sábado, 14 de mayo de 2016

LA LEY DE DIOS ES PERFECTA, Y EN SUS DIEZ MANDAMIENTOS CONDENSA LOS VALORES ABSOLUTOS DE LA ADORACIÓN AL ÚNICO DIOS VIVO Y VERDADERO; Y LA FUERZA VINCULANTE EXISTENTE ENTRE NUESTROS CONGÉNERES DENTRO DE UN PLANO FRATERNAL QUE LA DEIDAD POSTULA Y APRUEBA COMO DIGNO DE ÉL Y DE SU PUEBLO ELEGIDO.

LIMA - PERÚ  SÁBADO 14 DE MAYO DEL 2016

COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA EPÍSTOLA DE SANTIAGO

Santiago 1:25-27.

"Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo".


*** (Stg.1:23-24) Un puntilloso Santiago nos puso en antecedentes respecto a la trivialidad de aquel que se contempla a sí mismo por un instante para un arreglo eventual, perdiendo la percepción de sí mismo al momento que deja de observar su reflejo, implicando que el único interés que lo motivaba era el verse bien, y que su apariencia no fuera menoscabada. Los intereses pueriles son pasajeros, triviales, como quien lee algo "a vuelo de pájaro", olvidando que el testimonio no es cosa de un momento, sino algo de toda la vida, de cada día, y que implica nuestro compromiso para con Dios, los demás, y para con nosotros mismos. El creyente ha de poseer un estilo de vida que se constituya en su identidad como oidor-hacedor; y no solamente para tener un diploma de asistencia que diga que "pasaste por ahí". La persona comprometida tiene como su característica principal el hecho de que oye, y se convierte; oye, y se arrepiente; oye, y se involucra; asumiendo su rol como protagonista de la más grande historia jamás contada. El oidor olvidadizo, oye, y asiente; oye, y se compunge momentáneamente; oye, y se olvida; siendo esa confrontación algo intrascendente, en la que no ocupa su tiempo ni envuelve su sentido vital.


*** (Stg.1:25) En contraposición, el acucioso observador, es un analista de su fluir estructural que no se limita a un rápido vistazo; que observa y preludia las consecuencias cuando las cosas no se hacen conforme a lo prescrito o indicado, buscando arreglar lo defectuoso, o superar aquello que resulte inconveniente o que no cubra el estándar de lo que se planificara. Cuando analizamos la perfecta ley, entendemos el principio de libertad al movernos en el contexto del agrado divino; no mirándolo como un factor limitante o un impedimento; mas entendiendo su diseño, asumiéndolo como el muro que guarda a una ciudad, el que no busca encerrar a sus habitantes; sino darles amparo y protección contra posibles ataques y contingencias, ministrando la seguridad que tan necesaria resulta para desaparecer toda incertidumbre. Todos los que en ella perseveramos, no siendo oidores olvidadizos, sino obradores de la misma, seremos bienaventurados en todo lo que hacemos, esperando bendición, y no maldición.


*** (Stg.1:26) El religioso legalista, que todo lo prejuzga, lo cuestiona y condena, suele ser suelto de lengua; expresando su opinión respecto a todo, asumiendo ser un juez justo, es alguien que engaña su corazón, poseyendo una información insuficiente, y un criterio diminuto y torpe, que lo hace "sentarse a las puertas de la ciudad" porque no tiene nada mejor que hacer, y ¡no porque tenga la preparación o el nivel de un juez! La religiosidad (servicio externo religioso) de esa persona es nula, vana, hueca, insustancial e indigna de crédito; porque se mueve en una forma apriorística, actuando como alguien falto de información y en forma descriteriada, y mal intencionada; que lo único que consigue es el rechazo de Dios, y el de la gente pensante, y conocedora de la ley tal como está escrita y referenciada por el Creador-Redentor.


*** (Stg. 1:27) Santiago define aquí la religión pura (sin mezcla alguna, sin mala intención, justa, equilibrada y apropiada), y sin mácula (sin mancha, sin omisiones ni añadiduras, libre de toda falsa o vana interpretación) se ve representada por tres cosas básicas: 


(I) Visitar a los huérfanos (cuidar de ellos comedidamente, mostrando el amor del Señor para con los que están en una temprana aflicción);


(II) Visitar a las viudas en sus tribulaciones (ministrándoles con un corazón fervoroso a sus necesidades, dada la pérdida de su proveedor natural, y de sus cargas, dada su edad y orfandad matrimonial);


(III) Guardarse sin mancha del mundo (apartados completamente del sistema pecaminoso y opuesto a Dios, identificándose con el Padre en principios y prácticas, mostrando la naturaleza misericordiosa y dispuesta del Señor para con todo y para con todos, marcando la diferencia).

EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA   14/05/2016

1 comentario:

  1. MÁS ALLÁ DE LAS SIMPLES PALABRAS PRONUNCIADAS EN FAVOR DE LA GENTE INDIGENTE, Y DE LOS HIPOTÉTICOS VALORES QUE NUNCA HAN SIDO LA PRINCIPAL CARACTERÍSTICA DE LOS PRACTICANTES DE LA RELIGIÓN, SE HACE PRECISO EL DESPERTAR NUESTROS CORAZONES A UN PLANO FRATERNO FUNDAMENTAL QUE TESTIFIQUE A DIOS Y A LOS HOMBRES NUESTRAS PRÁCTICAS EN LO CONCERNIENTE A NUESTRA SOLIDARIDAD CON LOS DESAMPARADOS.

    ResponderEliminar