LIMA - PERÚ VIERNES 18 DE MARZO DEL 2016
COMENTARIO EXEGÉTICO DEL LIBRO DE LOS HEBREOS
Hebreos 1:7-9.
"Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego. Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros".
*** (He.1:7) El autor observa detenidamente el plano referencial para entender los orígenes y la importancia de las naturalezas, de las funciones y de la perspectiva del servicio para cada entidad mencionada. Así, se refiere a los ángeles como vientos o espíritus, asumiendo su esencialidad de uno de los cuatro elementos que forman la esfera pedestre: El viento; y acerca de sus ministros, toma de lo ígneo, para representar su rol en su comunicación con nosotros, sus santos redimidos. Lo aéreo, representa lo etéreo; lo ígneo, suele brotar de las entrañas de la tierra, significando alumbramiento, purgación, juicio y purificación. Cuando ambos se juntan en un holocausto, transportan nuestras oraciones. alabanzas y adoración ante el trono celestial.
*** (He.1:8) Al referirse al Hijo, lo regio se resalta primero, implicando preeminencia, derecho, autoridad y prevalencia. Y se habla de su trono, de su divina naturaleza, y de lo imperecedero de su posición por todas las edades. Acto seguido, se menciona el cetro, figura externa de autoridad que implica un dominio de orden general, haciendo orgánica cada emisión que de él saliera por los regios intereses. El fluir del mismo es reconocido como equidad, indicando que siempre ejecuta lo que la Deidad ordena, preside, presenta y requiere, haciendo la perfecta voluntad del Padre.
*** (He.1:9) La justicia (la rectitud de carácter y de conducta; lo que eres, lo que haces) imprime en todo el sello de la naturaleza divinal, de lo que el Padre disfruta, de lo que ordena que se haga; tanto en el cielo como en la tierra. La justicia inherente al individuo implica que él se complace en hacerla, en realizarla, y la tiene como la fuente de su paz. No basta con saber de ella; hay que respetarla, considerarla, amarla y ejecutarla, como la prioridad que todo lo estabiliza, ordena y alínea con la voluntad Paterna, expresando su naturaleza justa, sintiendo la dicha de poderla realizar de consuno con el Padre. En paralelo, y en contraposición, hay para con la maldad un total aborrecimiento, que hace que repudiemos no solamente los hechos en sí, sino también el darle algún lugar o espacio en nuestros corazones, pensamientos o impulsos. El rechazo, y la ira vindicativa es lo único que la maldad debe esperar de todo renacido.
*** (He.1:9b), La unción, en el sentido positivo y escritural, marca la singularidad de la elección para una dignidad específica, una divina asignación que hará que la voluntad divinal se cumpla a la perfección. Marca también una separación para el uso divino, una consagración y dedicación como un sello particular que implica la célica exclusividad que lo singularizara entre los seres celestiales que le hacían compañía. El óleo de gozo, es un símbolo peculiarísimo de la divina aceptación (Mt.3:17: 17:5), y también del deleite que el Padre experimenta al saber que todo su intento, en cuanto al propósito, se cumpliría de seguro, sellándolo anticipadamente.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 18/03/2016
*** (He.1:7) El autor observa detenidamente el plano referencial para entender los orígenes y la importancia de las naturalezas, de las funciones y de la perspectiva del servicio para cada entidad mencionada. Así, se refiere a los ángeles como vientos o espíritus, asumiendo su esencialidad de uno de los cuatro elementos que forman la esfera pedestre: El viento; y acerca de sus ministros, toma de lo ígneo, para representar su rol en su comunicación con nosotros, sus santos redimidos. Lo aéreo, representa lo etéreo; lo ígneo, suele brotar de las entrañas de la tierra, significando alumbramiento, purgación, juicio y purificación. Cuando ambos se juntan en un holocausto, transportan nuestras oraciones. alabanzas y adoración ante el trono celestial.
*** (He.1:8) Al referirse al Hijo, lo regio se resalta primero, implicando preeminencia, derecho, autoridad y prevalencia. Y se habla de su trono, de su divina naturaleza, y de lo imperecedero de su posición por todas las edades. Acto seguido, se menciona el cetro, figura externa de autoridad que implica un dominio de orden general, haciendo orgánica cada emisión que de él saliera por los regios intereses. El fluir del mismo es reconocido como equidad, indicando que siempre ejecuta lo que la Deidad ordena, preside, presenta y requiere, haciendo la perfecta voluntad del Padre.
*** (He.1:9) La justicia (la rectitud de carácter y de conducta; lo que eres, lo que haces) imprime en todo el sello de la naturaleza divinal, de lo que el Padre disfruta, de lo que ordena que se haga; tanto en el cielo como en la tierra. La justicia inherente al individuo implica que él se complace en hacerla, en realizarla, y la tiene como la fuente de su paz. No basta con saber de ella; hay que respetarla, considerarla, amarla y ejecutarla, como la prioridad que todo lo estabiliza, ordena y alínea con la voluntad Paterna, expresando su naturaleza justa, sintiendo la dicha de poderla realizar de consuno con el Padre. En paralelo, y en contraposición, hay para con la maldad un total aborrecimiento, que hace que repudiemos no solamente los hechos en sí, sino también el darle algún lugar o espacio en nuestros corazones, pensamientos o impulsos. El rechazo, y la ira vindicativa es lo único que la maldad debe esperar de todo renacido.
*** (He.1:9b), La unción, en el sentido positivo y escritural, marca la singularidad de la elección para una dignidad específica, una divina asignación que hará que la voluntad divinal se cumpla a la perfección. Marca también una separación para el uso divino, una consagración y dedicación como un sello particular que implica la célica exclusividad que lo singularizara entre los seres celestiales que le hacían compañía. El óleo de gozo, es un símbolo peculiarísimo de la divina aceptación (Mt.3:17: 17:5), y también del deleite que el Padre experimenta al saber que todo su intento, en cuanto al propósito, se cumpliría de seguro, sellándolo anticipadamente.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 18/03/2016
AL SER COTEJADO Y COMPARADO CON OTROS SERES ANGELICALES, LA FIGURA EXCELSA DEL SEÑOR RESALTA POR SU NATURALEZA, ORIGEN, ELECCIÓN Y EXALTADA POSICIÓN. NO HAY NADA QUE SE LE PUEDA COMPARAR. ES NUESTRO SEÑOR Y NUESTRO DIOS.
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