LIMA - PERÚ MIÉRCOLES 31 DE AGOSTO DEL 2016
COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS
Romanos 12:7-10.
"O si de servcicio, en servir; o el que enseña en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con lilberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros".
*** Introducción.- Al ser invitados a la cordura en lo concerniente a nuestra posición como parte de los miembros del cuerpo de Cristo, se nos hizo saber que la razón de la dotación era la edificación del cuerpo, y no el asumir un rol particular que nos singularice y nos muestre superiores a los demás. El que se siente superior a sus hermanos, no los sirve; antes bien quiere hacer uso de los tales para glorificarse a sí mismo, perdiendo la perspectiva funcional corpórea, y mostrando con sus hechos que no ingresó por la puerta estrecha de la renovación de nuestro entendimiento, pero saturado de su natutaleza adámica. El servicio es coherente con nuestra funcionalidad, y nuestras limitaciones nos muestran la necesidad de cohesionarnos fraterna, natural y espiritualmente, para optimizar el funcionamiento de la familia de Dios en su contexto principal: el amor fraternal.
*** (Ro.12:7) Si bien el panorama profético mostrado aquí es puesto en el primer plano, (v.6) es porque sólo la palabra profética nos edificará, exhortará y consolará; dándonos una tripartita bendición orientadora para crecer en el Señor, encaminarnos juiciosamente, y entendernos amorosa y fraternalmente en momentos críticos. La voluntad de servicio debe ser proporcional a nuestra dotación, para ser efectiva, y viabilizar el fluir de los santos en el consenso divinal. El Señor nos muestra que solamente los maestros han de ejercer la enseñanza, porque la Iglesia no es un tubo de ensayo, sino el teatro de la guerra, el centro de instrucción y entrenamiento que nos haga excelentes en la campaña contra el enemigo, en un sano entendimiento, y en la debida consolidación de la doctrina, del cuerpo de nuestra fe.
*** (Ro.12:8) El vaso escogido para la exhortación, ha de tener una conducta ejemplar, y no un gesto ácido, o una actitud amargada; pues su trabajo es el de encaminar a todos en una línea de acción coherente con las realidades divinas, y no "para que se parezcan a él" ¡ojo, servidores! La persona que sea llamada a repartir, no ha de ser ni mezquina, ni botarate; ni ridícula ni abusiva. La liberalidad que Pablo propone implica el hacerlo sin acepción de personas, evitando el derroche, y manifestando proporcionalidad, de modo que no surjan los reclamos y las quejas ......¡Brava tarea ésta! Los que son llamados a presidir, deben ser personas equilibradas y conciliadoras, que sepan escuchar, cortar inútiles extensiones innecesarias, y dar fluidez al diálogo coherente, la exacta direccionalidad al tópico, y tener una enorme capacidad de síntesis, evidenciando un juicio lo bastante maduro para la general aceptación. Hacer misericordia con alegría, es algo que luce como paradójico, debiendo caracterizar a esta persona el poder catalizar las cosas más opuestas, porque la misericordia nos habla de una situación o condición tal en el que la recibe que no da margen para el gozo en quien la otorga. Y los corazones de los tales tienen que estar conectados al del Padre, para poder contener la ira y el rechazo, y colocar allí benevolencia y aceptación; cordialidad y disposición, recordando cómo a nosotros Dios no nos echara fuera, y nos diera cabida en su casa con anillo, calzado y un banquete de celebración. ¡Así es el corazón del Padre!
*** (Ro.12:9) La naturaleza esencial del amor no sabe moverse ficciosamente sin evidenciarse. La Iglesia no es Hollywood, donde todo es fraguado y ficticio, irreal, virtual y supuesto, y donde nada es lo que parece. Los camaradas de milicia hemos aprendido a identificarnos con nuestros pares en los espacios más críticos, donde nuestro apoyo significa todo, y el tamaño del enemigo nada. El amor cubre multitud de pecados, y pone en nuestros corazones el evaluar a nuestro prójimo como si se tratara de nosotros mismos. ¡Qué sea ésa nuestra manera de amar! Por otro lado hemos de considerar que lo malo ha de ser aborrecido, intolerable, despreciable y repudiable. Aquí, en el cuerpo de Cristo, nuestras emociones están al servicio de la justicia, y no a una perversa connivencia, es decir al disimulo y la tolerancia del superior acerca de las faltas de los subordinados, o la acción de confabularse con ellos para consentir en algo malo. En la misma medida en que rechazamos lo malo, hemos de admitir gozosos todo lo bueno.
