LIMA - PERÚ MARTES 31 DE MAYO DEL 2016
COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PEDRO
Primera de Pedro 1:24-25.
"Porque toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anuciada".
*** Un enfoque principal para el apóstol Pedro es la eternidad de lo que se nos otorgara como don inefable, atribuyéndole al Padre la trascendencia de lo neocreacional como nuestra naturaleza esencial. Al contraponer el plano de lo efímero de la hueca existencialidad de corto plazo en la esfera natural, nos dice:
(I) Toda carne es como hierba (y aquí se refiere a lo natural en lo que nos ocupamos tanto, luchando para conservarla, fortalecerla, adornarla y revestirla con lo mejor que podamos; pagándonos ella con un deterioro progresivo, enfermándose, ajándose y muriéndose).
(II) La gloria humana es como la flor de la hierba (nuestro esplendor dura tan poco, que al verlo por unos días, se seca, se agosta, se deforma, y caduca, decayendo rápidamente hasta desaparecer por completo, no dándole al poeta una fuente de inspiración que admita ponderarla en sus versos y canciones, a no ser que desee homenajear a lo efímero).
(III) La hierba se seca, y la flor se cae (el Sol de Justicia, con su calor inmisericorde que imparte vida y esplendor a lo bello y duradero, no puede menos que secar el vigor de lo transitorio, dándole en breve tiempo el color amarillento, y la naturaleza quebradiza a la hierba que el rocío de la mañana deja de cuidar y humedecer, haciendo que su flor se caiga para ser arrastrada por el viento, hasta desaparecer como el tamo de las eras del verano, sin un aroma existencial que perpetúe su recuerdo).
*** En contraposición, la simiente divina que la Palabra de Dios hiciera brotar, lleva el sello de lo que para siempre será, pues ello es su naturaleza, composición y destino. De allí que el Señor no sea ligero para hablar, sino que componga sesuda y celosamente lo que sus labios han de verter, entendiendo que ello cobrará vida dimensionalmente, influenciando permanentemente toda la creación dentro de su soberana voluntad. Los hijos de Dios estamos manejando los valores de tipo eternal con los que no debemos jugar, siendo por eso nuestros hechos y nuestras palabras como algo previamente acordado con la Deidad, de modo que Dios no nos desautorice.
*** El panorama genérico creado por la Palabra de Dios, pone ante nosotros un ámbito en el que nadie debe desentonar, para así no violentar la belleza del paisaje que el Espíritu Santo nos pintara, forjara y estableciera como nuestro hábitat. Así como el testimonio de un hombre no se veía convalidado si éste no tenía por lo menos cuarenta años existenciales, tampoco nuestra niñez hablante se verá convalidada por el Padre, recibiendo la exhortación correspondiente: "Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Yawhweh! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Yahweh: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande...Y extendió Yahweh su mano y tocó mi boca, y me dijo Yahweh: He aquí he puesto mis palabras en tu boca" (Jer.1:6-7, 9). Así, pues, ni las excusas pueriles, ni las inorgánicas emisiones que el Padre no refrenda tendrán su efecto en el contexto del plano eternal que esté cubriendo su plan y propósito.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 31/05/2016
"Porque toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anuciada".
*** Un enfoque principal para el apóstol Pedro es la eternidad de lo que se nos otorgara como don inefable, atribuyéndole al Padre la trascendencia de lo neocreacional como nuestra naturaleza esencial. Al contraponer el plano de lo efímero de la hueca existencialidad de corto plazo en la esfera natural, nos dice:
(I) Toda carne es como hierba (y aquí se refiere a lo natural en lo que nos ocupamos tanto, luchando para conservarla, fortalecerla, adornarla y revestirla con lo mejor que podamos; pagándonos ella con un deterioro progresivo, enfermándose, ajándose y muriéndose).
(II) La gloria humana es como la flor de la hierba (nuestro esplendor dura tan poco, que al verlo por unos días, se seca, se agosta, se deforma, y caduca, decayendo rápidamente hasta desaparecer por completo, no dándole al poeta una fuente de inspiración que admita ponderarla en sus versos y canciones, a no ser que desee homenajear a lo efímero).
(III) La hierba se seca, y la flor se cae (el Sol de Justicia, con su calor inmisericorde que imparte vida y esplendor a lo bello y duradero, no puede menos que secar el vigor de lo transitorio, dándole en breve tiempo el color amarillento, y la naturaleza quebradiza a la hierba que el rocío de la mañana deja de cuidar y humedecer, haciendo que su flor se caiga para ser arrastrada por el viento, hasta desaparecer como el tamo de las eras del verano, sin un aroma existencial que perpetúe su recuerdo).
*** En contraposición, la simiente divina que la Palabra de Dios hiciera brotar, lleva el sello de lo que para siempre será, pues ello es su naturaleza, composición y destino. De allí que el Señor no sea ligero para hablar, sino que componga sesuda y celosamente lo que sus labios han de verter, entendiendo que ello cobrará vida dimensionalmente, influenciando permanentemente toda la creación dentro de su soberana voluntad. Los hijos de Dios estamos manejando los valores de tipo eternal con los que no debemos jugar, siendo por eso nuestros hechos y nuestras palabras como algo previamente acordado con la Deidad, de modo que Dios no nos desautorice.
*** El panorama genérico creado por la Palabra de Dios, pone ante nosotros un ámbito en el que nadie debe desentonar, para así no violentar la belleza del paisaje que el Espíritu Santo nos pintara, forjara y estableciera como nuestro hábitat. Así como el testimonio de un hombre no se veía convalidado si éste no tenía por lo menos cuarenta años existenciales, tampoco nuestra niñez hablante se verá convalidada por el Padre, recibiendo la exhortación correspondiente: "Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Yawhweh! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Yahweh: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande...Y extendió Yahweh su mano y tocó mi boca, y me dijo Yahweh: He aquí he puesto mis palabras en tu boca" (Jer.1:6-7, 9). Así, pues, ni las excusas pueriles, ni las inorgánicas emisiones que el Padre no refrenda tendrán su efecto en el contexto del plano eternal que esté cubriendo su plan y propósito.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 31/05/2016
LA BELLEZA DE TODO LO MARAVILLOSO QUE DIOS CREARA NOS ES COMPARTIDA POR PEDRO, HACIENDO NOTORIO QUE HABÍAN COSAS PASAJERAS, Y OTRAS PERMANENTES, ENSEÑÁNDONOS POR EL ESPÍRITU QUE NO NOS AFERREMOS A LO EFÍMERO, Y A SER TOTALMENTE RESPONSABLES DE ADMITIR AQUELLO QUE ÉL HA DISEÑADO PARA SIEMPRE. LA IMPORTANCIA DE QUE SEAMOS APTOS PARA EXPRESAR LAS PALABRAS QUE ÉL PUSO EN NUESTROS LABIOS, ASEGURANDO ASÍ EL CUBRIMIENTO DE SU PROPÓSITO.
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