lunes, 18 de enero de 2016

LA PRIMERA EPÍSTOLA A LOS TESALONICENSES, SEGÚN MUCHOS LA PRIMERA EPÍSTOLA DE PABLO A UNA IGLESIA, NOS TRAERÁ AL CORAZÓN LOS INICIOS DE TODAS LAS CONGREGACIONES, Y LO QUE ERA LA DOCTRINA ELEMENTAL Y SIMPLIFICADA CLÁSICA DEL APÓSTOL, DÁNDONOS LA PAUTA PARA FLUIR EN EL MISMO ESPÍRITU, PUDIENDO FRUCTIFICAR PARA LA GLORIA DE DIOS.

LIMA - PERÚ   LUNES 18 DE ENERO DEL 2016

COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS TESALONICENSES.

Primera de Tesalonicenses 1:1-3.

*** Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en vuestras oraciones, acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo".

*** Ésta es considerada la carta más antigua escrita por el apóstol Pablo, y la primera de sus epístolas a los hermanos tesalonicenses, que fue la segunda congregación que fundara el hombre de Tarso, después de su primer viaje misionero (apostólico) a Filipos. Veamos:

*** El apóstol ubica aquí a otros miembros del equipo apostólico, los mismos que contribuyeran en algún momento en el discipulado y la consolidación de la iglesia local de Tesalónica, que era la capital de la provincia de Macedonia. La triple salutación llega a los hermanos de la iglesia de Tesalónica de modo directo, incluyéndolos en la voluntad del Padre y del Hijo por establecer el reino de los cielos. La Deidad nunca actúa en forma independiente, sino que lo hace en un plano trinitario, expresando su voluntad como un acuerdo trino que no se altera en la corriente del tiempo: El Padre, ordena y apareja; el Hijo, acata y ejecuta; el Espíritu Santo mantendrá la solidez de lo creado por ambos en el contexto de las edades, siendo su trabajo la perpetuación de la obra del Padre y del Hijo, componiendo ello nuestra herencia trascendente (Hch.26:18). Así, la gracia (dádiva divina) y la paz (la obra justificadora del Señor Jesús según Ro.5:1), se unen para darnos la plena consciencia del perdón divinal, y la segura aceptación por la obra regeneradora y renovadora del Paracleto (Tit.3:5).


*** Lo usual en Pablo, en su ministerio intercesor, era el orar continuamente por todos los miembros de las iglesias, rogando al Padre por la estabilidad y el despertamiento espiritual de los santos, así por la fidelidad y la dedicación que son propias de gentes que han creído en el mensaje del reino. Hubo, pues, tres cosas básicas en el desarrollo de los hermanos tesalonicenses que conformaban las bases doctrinales que el apóstol enseñara: 

(1) El obrar en la Fe.- La fe no es un estandarte o una presea que se exhibe en una absoluta pasividad; sino una capacidad operativa que te insta a creer, apropiándotela, asumiéndola y usándola para compartir a otros lo que se hizo sólido en ti. La fe no es un libro en una biblioteca, un recuerdo, un diploma, o un mérito que se quedara estático en el tiempo; sino la chispa de la vida comunicada desde arriba que vive inquieta por comunicarse a otros sin llegar a agotarse (una zarza que arde sin consumirse; el fuego que arde en el altar que debe seguir sin apagarse, porque ello es símbolo de la vida útil, que cada cierto tiempo ha de ser renovada por los sacerdotes, aquel don que ha de ser avivado o activado por el feliz poseedor de la llama divina que arde en él). Así, pues, es carga divina el iniciarlo; y la nuestra, el mantenerlo vivo.


(2) El trabajo del Amor.- El amor no es un sentimiento que se inhibe, sino una carga expansiva, que abarca a todos los que le rodean, y que los lleva a la unidad de visión, criterio y acción. Su contracción tiene como perspectiva el empoderarse, atrayendo todo lo divino hacia sí; para luego expandirse e impartirse a la totalidad del cuerpo llevando la vida como su naturaleza esencial, renovándose cada veinte y tres segundos mientras circula por nuestro ser integral. La expansión equivale a la novedad de vida; la contracción al recibirlo todo para renovarlo y enviarlo de nuevo en estado de pureza, comunicando la vida que fluye en armonía con el principio divinal, sosteniendo la misma en el contexto de lo que agrada a Dios. El amor, pues, no es un silente observador de los acontecimientos; sino el propiciador de los mismos, cubriendo el propósito del Padre según la cadencia que el Padre le impusiera.

(3) La constancia en la Esperanza.- El escritor de Hebreos (Pablo, según muchos) describe así la constancia de la esperanza: 

(I) Mirándolo de lejos (apuntando a la promesa divina como algo que se observa a la distancia, excitándonos para alcanzarla);

(II) Creyéndolo (asumiéndolo como algo real, y no como un espejismo, trayendo al corazón como una posesión lo que se ha divisado, haciéndolo cercano por la fe);

(III) Saludándolo (Esto nos refiere la constante exhalación de un hecho que se da por real y por cumplido, asumiendo su tenencia, percibiendo que la distancia de ayer es menor que la de hoy, y que la de mañana, será menor que la de hoy, sintiendo que la alcanzaremos por la fe y la paciencia);

(IV) Confesando que eran extranjeros y peregrinos (implicando que su viaje a la tierra de promisión aún no había concluido, que estaban de paso hacia lo que era eternal en esencia, y que su confesión duraría hasta estar en el territorio de su herencia, ya que entonces el maná podía cesar).

EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA   18/01/2016

1 comentario:

  1. INGRESAMOS AL PANORAMA ESPIRITUAL BÁSICA PARA EL PUEBLO DE DIOS, DE QUE COMPRENDAMOS ESTO DEPENDERÁ NUESTRO PROGRESO ESPIRITUAL, Y NUESTRA ESTABILIDAD EN NUESTRA VIDA CRISTIANA

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