*** (Ro.12:10) La calidad del amor entre nosotros no debe ser menos que el plano fraternal que es la característica de la familia de Dios. El Padre no nos exige más; tampoco menos. Los que aman así, no dan lugar a la envidia, el enconamiento del animo, ni cosas así; y encima SE GOZAN DE TU ÉXITO viéndolo como una gloria que a todos ennoblece, exalta y regocija. Nos hemos de acostumbrar a transferir la gloria como un beneficio plural dentro de la singularidad del cuerpo de Cristo. La unidad es algo que se va generando en el plural fluir, hasta que cada uno es integrado a la felicidad que todos comparten con gran alegría. Los ángeles hacen eso cada vez que alguno de nosotros se salva.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 31/08/2016
*** Introducción.- Al ser invitados a la cordura en lo concerniente a nuestra posición como parte de los miembros del cuerpo de Cristo, se nos hizo saber que la razón de la dotación era la edificación del cuerpo, y no el asumir un rol particular que nos singularice y nos muestre superiores a los demás. El que se siente superior a sus hermanos, no los sirve; antes bien quiere hacer uso de los tales para glorificarse a sí mismo, perdiendo la perspectiva funcional corpórea, y mostrando con sus hechos que no ingresó por la puerta estrecha de la renovación de nuestro entendimiento, pero saturado de su natutaleza adámica. El servicio es coherente con nuestra funcionalidad, y nuestras limitaciones nos muestran la necesidad de cohesionarnos fraterna, natural y espiritualmente, para optimizar el funcionamiento de la familia de Dios en su contexto principal: el amor fraternal.
*** (Ro.12:8) El vaso escogido para la exhortación, ha de tener una conducta ejemplar, y no un gesto ácido, o una actitud amargada; pues su trabajo es el de encaminar a todos en una línea de acción coherente con las realidades divinas, y no "para que se parezcan a él" ¡ojo, servidores! La persona que sea llamada a repartir, no ha de ser ni mezquina, ni botarate; ni ridícula ni abusiva. La liberalidad que Pablo propone implica el hacerlo sin acepción de personas, evitando el derroche, y manifestando proporcionalidad, de modo que no surjan los reclamos y las quejas ......¡Brava tarea ésta! Los que son llamados a presidir, deben ser personas equilibradas y conciliadoras, que sepan escuchar, cortar inútiles extensiones innecesarias, y dar fluidez al diálogo coherente, la exacta direccionalidad al tópico, y tener una enorme capacidad de síntesis, evidenciando un juicio lo bastante maduro para la general aceptación. Hacer misericordia con alegría, es algo que luce como paradójico, debiendo caracterizar a esta persona el poder catalizar las cosas más opuestas, porque la misericordia nos habla de una situación o condición tal en el que la recibe que no da margen para el gozo en quien la otorga. Y los corazones de los tales tienen que estar conectados al del Padre, para poder contener la ira y el rechazo, y colocar allí benevolencia y aceptación; cordialidad y disposición, recordando cómo a nosotros Dios no nos echara fuera, y nos diera cabida en su casa con anillo, calzado y un banquete de celebración. ¡Así es el corazón del Padre!
*** (Ro.12:9) La naturaleza esencial del amor no sabe moverse ficciosamente sin evidenciarse. La Iglesia no es Hollywood, donde todo es fraguado y ficticio, irreal, virtual y supuesto, y donde nada es lo que parece. Los camaradas de milicia hemos aprendido a identificarnos con nuestros pares en los espacios más críticos, donde nuestro apoyo significa todo, y el tamaño del enemigo nada. El amor cubre multitud de pecados, y pone en nuestros corazones el evaluar a nuestro prójimo como si se tratara de nosotros mismos. ¡Qué sea ésa nuestra manera de amar! Por otro lado hemos de considerar que lo malo ha de ser aborrecido, intolerable, despreciable y repudiable. Aquí, en el cuerpo de Cristo, nuestras emociones están al servicio de la justicia, y no a una perversa connivencia, es decir al disimulo y la tolerancia del superior acerca de las faltas de los subordinados, o la acción de confabularse con ellos para consentir en algo malo. En la misma medida en que rechazamos lo malo, hemos de admitir gozosos todo lo bueno.
*** (Ro.12:10) La calidad del amor entre nosotros no debe ser menos que el plano fraternal que es la característica de la familia de Dios. El Padre no nos exige más; tampoco menos. Los que aman así, no dan lugar a la envidia, el enconamiento del animo, ni cosas así; y encima SE GOZAN DE TU ÉXITO viéndolo como una gloria que a todos ennoblece, exalta y regocija. Nos hemos de acostumbrar a transferir la gloria como un beneficio plural dentro de la singularidad del cuerpo de Cristo. La unidad es algo que se va generando en el plural fluir, hasta que cada uno es integrado a la felicidad que todos comparten con gran alegría. Los ángeles hacen eso cada vez que alguno de nosotros se salva.
LA ENSEÑANZA PAULINA SOBRE LOS DONES DE GRACIA HA DE SER CAPTADA A PLENITUD PARA QUE ARMONICEMOS EN LOS PRINCIPIOS DEL SERVICIO ÚTIL, DEL TRABAJO CORPORATIVO CONFORME A LA MEDIDA DE LOS DONES QUE SON IMPARTIDOS PARA OPTIMIZAR LA FUNCIONALIDAD DEL CUERPO DE CRISTO.
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