LIMA - PERÚ DOMINGO 18 DE JUNIO DEL 2017 MENSAJE # 1822
SEGUNDA DE PEDRO 1:3
"Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia".
=== Los días postreros del primer siglo, estando presentes los apóstoles mediante un ministerio itinerante, que partiera de la sede principal en Jerusalén, y que fuera ministrada con palabras y con poder a dondequiera que fueron, fueron testigos del obrar satánico mediante sus agentes, los mismos que se filtraran a nivel eclesial para destruir el testimonio divinal mediante engaños doctrinales y falsas profecías; habiendo de tomar un especial cuidado para que la iglesia novel no fuera inducida fuera de su realidad espiritual y los principios escriturales pertinentes. Es así que Pedro apóstol se ve en la necesidad de impartir un sano entendimiento sobre el accionar del Espíritu en nosotros, en cómo se propicia el crecimiento, y cómo se llega a la madurez, abarcando el conocimiento revelacional inherente a la vida espiritual genuina, la misma que posee específicas características, y que se muestran en una forma dual: (I) La Vida, y (II) La Piedad, siendo recibidas las mismas por el poder divinal, que las transfiere a nosotros mediante la fe. Así, la Vida Genérica compone la realidad vigente, viviente y actuante en cada creyente, evidenciando un panorama tripartito cabal, impulsado por el espíritu humano, recreado y amalgamado con el Espíritu divino, para hacernos conscientes de nuestra naturaleza célico-pedestre, impulsándonos a actuar en consecuencia; y La Piedad, o devoción práctica, que revela esta vida genérica en todo nuestro andar a partir de nuestro nuevo nacimiento, marcando así nuestro éxodo hacia una vida superior que agrada a Dios, y que muestra la sobrenaturalidad de nuestro llamamiento y vocación. El divino poder es el realizador práctico de todo lo impartido.
=== Y la pregunta que surge a partir de estas declaraciones se identifica de esta forma: ¿Cómo se puede hacer esto? (al mejor estilo nicodémico). Y Pedro responde: "Mediante el conocimiento (revelacional) de aquel que nos llamó (acerca de Jesús como el Hijo de Dios y como aquel que nos guía desde nuestro fuero interno para hacer la voluntad del Padre), por su gloria (al estar sentado a la diestra del Padre), y excelencia (habiendo cubierto y cumplido la soberana voluntad del mismo del modo más excepcional). El bagaje de esta victoria, puso en las manos de Jesús la divina habilitación, la misma que llegara hasta nosotros en forma seminal, y que el apóstol califica como PRECIOSAS Y GRANDÍSIMAS PROMESAS, componiendo todas ellas nuestra herencia trascendente. Las promesas son las contenedoras fieles del accionar divino a nuestro favor durante el trámite de nuestra peregrinación a la gloria. Así, pues, en la medida que ellas van siendo asimiladas por el creyente en su realidad bicampamentaria, las tales van ocupando su espacio y su tiempo, operando para que la gloria de Dios pueda verse en nosotros nítidamente, hasta contemplarse en nosotros la naturaleza santa de nuestro Dios y Padre, que será el producto de negarnos a nosotros mismos, y renunciar a nuestros intereses seculares que se contraponen al propósito eternal. El mundo, y sus placeres, van a encontrar nuestra recia resitencia y reacción contra ellos; y después experimentarán el rechazo, pasando luego al olvido; porque nuestro corazón y nuestra mentalidad se habrán reordenado al tener nuevos principios.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 18/06/2017 MENSAJE # 1822
"Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia".
=== Los días postreros del primer siglo, estando presentes los apóstoles mediante un ministerio itinerante, que partiera de la sede principal en Jerusalén, y que fuera ministrada con palabras y con poder a dondequiera que fueron, fueron testigos del obrar satánico mediante sus agentes, los mismos que se filtraran a nivel eclesial para destruir el testimonio divinal mediante engaños doctrinales y falsas profecías; habiendo de tomar un especial cuidado para que la iglesia novel no fuera inducida fuera de su realidad espiritual y los principios escriturales pertinentes. Es así que Pedro apóstol se ve en la necesidad de impartir un sano entendimiento sobre el accionar del Espíritu en nosotros, en cómo se propicia el crecimiento, y cómo se llega a la madurez, abarcando el conocimiento revelacional inherente a la vida espiritual genuina, la misma que posee específicas características, y que se muestran en una forma dual: (I) La Vida, y (II) La Piedad, siendo recibidas las mismas por el poder divinal, que las transfiere a nosotros mediante la fe. Así, la Vida Genérica compone la realidad vigente, viviente y actuante en cada creyente, evidenciando un panorama tripartito cabal, impulsado por el espíritu humano, recreado y amalgamado con el Espíritu divino, para hacernos conscientes de nuestra naturaleza célico-pedestre, impulsándonos a actuar en consecuencia; y La Piedad, o devoción práctica, que revela esta vida genérica en todo nuestro andar a partir de nuestro nuevo nacimiento, marcando así nuestro éxodo hacia una vida superior que agrada a Dios, y que muestra la sobrenaturalidad de nuestro llamamiento y vocación. El divino poder es el realizador práctico de todo lo impartido.
=== Y la pregunta que surge a partir de estas declaraciones se identifica de esta forma: ¿Cómo se puede hacer esto? (al mejor estilo nicodémico). Y Pedro responde: "Mediante el conocimiento (revelacional) de aquel que nos llamó (acerca de Jesús como el Hijo de Dios y como aquel que nos guía desde nuestro fuero interno para hacer la voluntad del Padre), por su gloria (al estar sentado a la diestra del Padre), y excelencia (habiendo cubierto y cumplido la soberana voluntad del mismo del modo más excepcional). El bagaje de esta victoria, puso en las manos de Jesús la divina habilitación, la misma que llegara hasta nosotros en forma seminal, y que el apóstol califica como PRECIOSAS Y GRANDÍSIMAS PROMESAS, componiendo todas ellas nuestra herencia trascendente. Las promesas son las contenedoras fieles del accionar divino a nuestro favor durante el trámite de nuestra peregrinación a la gloria. Así, pues, en la medida que ellas van siendo asimiladas por el creyente en su realidad bicampamentaria, las tales van ocupando su espacio y su tiempo, operando para que la gloria de Dios pueda verse en nosotros nítidamente, hasta contemplarse en nosotros la naturaleza santa de nuestro Dios y Padre, que será el producto de negarnos a nosotros mismos, y renunciar a nuestros intereses seculares que se contraponen al propósito eternal. El mundo, y sus placeres, van a encontrar nuestra recia resitencia y reacción contra ellos; y después experimentarán el rechazo, pasando luego al olvido; porque nuestro corazón y nuestra mentalidad se habrán reordenado al tener nuevos principios.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 18/06/2017 MENSAJE # 1822
LA VIDA CRISTIANA PROGRESIVA HA DE SER ENTENDIDA COMO UNA VIVA RELACIÓN CON EL SEÑOR, UN CONSTANTE SER DIRIGIDOS POR EL ESPÍRITU SANTO, Y UN SENTIDO DE ASCENSO JUNTO CON TODOS LOS SANTOS PARA EL AGRADO DIVINAL.
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