LIMA - PERÚ MIÉRCOLES 22 DE JUNIO DEL 2016
COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA SEGUNDA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PEDRO
Segunda de Pedro 2:17-22.
"Éstos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para las cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre. Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció. Ciertamente si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser por que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno".
*** (2P.2:17-18) El apóstol Pedro, tras describir la naturaleza de los perversos que buscan desviar al pueblo de Dios de su divinas consignas, los identifica como "fuentes sin agua" (pozos resecos y llenos de contaminación y pestilencia), y "nubes" (indicando su antigua condición de testigos de Dios según Hebreos 12:1a), "empujadas por la tormenta" (perdiendo su ubicación y perspectiva), hacia la zona de oscuridad eternal. Y luego, pasa a describir su lenguaje, y el tono de sus mensajes, mostrando así su gran dominio de las palabras rimbombantes, sobredimensionadas y sin valor real (son grandes demagogos, y conocen el valor de lo insustancial para proponer todo tipo de falacias parlantes y mentales); sabiendo que estas frases de cajón logran seducir a los que habían salido del error con pasos vacilantes y pábilos humeantes, promoviendo en ellos los enredos de la concupiscencia, y los disfrutes temporales del pecado cuando llega la disolución a gobernar nuevamente sus corazones, diluyéndose en un lóbrego mar de insensibilidades con su húmedo abrazo mortal.
*** (2P.19-20) Lo paradójico de todo esto, es que sus baldías promesas de libertad, nos son ofertadas desde las mazmorras de su propia esclavitud, mostrando algo semejante al adicto que confiesa que puede dejar su adicción cuando se le antoje, estando en el clímax de su fármacodependencia, con ojos enrojecidos y su detestable tufo de alcohólico retorcido. Todo el que es vencido por algún vicio, se constituye en esclavo de lo que lo venció; y aquí Pedro nos muestra la tragedia de estas personas, quienes habiendo sido libres de sus azotes y resabios de la contaminación secular, por la virtud de nuestro Señor y Salvador, vuelven a recaer en lo mismo que antaño los dominara, haciendo que su deterioro moral se multiplique, pasando de lo eventual a la cronicidad de su mal, hundiéndose en la irredención; menospreciando la gracia que un día le extendiera la mano, soltándose de ella y rechazándola definitivamente, mostrando el Señor su respeto por nuestra libre determinación, la cual nunca contraría.
*** (2P.2:21-22) El razonamiento apostólico aquí es trágico y desesperanzador, porque no habla de la así denominada "pérdida de la salvación"; sino del voluntario rechazo individual para andar en la luz, prefiriendo el falso consuelo de la oscuridad, en el que la maldad se mimetiza, disimula e interioriza; a la realidad que viene a la luz para mostrar que sus obras son hechas en Dios (Jn.3:17-21). He contemplado dolorosamente a gente con la cual departí, compartí y oré al Señor, volviéndose atrás, diluyéndose su fe como nieve al sol, durando la misma lo que el rocío de la mañana, desapareciendo al clarear el astro rey. Nunca es lo mismo una oración de entrega, que una decisión de fe; la primera, es emotiva y transitoria; la segunda, te compromete de por vida, hasta la regia coronación de la herencia eternal. Y el ex-pescador de Galilea nos recuerda cómo reza Proverbios 26:11: El perro vuelve a su vómito (repugnante costumbre de los canes que uno contempla en sus mascotas, aun de las más finas razas), y la puerca lavada a revolcarse en el cieno (los puercos, como animales inmundos, no sudan, manteniendo consigo todo lo que digieren, produciéndoles ello un terrible escozor cuando sube el calor, que sólo se quita embadurnándose en el barro; de allí su deplorable costumbre). Pedro nos describe las naturalezas no renovadas, y lo fácil que es para éstas retornar a lo mismo. Por ello Pablo nos habla de lo imprescindible de la renovación de nuestro entendimiento, y de la disposición que debe haber para presentarnos ante Dios con una vocación sacrificial que renuncia a continuar en lo mismo de antes, y busca perennizar su identificación con él por tener la mente de Cristo como una realidad vigente (Ro.12:1-2; 1Co.2:16).
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 22/06/2016.
*** (2P.19-20) Lo paradójico de todo esto, es que sus baldías promesas de libertad, nos son ofertadas desde las mazmorras de su propia esclavitud, mostrando algo semejante al adicto que confiesa que puede dejar su adicción cuando se le antoje, estando en el clímax de su fármacodependencia, con ojos enrojecidos y su detestable tufo de alcohólico retorcido. Todo el que es vencido por algún vicio, se constituye en esclavo de lo que lo venció; y aquí Pedro nos muestra la tragedia de estas personas, quienes habiendo sido libres de sus azotes y resabios de la contaminación secular, por la virtud de nuestro Señor y Salvador, vuelven a recaer en lo mismo que antaño los dominara, haciendo que su deterioro moral se multiplique, pasando de lo eventual a la cronicidad de su mal, hundiéndose en la irredención; menospreciando la gracia que un día le extendiera la mano, soltándose de ella y rechazándola definitivamente, mostrando el Señor su respeto por nuestra libre determinación, la cual nunca contraría.
*** (2P.2:21-22) El razonamiento apostólico aquí es trágico y desesperanzador, porque no habla de la así denominada "pérdida de la salvación"; sino del voluntario rechazo individual para andar en la luz, prefiriendo el falso consuelo de la oscuridad, en el que la maldad se mimetiza, disimula e interioriza; a la realidad que viene a la luz para mostrar que sus obras son hechas en Dios (Jn.3:17-21). He contemplado dolorosamente a gente con la cual departí, compartí y oré al Señor, volviéndose atrás, diluyéndose su fe como nieve al sol, durando la misma lo que el rocío de la mañana, desapareciendo al clarear el astro rey. Nunca es lo mismo una oración de entrega, que una decisión de fe; la primera, es emotiva y transitoria; la segunda, te compromete de por vida, hasta la regia coronación de la herencia eternal. Y el ex-pescador de Galilea nos recuerda cómo reza Proverbios 26:11: El perro vuelve a su vómito (repugnante costumbre de los canes que uno contempla en sus mascotas, aun de las más finas razas), y la puerca lavada a revolcarse en el cieno (los puercos, como animales inmundos, no sudan, manteniendo consigo todo lo que digieren, produciéndoles ello un terrible escozor cuando sube el calor, que sólo se quita embadurnándose en el barro; de allí su deplorable costumbre). Pedro nos describe las naturalezas no renovadas, y lo fácil que es para éstas retornar a lo mismo. Por ello Pablo nos habla de lo imprescindible de la renovación de nuestro entendimiento, y de la disposición que debe haber para presentarnos ante Dios con una vocación sacrificial que renuncia a continuar en lo mismo de antes, y busca perennizar su identificación con él por tener la mente de Cristo como una realidad vigente (Ro.12:1-2; 1Co.2:16).
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 22/06/2016.
LA SOLEMNE ADVERTENCIA APOSTÓLICA SOBRE EL DETERIORO MORAL Y ESPIRITUAL QUE PUEDE INTRODUCIRSE SUTILMENTE EN LAS CONGREGACIONES CRISTIANAS, SUS CULTORES, SUS SEGUIDORES; LA NECESIDAD DE MANTENERNOS FIRMES EN CADA UNA DE LAS VERDADES DOCTRINALES QUE FORMAN EL CUERPO DE NUESTRA FE CRISTIANA GENUINA.
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