jueves, 1 de septiembre de 2016

NUESTRA COMUNIÓN CON LOS SANTOS DEL ALTÍSIMO, A NIVEL LOCAL, NOS CONMINA A SER GENTE DISPUESTA Y COLABORADORA; Y NO LASTRES QUE HAGAN MÁS DIFÍCIL LA TAREA DE EJECUTAR LA OBRA DIVINA CON EXCELENCIA. EL FERVOR ESPIRITUAL DEBE SER EN NOSOTROS ALGO PERENNE, QUE NO TIENE NECESIDAD DE SER MOTIVADO O ESPOLEADO PARA EJECUTAR LA VOLUNTAD DIVINA. UNA BENDITA EMPATÍA NOS HARÁ CONDUCIRNOS FRATERNALMENTE EN TIEMPOS DE DICHA Y DE TRISTEZA, ENTENDIENDO QUE ESTAMOS ENFRENTANDO JUNTOS TODAS LAS COSAS, APRENDIENDO A GOZARNOS, Y A LLORAR EN CORO, PERO NUNCA SOLOS.

LIMA - PERÚ  JUEVES 01 DE SETIEMBRE DEL 2016

COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS

Romanos 12:11-15.

"En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran".

*** Introducción.- Ya hemos visto que al ejercitar nuestros dones hemos de hacerlo en la medida de la fe que se nos impartiera. Toda limitación en nuestro fluir ha de llamarnos al respeto por nuestros hermanos, también dotados por el Señor, para que juntos hagamos un trabajo de primer orden, y algo de lo que todos nos podamos sentir gozosos por haber participado, contribuyendo con el Señor y con aquellos que tienen necesidad, que algún día pudiera ser uno de nosotros. La prevalencia del amor fraternal encontrará en la comunión de los santos muchas ocasiones para manifestarse. Una dosis de humildad constante nos hará capaces de transferir a otros la gloria y el poder que sus habilidades en el Señor aportarán para el beneficio mutuo. La vida corporativa es mucho más que simplemente una coexistencia pacífica que deja a cada uno en su esfera particular; pues nuestro grado de involucramiento en las actividades corpóreas son tan importantes como la visión de los dos ojos viendo una sola imagen; dos oídos escuchando un mismo mensaje; dos piernas andando cadenciosamente, dos brazos que pueden ayudarse aplicando una fuerza y balance que hagan todo óptimamente.

*** (Ro.12:11) Si nuestro compromiso familiar fue siempre el de consumir sin colaborar; aquí el entrenamiento te demandará a ser alguien diligente y dispuesto; y no a ser un haragán. El divino obrar nos llama a la espontánea participación, a la inmediata disponibilidad, y al ¡siempre listos! de los antiguos Boy Scouts, marcando no una actividad incesante, sino programada, con ciclos de actividad y reposo previamente acordados. El fervor espiritual no se vende en las boticas o las tiendas de abarrotes; pues el ardiente celo, o la suma eficacia en el accionar, es el producto de nuestra integración al fuir espiritual trascendente, y no al frío gélido de la religiosidad, la misma que busca "cumplir" exteriormente, estando vacía de contenido real, siendo total o parcialmente intrascendente. Si vamos a servir al Señor, todos los miembros del cuerpo de Cristo se verán beneficiados, ya que no se hará acepción de personas.

*** (Ro.12:12) La esperanza, es la fe guardada que nos proporciona combustible para seguir adelante, que confía en las divinas promesas, y no se detiene ante la adversidad, disfrutando con anticipación de lo que es suyo por derecho asignado divinamente; que mira de lejos, cree, lo saluda y lo confiesa cada día, siguiendo inalterablemente la ruta que lo lleva a la tierra prometida (He.11:13b). Son aquellos que ven su aflicción como una segura fuente de gozo para el futuro, que entienden la necesidad de pasar por momentos críticos, porque ello preludia el triunfo, permanecindo seguros dentro del capullo de la oración, manteniendo el contacto con la celeste esfera mientras sus pies caminan hacia su herencia, con pasos lentos, pero seguros.

*** (Ro.12:13) Pablo sugiere aquí que la riqueza acumulada en el plano de la esperanza, sabe compartirse con los demás haciendo caso omiso a la amenaza de la imposibilidad, consciente que su fuente no dejará de proveerle, y que él será el instrumento para que la fe se evidencie en otros, descubriendo el nexo célico-pedestre que sabe dar maná y agua fresca en el desierto; y que con aquella nube de gloria nos cubre a todos en tiempos calurosos; y que se hace cada noche una columna de fuego, para abrigarnos del frío del desierto nocturno, y que nos hace ser hospitalarios el uno con el otro cuando s
e presenta la ocasión.


*** (Ro.12:14) Cuando se nos solicita tener una actitud paradójica: Bendecir a los que nos persiguen, se mide nuestra fe por la obediencia implícita al mandato divino, pidiéndole a Dios el que nos sature de su sentir misericordioso; porque nuestra lengua está sacando de nuestro corazón todas las maldiciones que conocemos, y otras que pudiéramos inventar, las cuales han de ser inhibidas y desechadas en un interdicto emocional que pone a prueba nuestro carácter, y nos hace pasar por esa crisis que examina nuestros corazones en el área de la obediencia al negarnos a nosotros mismos. La maldición es una figura del lenguaje que debe desaparecer de nuestro horizonte en nuestro panorama relacional con otros seres humanos, quienes están hechos a la imagen y semejanza de Dios, dejando que sea Dios quien califique el obrar del maligno y los de su laya, quienes son malditos por maldecirnos. No dejemos que nuestro corazón se contamine con aquellos sentimientos de odio, rechazo y encono que echan a perder nuestro sano fluir como los santos del Altísimo.

*** (Ro.12:15) Ahora, el apóstol nos refiere lo que es la identificación en el fraterno fluir, en el que hemos de compartir con nuestros hermanos sus estados ambivalentes. La dicha de mi hermano no debe ofenderme, inhibiendo mi luto interior que él desconoce, participando de su felicidad, pues ello me extrae momentáneamente de mi pena, experimentando un alivio en mi alma; y cuando sea el momento propicio, compartir mi duelo, invitándolos a compartir mi pesar, y mis tiempos de tristeza, entendiendo que todo tiene su tiempo debajo del cielo. La coexistencia no es lo mismo que la convivencia. La primera nos hace vecinos; la segunda, nos hace familia, y nos llama a vivir juntos cada experiencia, agradable o desagradable.

EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA    01/09/2016

1 comentario:

  1. LA VIDA ESPIRITUAL ESTÁ COMPUESTA DE NUESTRA INTEGRIDAD TRIPARTITA: DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU, OBEDECIDA POR EL ALMA, Y ACTUADA POR EL CUERPO EN UN ACUERDO TRINO QUE GLORIFICA AL PADRE. CADA DETALLE QUE NOS COMPARTE EL APÓSTOL DEBE APERCIBIRNOS SOBRE LO QUE HA DE SER NUESTRO ACCIONAR A NIVEL CORPORATIVO.

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