LIMA - PERÚ LUNES 31 DE DICIEMBRE DEL 2018 MENSAJE # 2949
SEGUNDA DE CORINTIOS 1:3-7.
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con la que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación".
=== Esta segunda carta a los hermanos corintios estará colmada de terribles experiencias para el ministerio apostólico, que ya estuviera advertido sobre los avatares o vicisitudes que habrían de afrontar por la naturaleza de su ministerio, el mismo que confrontaría al reino demoníaco en todas sus instancias, viendo como éste defendería su posición usurpadora hasta el extremo. No todos los corazones están preparados para este nivel de confrontación, y habrán quienes abandonen el ministerio al más ligero revés, y otros que soporten un nivel más amplio, y quienes estarían dispuestos a tolerar todas las pruebas porque estarían conscientes de su llamado y vocación, y en la medida que avanzaran en su brega con el enemigo; como un hecho real, y no como una hipótesis; conocerían el costo de la veteranía en una guerra sin cuartel, siendo sus cicatrices el más notorio saldo de lo que la vida cristiana normal es. Los que viven sueños ilusorios, y quieren hacerse ricos como ministros, no entienden a quién están sirviendo, ni comprenden las etapas grises de sus batallas, y que esto es una campaña, y no eventuales escaramuzas. Las desilusiones y las decepciones son males menores, y el mantenerte firme y sin fluctuar en la profesión de tu esperanza, sosteniéndote verticalmente, te habrían de llenar de experiencias vivas, y de la necesidad de discernirlo todo al andar en el Espíritu.
=== Los que se mantienen dentro de este fluir tripartito, se endurecen frente al castigo, haciendo de cada dolor y de cada dura experiencia, parte de su traje de faena, añadiéndole muescas a su arma de reglamento; y no amargando su ánimo, el cual se alzará siempre dispuesto para defender los derechos divinos y avasallar las fuerzas enemigas dondequiera que con ellas se encuentren. Es así que la misericordia y la consolación serán vistas como delicadas enfermeras en una tierna y bendita labor que masajean nuestros cuerpos, y frotan delicadamente nuestras heridas, y devuelven con un brusco estirón las coyunturas y ligamentos a su correcta posición, devolviéndonos la fortaleza y la utilidad para volver al campo de batalla, familiarizándonos con el dolor, las heridas y cicatrices que van tejiendo las jinetas de nuestros ascensos mientras que atemorizan al enemigo por nuestra condición de sobrevivientes en una guerra que desconoce de treguas, y que clava bayonetas en aquellas plomizas apariencias que aprenden que no todos los cristianos corren despavoridos, y que saben defender su huerto de lentejas hasta matar enemigos en aquellas odiosas estadísticas que hacen temer al enemigo de nuestras almas y a sus esbirros (2S.23:8-10).
=== La consolación ha de transformarse hasta hacerse "maestra vida" en nuestra experiencia personal, sorprendiendo a los novatos aquel rudo combatiente que puede tratarlos a ellos como un hermano mayor, como un padre, como una nodriza, haciendo que sus dolores y sus penas se vayan diluyendo, hasta que los costurones y cardenales van perdiendo su forma hasta hacerse cicatriz, y así, hasta renovarse la piel, sirviendo aquello como una bitácora o un diario que te incita a ser fiel en las fases criticas, y determinante en las batallas más duras, aprendiendo a consolar a otros cuando tus heridas aún están abiertas, y van siendo suturadas por la enfermera Misericordia y la doctora Consolación. En este fluir nadie aprende por leer o ver en la televisión las noticias; sino por la vívida experiencia, que te da la autorizada voz que enseña la veteranía.
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con la que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación".
=== Esta segunda carta a los hermanos corintios estará colmada de terribles experiencias para el ministerio apostólico, que ya estuviera advertido sobre los avatares o vicisitudes que habrían de afrontar por la naturaleza de su ministerio, el mismo que confrontaría al reino demoníaco en todas sus instancias, viendo como éste defendería su posición usurpadora hasta el extremo. No todos los corazones están preparados para este nivel de confrontación, y habrán quienes abandonen el ministerio al más ligero revés, y otros que soporten un nivel más amplio, y quienes estarían dispuestos a tolerar todas las pruebas porque estarían conscientes de su llamado y vocación, y en la medida que avanzaran en su brega con el enemigo; como un hecho real, y no como una hipótesis; conocerían el costo de la veteranía en una guerra sin cuartel, siendo sus cicatrices el más notorio saldo de lo que la vida cristiana normal es. Los que viven sueños ilusorios, y quieren hacerse ricos como ministros, no entienden a quién están sirviendo, ni comprenden las etapas grises de sus batallas, y que esto es una campaña, y no eventuales escaramuzas. Las desilusiones y las decepciones son males menores, y el mantenerte firme y sin fluctuar en la profesión de tu esperanza, sosteniéndote verticalmente, te habrían de llenar de experiencias vivas, y de la necesidad de discernirlo todo al andar en el Espíritu.
=== Los que se mantienen dentro de este fluir tripartito, se endurecen frente al castigo, haciendo de cada dolor y de cada dura experiencia, parte de su traje de faena, añadiéndole muescas a su arma de reglamento; y no amargando su ánimo, el cual se alzará siempre dispuesto para defender los derechos divinos y avasallar las fuerzas enemigas dondequiera que con ellas se encuentren. Es así que la misericordia y la consolación serán vistas como delicadas enfermeras en una tierna y bendita labor que masajean nuestros cuerpos, y frotan delicadamente nuestras heridas, y devuelven con un brusco estirón las coyunturas y ligamentos a su correcta posición, devolviéndonos la fortaleza y la utilidad para volver al campo de batalla, familiarizándonos con el dolor, las heridas y cicatrices que van tejiendo las jinetas de nuestros ascensos mientras que atemorizan al enemigo por nuestra condición de sobrevivientes en una guerra que desconoce de treguas, y que clava bayonetas en aquellas plomizas apariencias que aprenden que no todos los cristianos corren despavoridos, y que saben defender su huerto de lentejas hasta matar enemigos en aquellas odiosas estadísticas que hacen temer al enemigo de nuestras almas y a sus esbirros (2S.23:8-10).
=== La consolación ha de transformarse hasta hacerse "maestra vida" en nuestra experiencia personal, sorprendiendo a los novatos aquel rudo combatiente que puede tratarlos a ellos como un hermano mayor, como un padre, como una nodriza, haciendo que sus dolores y sus penas se vayan diluyendo, hasta que los costurones y cardenales van perdiendo su forma hasta hacerse cicatriz, y así, hasta renovarse la piel, sirviendo aquello como una bitácora o un diario que te incita a ser fiel en las fases criticas, y determinante en las batallas más duras, aprendiendo a consolar a otros cuando tus heridas aún están abiertas, y van siendo suturadas por la enfermera Misericordia y la doctora Consolación. En este fluir nadie aprende por leer o ver en la televisión las noticias; sino por la vívida experiencia, que te da la autorizada voz que enseña la veteranía.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 31/12/2018 MENSAJE # 2949.
LAS BATALLAS CONTRA EL ENEMIGO NOS MINISTRAN SABIDURÍA, ESTRATEGIA Y ASTUCIA PARA ENFRENTARLOS, Y NUESTROS TEMORES VAN SIENDO VENCIDOS HASTA TRANSFORMARSE EN ARROJO Y CORAJE PARA SALIR NUEVAMENTE VENCEDORES.
ResponderEliminar