COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS.
Romanos 4:1-8.
" ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impio, su fe le es contada por justicia. Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado".
*** (Ro.4:1-2) El apóstol quiere ahondar en el plano relacional del patriarca Abraham con la Deidad, evaluando todos los términos de la misma, para que conozcamos de modo específico la gracia en su aplicación. La forma en la que el patriarca hallara la justificación es de importancia vital, en especial para el pueblo hebreo por su directa descendencia, y porque siempre hubo en ellos el anhelo de hallar algún mérito para la carne, y gloria para su ego, haciéndolos sentirse gente muy especial. Lo eran, por la elección gratuita; mas no por sus méritos. ¡Cuánto los hería esto! Y aunque Abraham hubiera sido justificado por sus obras, teniendo de qué gloriarse, su blasón no tendría forma de valer ante Dios, manteniéndose la invariabilidad de la justicia por gracia, y ello no era ninguna gloria para la carne, actuando como un valor absoluto que se dispensara por la divina bondad, sin pagos ni méritos por nuestra parte. Hemos de recordar que la gracia no se hereda, y que cada persona debe buscarla de la fuente que imparte la misma: Cristo Jesús.
*** (Ro.4:3) Aquí es donde aparece el meollo de este asunto, y Pablo se remite a lo que está escrito: "Que Abraham le creyó a Dios". Vale decir, que el patriarca se proyectó con la Deidad al cumplimiento de su voluntad por las edades, y caminó Abraham con Dios dentro de ese contexto, y fue y volvió en aquella visión trascendente, lleno el corazón de la esperanza que Dios le hiciera abrigar en su pecho por su gracia. Y así como Adán, siendo instruido por Dios en el panorama de la redención, llamó Eva a su mujer, significando que ella era la madre de todos los vivientes (Gn.3:20); también de modo análogo, Abraham mostró su fe al creerle a Dios, y al proyectarse con él por las edades, reveló el sentir de su corazón y su bendita esperanza, obteniendo justicia de parte de Dios. Jesús le reveló a Nicodemo que debía ver el reino para poder entrar en él dentro del contexto neocreacional, siendo ello lo que lo extrajo del judaísmo ritual, y lo invitara a participar del plano trascendente allende la religión. La atribución de la justicia llegó a Abraham como un efecto de su fe en lo que Dios le revelara, poniendo a su cuenta la justicia imputada por Dios, envolviéndolo en el contexto de su gloria creacional que haría herederos del mundo a él y a su simiente en Cristo Jesús, siempre bajo la perspectiva de la fe, como lo veremos más adelante (Ro.4:13).
*** (Ro.4:4-5) Para establecer que la gracia divina enmarca el divino favor aparte de todo mérito, el apóstol refiere que todo trabajo debe ser remunerado por derecho adquirido, y no como una dádiva o una limosna, pues la labor ha de ser reconocida con una asignación salarial; sin embargo, habla también de aquel que no ha trabajado para verse retribuido, PERO CREE EN AQUEL QUE JUSTIFICA AL IMPÍO, SIENDO ESTA CALIDAD DE FE LA QUE SE TOMA EN CUENTA COMO JUSTICIA. Aquellos que caminan del lado del Señor, no pierden el contacto con la realidad, sino que ven más allá de lo evidente, prefiriendo quedarse con lo que se les muestra en el plano eternal, deseando quedarse allí (2Co.3:7-18, 16-18e; 4:16-18; Gn.5:22-24).
*** (Ro.4:6-8) Pablo se traslada aquí al Salmo 32:1-2; pasando del hombre de la Promesa, al del Reino de Dios, David; y de la revelación que éste tuvo acerca de la dicha del hombre a quien Dios le atribuye justicia sin obras, considerando el salmista el precedente abrahámico, y definiendo como dichoso o bienaventurado a quienes sus iniquidades son perdonadas. La palabra iniquidad es un término muy fuerte a nivel hebreo, y el hecho de que estas cosas hayan sido perdonadas, no deja de llamar su atención (recordemos el Salmo 51), y cuyos pecados son cubiertos o expiados, no siendo los tales un motivo de ignominia. Y a continuación aparece la figura del perdón o redención aplicados, encontrando el transgresor que no hay inculpación, es decir que el tal es declarado libre de toda acusación, viviendo como si nunca hubiera hecho mal y en un estado de total limpidez en su plano relacional con la Deidad, y con el resto del género humano. La eficacia de la obra redentora es total, y no hay forma de que vuelvas a ser juzgado por aquello que ya Dios no considera como existente (He.10:17).
