AL DIRIMIR LAS REALIDADES ESPIRITUALES QUE PERTENECEN A LA NUEVA CREACIÓN, SOMOS TRASLADADOS AL PLANO TRASCENDENTE, TRADUCIÉNDOSE NUESTRA VIDA ESPIRITUAL EN ALGO RESPONSABLE, CIERTO Y ABIERTO. HEMOS DE DEJAR ATRÁS LAS ILUSIONES Y LAS FANTASÍAS, PARA QUE LO TANGIBLE OCUPE EL TIEMPO Y EL ESPACIO REAL DE LOS COMPROMETIDOS PACTUALMENTE CON EL SEÑOR.

LIMA - PERÚ  VIERNES 13 DE MAYO DEL 2016

COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA EPÍSTOLA DE SANTIAGO

Santiago 1:16-24.

"Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación. Él de su voluntad nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas. Por eso, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida como era".

*** Una adecuada reflexión sobre los valores espírituales es estrictamente necesaria, para que no caigamos en las trampas que el enemigo, y nuestra falta de atención, nos ponen delante. En una forma muy paternal y fraterna el autor nos instruye y amonesta, para que no caigamos en el error. Así, se nos manifiesta que la Divina Paternidad posee estas características singulares: 

(a) Las buenas dádivas (añadiendo el calificativo a los dones divinales por su procedencia); 

(b) Los dones perfectos (cabales y completos porque Dios no hace adefesios), provienen de lo alto (refiriéndose a lo que viene de la celeste esfera);

(c) Del Padre de las luces, o Padre de los espíritus, implicando la divina impartición a cada ser que nace a nivel de la humanidad, indicando así nuestra procedencia esencial.

(d) Dios no muda su panorama creacional, y eso significa que no es él quien nos degenera, sino que somos nosotros los que degeneramos nuestra esencia al caer en transgresión y permanecer en el pecado. Su gracia es el método para revertir nuestra condenación, y regenerarnos de modo que seamos aptos por el Espíritu para que, santificados por él, alcancemos nuestra herencia regia.

*** (Stg.1:18) Su voluntad soberana nos eligió para que seamos recreados, mediante el obrar de la palabra de verdad (Jesús como el Verbo de Dios), para constituirnos en los primeros frutos de su nueva creación, o primicias neocreacionales. Recordemos lo referido por Juan en lo tocante a la potestad para ser hijos: "Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Jn.1:12-13).

*** (Stg.1:19-20) Nuestro panorama espiritual no es religioso e hipotético: sino vital y absolutamente real. Por eso hemos de estar muy atentos y dispuestos para un aprendizaje concienzudo y concreto. El que oye atentamente, aprende correctamente; no expresa sus opiniones sólo por el gusto de escuchar su propia voz para que otros sepan que él estuvo allí. Su silencio es directamente proporcional a su atención, tomando nota de todo, procurando grabarlo en su mente y escribirlo en su cuaderno de notas; asimismo, hace gala de una paciencia proverbial, ajustando su juicio a cordel para emular a su Creador-Redentor. La ira humana fabrica injustos jueces, y echa a perder los resultados que hubieran operado positivamente si todo hubiese sido hecho con paz interior y con la exacta apreciación. Dios no nos juzga con su ira, sino con un justo juicio.

***  (Stg.1:21) La purgación de todo lo que nos contamina, enceguece y envenena; y aun de la mas pequeña suspicacia o sospecha que nos haga desconfiar de todo y de todos, que nos llevara siempre a rechazar hasta las cosas buenas, basados en nuestras supersticiones, temores y traumas no superados, deben ser totalmente desechados, pues sólo así recibiremos la palabra que el Señor nos está enseñando, haciéndolo en completa quietud y mansedumbre, impartiendo salvación para nuestras almas, siendo ministrados por su gracia de un modo efectivo, trayendo gozo a nuestros corazones y convicción a nuestros entendimientos siendo cautivados por su paz.

*** (Stg.1:22) El proceso espiritual que viene por el oír, que produce en nosotros la fe mientras somos expuestos a la misma, no debe habitar solamente en el recuerdo, como una instrucción que podría servirnos para algo algún día; sino que tiene que ser metabolizada, para ingerirla y hacerla parte de nuestro ser integral, de modo que nuestro tripartito ser se beneficie en cuanto a su viva expresión de lo que se es en el Señor. El estar atentos a la guianza y a la doctrina que se nos enseña debe traducirse en hechos conforme a la vida ingerida. Soy un convencido que no hay peor engaño que el engaño de sí mismo. Si hacemos menos de lo que sabemos, fallamos en el contexto de la realización; y aunque podamos observar la gloria, no somos partícipes de la misma si no nos involucramos de corazón en ello.

*** (Stg.1:23-24) Los oidores no hacedores, viven una vana ilusión. Les gustan los viajes imaginarios, el fantasear y fabular; los superhéroes y las novelas románticas de mágico cuño; la ciencia ficción y los rituales religiosos; pero les molesta el enfrentar que a través de muchas tribulaciones entraremos en el reino de Dios; prefiriendo un cuento fabuloso "Peterpanesco", y deshojar margaritas en pos de un amor platónico; antes que padecer por su fe. Éstos son aquellos que "se peinan de memoria" , para no tener que mirarse al espejo que les muestre su realidad. ¿Nos hemos mirado en el espejo de la perfecta ley, que nos muestra cómo somos? ¿Nos sentimos los Dorian Gray del siglo XXI? Tengamos el valor de contestarnos, dejando atrás todo narcisismo "sélfico".

EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA   13/05/2016