos de toda maldad, siendo esta última el pecado repetitivo que se constituyó hábito, y parte de nuestra naturaleza carnal renuente a ser erradicada... ¡Pero igualito tiene que salir! Y tiene que desaparecer, a fin de que nuestra capacidad para la herencia sea hecha cabal y perfecta para ello.


*** (1Jn.1:10) La fanfarronería del que niega su necesidad de una completa redención tripartita (1Ts.5:23), es propia de las mentes ilusas, las mismas que caerán en una profunda depresión cuando vean sus déficits, y que el manto de su hipotética santidad, tejida con los hilos de la hipocresía, la autoaceptación, y el Oscar de la academia de actuación cinematográfica, sea destejido cuando les venga el diluvio de Mateo 23 sobre todo su pensar y accionar, vestidos de blanqueados sepulcros (disfraz de moda entre los de falsa santidad). Las verdades divinas cualificadas y cuantificadas, nunca son exageradas, siendo discernidas por su sentido de proporcionalidad. Dios nunca nos pide que alucinemos respecto a las realidades espirituales que interactúan con nosotros en el programa redentivo. La verdad divina nos proporciona una clara afirmación de los hechos en el aspecto trascendente (de eternidad a eternidad), actuando en la corriente del tiempo o cronología humana, viendo el final de su accionar como lo definido y definitivo; mientras que el creyente confiesa lo que Dios le muestra, y no necesariamente lo que sus ojos ven en ese instante, estando sujeto a cambios sobre la capacidad operativa divinal que conoce el principio y el fin (2Co.4:16-18). Hemos de procurar que nuestra confesión llegue a alinearse con la divina perspectiva, que no niega la realidad del momento, sino que prosigue en el discurrir del tiempo hasta que lo prometido por Dios se cristalice. Cuando vemos una semilla, decimos: Esto es una semilla; pero cuando la vemos en el sentido de lo que ella posee en calidad de vida interior, podemos argumentar que vemos un bosque que aún no ha desarrollado todo su potencial, y que debe ser puesto en el ambiente ideal para que ello se haga una realidad que alimente a muchos. Si se argumenta que no se ha pecado, la redención estuvo demás, declaramos a Dios como embustero, y la verdad como realidad intrínseca, no nos habita.

EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA   20/09/2016

1 comentario:

  1. NOSOTROS SOMOS LLAMADOS POR DIOS PARA DISFRUTAR DE ÉL ETERNAMENTE. POR ESO CADA CREYENTE HA DE CONOCER CABALMENTE EL DIVINO OBRAR, SU PROGRESIÓN REGENERATIVA, SU TRANSFORMACIÓN Y CONFORMACIÓ; DE MODO QUE SEA UN CLARO EXPOSITOR DE LAS VERDADES DIVINAS,Y DE SU POSICIÓN ANTE SU PADRE Y SEÑOR

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