LIMA - PERÚ MIÉRCOLES 09 DE MARZO DEL 2016
COMENTARIO EXEGÉTICO DE LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS COLOSENSES
Colosenses 3:5-10.
"" Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría: cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemias, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno".
*** La consciencia de ser una persona de dos campamentos (cielo y tierra), sobre la base de que el dominio o guianza ha de darse al espiritual por encima del natural, debe estar claramente precisada en la mente y en los corazones de todos los santos. La consciencia de ser "de arriba", nos lleva a mantener nuestra comunión con el Padre y el Hijo como una constante invariable, asimismo, descubrimos que la carne debe ser sometida a través de diversas renuncias, y de regulaciones que supongan el agrado divino, y no la "satisfacción dual". Obsérvese de plano que Dios no nos despoja del goce de una sexualidad correcta; pero prohibe la fornicación, la impureza o contaminación sexual con alguien que no es nuestro consorte o cónyuge.
*** Nos habla de nuestros malos deseos (concupiscencia y desórdenes que lo afrentan), y de la avaricia, que implica la relación contaminante y mortal con Mammón, el dios de las riquezas, siendo el amor al dinero la raíz de todos los males según 1 de Timoteo 6:10a. La idolatría es un pecado que nos aleja definitivamente de Dios, contemplado por la primera tabla de la ley, y que el Padre no pasa por alto. No nos quejemos de la ira divina viniendo en contra nuestra si esa es nuestra actitud, robándole la adoración al que la merece en forma única.
*** Pablo describe aquellos desórdenes como la vida antigua y secular cuando estábamos ajenos a los beneficios del pacto, viviendo nuestra muerte sumidos en el hades externo, donde la naturaleza caída tiene su sentido y sazón, disfrutanto todo lo impuro, lo injusto, lo deshonesto, lo contaminado, lo execrable, lo pervertido; pues eso era lo que les suponía "la vida y el placer". Éstas eran las manifestaciones de la maldad más notorias; pero habían otras que el apóstol nombrará como signos claros de nuestros déficitis en el área espiritual, entre los cuales destaca:
(a) La ira (la explosión del carácter expresado en palabras, actitudes negativas y desfiguros que no obran nunca la justicia divina),
(b) El enojo (la ira de acción retardada que busca una venganza para con alguien especifico en un momento propicio y largamente acariciado),
(c) La malicia, como el estar inclinado a lo malo, moviéndose opuestamente a la virtud; un alto grado de perversidad y malignidad, una propensión a pensar mal, suspicacia y recelo. Esta es la gente que siempre le encuentra algo malo a todo y a todos.
(d) La blasfemia, cuando el ánimo se enciende con una línea de malos pensamientos, el lenguaje se torna ácido y cruel, y fuera de todo control, suelta sus procacidades y despropósitos sin pensar en las consecuencias, tanto contra Dios como contra los hombres.
(e) Palabras deshonestas de vuestra boca, el lenguaje procaz, soez, infamante, indecente, indica que nuestras asuntos particulares no han sido arreglados a su sazón. Una de las cosas que más verás en los creyentes carnales, es la no renovación de su lenguaje; y apenas tengan la oportunidad aflorará lo peor de lo que llevan dentro, siendo vulgares en extremo, soeces, infamantes y blasfemos; mostrando que en lo que respecta a la santidad, la lengua no ha sido puesta a disposición del Señor (Stg.3:2,5-6,8-10).
*** La suma de todo lo anteriormente mencionado dará como resultado la mentira como lenguaje. Por eso, Pablo apela, argumentando que la mentira es algo que debiera haber desaparecido de nuestro lenguaje (y no habla sólo de algunos, sino de todos), haciéndonos ver la necesidad de entender que quienes se han despojado del viejo hombre (literalmente), ya no le dan cabida en su corazón, inhibiendo los labios de este terrible pecado que tanto daño ocasiona a nivel fraternal. El revestimiento del hombre nuevo tendrá como fundamento una constante renovación, que es la única forma de llegar al pleno conocimiento o epignosis.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 09/03/2016
LA VIDA ANTIGUA Y LA NUEVA, TIENEN AQUÍ SU HISTORIAL. LA PREVALENCIA DE UNA DE ELLAS, HARÁ QUE LA OTRA PASE AL OLVIDO, Y AL MOVERSE EN EL CONTEXTO DE LA VIDA NUEVA, LO MEJOR DE LA VIDA DE DIOA AFLORARÁ PARA LA GLORIA DE DIOS.
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