sábado, 9 de julio de 2016

AL HACER UN ANÁLISIS CRÍTICO DE CADA UNO DE LOS CONSIDERADOS, PRIVADA Y MASIVAMENTE, A NIVEL PAGANO Y JUDAICO; LLEGAMOS A LA MISMA CONCLUSIÓN: NO HAY UNO SOLO QUE PUEDA CONSIDERARSE EXCEPTO DE CONDENACIÓN. ¿CUÁL ES EL AFÁN DEL FISCALIZADOR DE CONCIENCIAS? EL SABERNOS CULPABLES, Y NECESITADOS DE LA GRACIA DIVINA QUE EL EVANGELIO LES COMUNICARÁ.

LIMA - PERÚ  SÁBADO 09 DE JULIO DEL 2016

COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS

Romanos 3:9-12.

"¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno".

*** De todo lo expresado en los ocho versos anteriores (Ro.3:1-8), arribamos a esta conclusión cuyo contenido nos inquieta sobremanera. Y Pablo inquiere: ¿Somos mejores que ellos? Aquí él se incluye entre los interrogados, sintiéndose vivamente comprometido con los acusados, y con su plano ético deficitario y punible. En su posición fiscalizadora, el apóstol alude al hecho de que ya se ha acusado tanto a judíos como a gentiles, ¿de qué? De que todos están bajo pecado. El género humano debe despertar al panorama consciente de que todos están bajo el dominio del pecado por una decisión voluntaria que antes los influenciara, y que hoy los coacta como un espíritu guía, como un tirano regente que los hace disfrutar mientras pecan, inyectando en todos ellos la irrealidad que los enajena del plano trascendente, esclavizándolos a lo pasajero y transitorio del siglo presente, para que se condenen junto con el diablo en un eterno castigo (Mt.25:41). Dentro de la corte, nos miramos como reos confesos que no tienen nada que decir en su defensa, y que escuchan la sentencia como un hecho irremisible e inalterable.

*** Y Pablo, cual contundente fiscal, les recuerda el porqué del veredicto como algo que ya había sido especificado en el contexto del panorama profético: "Como está escrito: No hay justo, ni aun uno" (Ro.3:10). Si está escrito, compone un sino determinante en el contexto de las edades, y en el plano generacional que constituyen las mismas; al decir: "No hay justo", nos revela cómo Dios ha hecho una exhaustiva investigación, llegando a una conclusión terrible y definitiva, y para refrendarla, arguye: "Ni aun uno". Todos aguardamos con ansiedad oír de alguien que haya escapado: Un Enoc, un Noé, un Lot, un Elías; pero tal consuelo no llega ni por casualidad, y nos parece escuchar un seco estampido de celestial procedencia que nos comunica en forma estentórea: "Ni aun uno", sellando nuestra condenación en una continua sensación de irredención, una larga marcha que nos conduce al lago de fuego sin que nada ni nadie pueda evitarlo.

*** (Ro.3:11) Aquí, el apóstol apela al área del entendimiento, de haber comprendido la justicia de Dios en un sentido específico, llenándonos de temor ante su presencia, y ajustándonos a las divinas recomendaciones, al poder de sus principios, y la confianza de su invariabilidad en cuanto a ellos. Sin embargo, vuelve a decepcionarnos al decirnos que carecemos de entendimiento, y debido a ello, no buscamos a Dios, porque junto con el disfrute sensorial de lo carnal, nuestro corazón va endureciéndose con el engaño del pecado, tornándonos más necios al morar meramente en el plano instintivo, impulsivo y apetitivo, llevándonos a un deterioro cada vez más profundo y marcado, hasta bestializarnos.



*** (Ro.3:12) Todo lo que requirió el enemigo fue UN DESVÍO, un apartarse progresivamente del camino y de la voluntad divina, rumbo a la inutilidad (la pérdida del sentido y la perspectiva en cuanto a su beneplácito); algo en lo cual la humanidad convergiera con pasión y frenesí, desechando lo bueno con fría determinación, desbordándose en pos de sus pasiones y su vida cíclica sin más miras que nacer, crecer, reproducirse y morir. Una vez más el ojo avizor del Señor le comunica al apóstol la dura realidad operativa de la humanidad degradada: "No hay quien haga lo bueno, no hay NI SIQUIERA UNO"; corroborando lo afirmado en el v.10 (Sal.14:1-3; 53:1-3). Así, pues, de la esencialidad de las convicciones; del entendimiento y de la importancia de entender su destino, se llega a esta conclusión: Hubo una bifurcación que sacó a la humanidad de su ruta recta hacia el Señor: el pecado; y su sentido utilitario se perdió, hasta desdibujarse en el horizonte, desapareciendo la más remota perspectiva de bondad; quedando sólo el mal, y el disfrute sensorial y anímico que los hizo esclavos de lo que quedaba, sumiendo a todos en la inopia de la inconsciencia.

EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA  09/07/2016

1 comentario:

  1. EL APÓSTOL NOS PERMITE CONFRONTAR LA REALIDAD DEL PECADO COMO UNA CARGA VIGENTE QUE NOS ATA Y NOS CONDENA, BUSCANDO QUE NUESTRA LIGADA NECEDAD DESPIERTE, Y ENTIENDA SU NECESIDAD DE SALIR DEL ENTRAMPAMIENTO EN QUE SU CEGUERA LO HA ENVUELTO. RECONOCER NUESTRO PECADO ES BÁSICO, PARA DESPERTAR NUESTRA CONSCIENCIA SOBRE NOSOTROS MISMOS, Y DESCUBRIR NUESTRA NECESIDAD DE SALVACIÓN.

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