LA CONFLUENCIA DE LOS TIEMPOS, Y EL MOMENTO OPORTUNO PARA QUE LOS GENTILES ENTRARAN A FORMAR PARTE DEL PUEBLO DE DIOS POR LA FE EN CRISTO JESÚS, ESTABA LLEGANDO A ESE PUNTO DE CONVERGENCIA EN EL QUE LA FE DE ABRAHAM SERÍA EL ÁNGULO QUE CERRARA LA PERSPECTIVA EN UNA FORMA PERFECTA. "SABED, POR TANTO, QUE LOS QUE SON DE FE, ÉSTOS SON HIJOS DE ABRAHAM" (GÁ.3:7).

LIMA - PERÚ   MARTES 06 DE OCTUBRE DEL 2015

COMENTARIO EXEGÉTICO DEL LIBRO DE LOS HECHOS

Hechos 10:7-16

"Ido el ángel que hablaba con Cornelio, éste llamó a dos de sus criados, y  a un devoto soldado de los que le asistían; a los cuales envió a Jope, después de haberles contado todo. Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer: pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres, reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor no, porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo".

*** Apenas el ángel que hablara con Cornelio sobre lo que debería hacer para estrechar su contacto con la Deidad se fuera, el centurión ordenó que tres de sus más allegados colaboradores partieran a Jope en busca de esta persona tan especial a la que el Padre estimara como su heraldo escogido. Cornelio promenorizó detalladamente a sus coadjutores lo ocurrido, y envió a estos tres a la casa de Simón el curtidor. El contacto célico-pedestre había de ser dado a conocer a quienes se verían involucrados en ello, y Pedro, su instrumento para el caso, era uno de ellos. Así, mientras aquellos tres iban de camino hacia Jope, el Señor establecía contacto con el apóstol Pedro mediante una experiencia extática. Sigamos a Lucas en su descripción gráfica del evento en sí.

*** Aquellos hombres en el camino, cerca a la ciudad, y Pedro; teniendo la carga para orar antes que dieran las doce; se movían sincronizadamente dentro de sus propios espacios, preludiando un encuentro que le daría al apóstol la información sobre cuál era el paso a seguir. En ese interín, Pedro sintió un hambre muy grande (algo que el Padre saciaría con el bocado de todos los gentiles, siendo ingeridos mediante la ministración del evangelio del reino en la casa de Cornelio, como lo veremos a continuación), y en el trámite de esa oración fervorosa del apóstol, el Señor le mostró una visión de tipo extático (suspendiendo temporalmente los sentidos para el arrobo espiritual correspondiente).

*** ¿Qué vio? Un lienzo que atado de las cuatro puntas bajaba a la tierra ¿Qué contenia? todo tipo de cuadrúpedos, reptiles y aves; y Pedro era invitado a matar los tales y comerlos. Algo como ello le resultaba abominable a la vista, indeseable para su vientre, y repudiable para su corazón; rechazando tal proposición sin más. Y la voz que vino de lo alto le refirió un hecho insólito: la limpieza de todo lo que Pedro consideraba común o inmundo. La triplicada oferta de parte del Señor fue recogida, y llevada otra vez al cielo. 

*** El lienzo asemeja una red de tejido minúsculo para que no escape ningún pez del cardúmen. Las cuatro puntas atadas, representan los cuatro puntos cardinales; el llamado, pues, sería general. El autoaprecio judaico, asumiéndose la única casta que debiera vivir sobre la faz de la tierra, dada su elección; veía al gentilicio como animales inmundos, puercos, marranos, perros; habiendo sublimado su condición sin considerar que en Abraham (raíz del pueblo hebreo) todas las familias de la tierra serían bendecidas, y que esta multitud de herederos (en Abraham), heredaría el mundo; y no sólo la casta natural (como referiría Pablo en su carta a los Romanos). Y los judíos, con el responsable de las llaves del reino otorgadas por Jesús por la expresa voluntad del Padre (Pedro), debían estar conscientes de que NO ERAN LA ÚLTIMA GASEOSA HELADA EN EL DESIERTO (Ro.9-11).