*** (Ro.4:3) Aquí es donde aparece el meollo de este asunto, y Pablo se remite a lo que está escrito: "Que Abraham le creyó a Dios". Vale decir, que el patriarca se proyectó con la Deidad al cumplimiento de su voluntad por las edades, y caminó Abraham con Dios dentro de ese contexto, y fue y volvió en aquella visión trascendente, lleno el corazón de la esperanza que Dios le hiciera abrigar en su pecho por su gracia. Y así como Adán, siendo instruido por Dios en el panorama de la redención, llamó Eva a su mujer, significando que ella era la madre de todos los vivientes (Gn.3:20); también de modo análogo, Abraham mostró su fe al creerle a Dios, y al proyectarse con él por las edades, reveló el sentir de su corazón y su bendita esperanza, obteniendo justicia de parte de Dios. Jesús le reveló a Nicodemo que debía ver el reino para poder entrar en él dentro del contexto neocreacional, siendo ello lo que lo extrajo del judaísmo ritual, y lo invitara a participar del plano trascendente allende la religión. La atribución de la justicia llegó a Abraham como un efecto de su fe en lo que Dios le revelara, poniendo a su cuenta la justicia imputada por Dios, envolviéndolo en el contexto de su gloria creacional que haría herederos del mundo a él y a su simiente en Cristo Jesús, siempre bajo la perspectiva de la fe, como lo veremos más adelante (Ro.4:13).
*** (Ro.4:4-5) Para establecer que la gracia divina enmarca el divino favor aparte de todo mérito, el apóstol refiere que todo trabajo debe ser remunerado por derecho adquirido, y no como una dádiva o una limosna, pues la labor ha de ser reconocida con una asignación salarial; sin embargo, habla también de aquel que no ha trabajado para verse retribuido, PERO CREE EN AQUEL QUE JUSTIFICA AL IMPÍO, SIENDO ESTA CALIDAD DE FE LA QUE SE TOMA EN CUENTA COMO JUSTICIA. Aquellos que caminan del lado del Señor, no pierden el contacto con la realidad, sino que ven más allá de lo evidente, prefiriendo quedarse con lo que se les muestra en el plano eternal, deseando quedarse allí (2Co.3:7-18, 16-18e; 4:16-18; Gn.5:22-24).
*** (Ro.4:6-8) Pablo se traslada aquí al Salmo 32:1-2; pasando del hombre de la Promesa, al del Reino de Dios, David; y de la revelación que éste tuvo acerca de la dicha del hombre a quien Dios le atribuye justicia sin obras, considerando el salmista el precedente abrahámico, y definiendo como dichoso o bienaventurado a quienes sus iniquidades son perdonadas. La palabra iniquidad es un término muy fuerte a nivel hebreo, y el hecho de que estas cosas hayan sido perdonadas, no deja de llamar su atención (recordemos el Salmo 51), y cuyos pecados son cubiertos o expiados, no siendo los tales un motivo de ignominia. Y a continuación aparece la figura del perdón o redención aplicados, encontrando el transgresor que no hay inculpación, es decir que el tal es declarado libre de toda acusación, viviendo como si nunca hubiera hecho mal y en un estado de total limpidez en su plano relacional con la Deidad, y con el resto del género humano. La eficacia de la obra redentora es total, y no hay forma de que vuelvas a ser juzgado por aquello que ya Dios no considera como existente (He.10:17).
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 13/07/2016
LA JUSTIFICACIÓN POR MEDIO DE LA FE. LOS EJEMPLOS BÍBLICOS DE ABRAHAM Y DAVID COMO BENDITAS ILUSTRACIONES DE LA REALIDAD HISTÓRICO-PROFÉTICA QUE HASTA HOY NOS MINISTRA EL PADRE POR MEDIO DE SU GRACIA. LA NECESIDAD DE QUE ENTENDAMOS EL FONDO Y LA FORMA EN LA QUE ÉSTA SE EJECUTÓ, Y LLEGÓ HASTA NOSOTROS PARA MOSTRARNOS LA INMENSIDAD DE LA GRACIA DIVINA.
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