LIMA - PERÚ LUNES 04 DE JUNIO DEL 2018 MENSAJE # 2527
EFESIOS 1:3-9. VERSIÓN REINA-VALERA CONTEMPORÁNEA.
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales. En él, Dios nos escogió antes de la fundación del mundo, para que en su presencia seamos santos e impolutos. Por amor nos predestinó para que fuéramos como hijos suyos, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. En él tenemos la redención por medio de su sangre, el perdón de los pecados por medio de su gracia, a cual desbordó sobre nosotros en toda sabiduría y entendimiento, y nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo".
"Cuando el apóstol bendice a Dios, y lo califica como el padre de nuestro Señor Jesucristo, envuelve en ello cosas tremendas, ubicándonos en nuestra gloriosa posición como hijos de Dios, y haciéndonos conscientes de que somos ciudadanos de dos campamentos, y que es menester el obedecer las comandas que desde el cielo vienen, de modo que nuestra realidad se evidencie a lo largo de nuestras generaciones, las cuales habrían de ser monitoreadas desde lo alto, para establecer en la tierra lo que se hace en el cielo (Mt.6:9-10). Las bendiciones tienen un origen espiritual y celestial, y las mismas han de ser usadas en ese sentido, para producir en nosotros un plano superior al pensar, sentir, hablar y obrar. El arca no tenía timón, de modo que no podía ser controlada por ninguno de sus ocho pasajeros; y era Dios quien la hizo posar sobre los montes Ararat (Tierra Santa) al final de su jornada, preservando la vida de los seres humanos y de todo el reino animal, permitiendo que el plan de Dios prosiguiera según los planes de Yahweh. Las bendiciones espirituales que Pablo menciona aquí tenían un origen, una cadencia y compás, y un destino programado por el Padre, y él nos cargó con todas ellas en calidad de principios que gobernaran nuestro accionar por todas las generaciones, de modo que el propósito de Dios se ejecutara con precisión, y permaneciera inalterable al tocar los hitos que la Deidad señalara previamente en la eternidad pasada para ser establecidos en la corriente del tiempo.
=== Las bendiciones espirituales no tienen fecha de caducidad (Ro.11:29), y los lugares celestiales nos hablan del plano trascendente, y es por ello necesario que nos mantengamos conectados con nuestra realidad bicampamentaria, para que los valores de la misma se hagan efectivos y nos favorezcan. El cristiano no tiene que imaginar o alucinar nada, tiene que recibir la divina información que compone nuestra fe, que es lo que nos permite andar victoriosos en todo tiempo. Los que fu;eramos elegidos desde antes que el mundo fuese, fuimos puestos en línea con aquello que nos uniría a Dios en principios y prácticas, y el ser santos y sin mancha es la divina proposición, habiendo sido diseñados para que tales funciones se cumplan en nuestro pensar, sentir y andar, convergiendo en el panorama de las bendiciones que nos proveen el maná de cada día, y que nos hacen beber el agua de la Roca que nos sigue, la cual es Cristo. Y el apóstol nos refiere que fue EL AMOR la motivación que llevó a Dios a predestinarnos para definir nuestro sino en calidad de hijos de Dios reconocidos como tales por las operaciones del Paracleto en nuestras existencias, gozando y compartiendo la vida de Dios (zoe) que gobernara nuestros corazones, permitiendo que tuviéramos una identidad que lo revelaría a él actuando en nosotros: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? ...
Porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es" (1Co.3:16,17b).
=== El beneplácito divino es el obrar conforme a su voluntad soberana, de modo que reconozcamos en aquella gloria que nos rodea como una aura visible, la gracia divina, la cual nos es dispensada por el divino favor, y no por méritos propios. Es de allí de donde obtenemos nuestra aceptación en el Amado. Y encontraremos que todo lo que poseemos en Dios no es más que su bondad en la obra expiatoria, y el habernos colocado en Cristo, así en su muerte y sepultación como en la de su resurrección. De allí, él pasa a recordarnos que nuestra redención es conseguida por su sacrificio vicario en la cruz del Calvario, y que el perdón de nuestras faltas y pecados son consecuencia directa de las riquezas de su gracia, las mismas que son aprovechables cuando nuestros corazones y mentes son capaces de entender todo lo que él nos ha dado en Cristo, revelándose allí el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, donde nosotros somos colocados por el acuerdo trino a través de las operaciones del Espíritu Santo, para hacernos conscientes herederos.
EFESIOS 1:3-9. VERSIÓN REINA-VALERA CONTEMPORÁNEA.
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales. En él, Dios nos escogió antes de la fundación del mundo, para que en su presencia seamos santos e impolutos. Por amor nos predestinó para que fuéramos como hijos suyos, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. En él tenemos la redención por medio de su sangre, el perdón de los pecados por medio de su gracia, a cual desbordó sobre nosotros en toda sabiduría y entendimiento, y nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo".
"Cuando el apóstol bendice a Dios, y lo califica como el padre de nuestro Señor Jesucristo, envuelve en ello cosas tremendas, ubicándonos en nuestra gloriosa posición como hijos de Dios, y haciéndonos conscientes de que somos ciudadanos de dos campamentos, y que es menester el obedecer las comandas que desde el cielo vienen, de modo que nuestra realidad se evidencie a lo largo de nuestras generaciones, las cuales habrían de ser monitoreadas desde lo alto, para establecer en la tierra lo que se hace en el cielo (Mt.6:9-10). Las bendiciones tienen un origen espiritual y celestial, y las mismas han de ser usadas en ese sentido, para producir en nosotros un plano superior al pensar, sentir, hablar y obrar. El arca no tenía timón, de modo que no podía ser controlada por ninguno de sus ocho pasajeros; y era Dios quien la hizo posar sobre los montes Ararat (Tierra Santa) al final de su jornada, preservando la vida de los seres humanos y de todo el reino animal, permitiendo que el plan de Dios prosiguiera según los planes de Yahweh. Las bendiciones espirituales que Pablo menciona aquí tenían un origen, una cadencia y compás, y un destino programado por el Padre, y él nos cargó con todas ellas en calidad de principios que gobernaran nuestro accionar por todas las generaciones, de modo que el propósito de Dios se ejecutara con precisión, y permaneciera inalterable al tocar los hitos que la Deidad señalara previamente en la eternidad pasada para ser establecidos en la corriente del tiempo.
=== Las bendiciones espirituales no tienen fecha de caducidad (Ro.11:29), y los lugares celestiales nos hablan del plano trascendente, y es por ello necesario que nos mantengamos conectados con nuestra realidad bicampamentaria, para que los valores de la misma se hagan efectivos y nos favorezcan. El cristiano no tiene que imaginar o alucinar nada, tiene que recibir la divina información que compone nuestra fe, que es lo que nos permite andar victoriosos en todo tiempo. Los que fu;eramos elegidos desde antes que el mundo fuese, fuimos puestos en línea con aquello que nos uniría a Dios en principios y prácticas, y el ser santos y sin mancha es la divina proposición, habiendo sido diseñados para que tales funciones se cumplan en nuestro pensar, sentir y andar, convergiendo en el panorama de las bendiciones que nos proveen el maná de cada día, y que nos hacen beber el agua de la Roca que nos sigue, la cual es Cristo. Y el apóstol nos refiere que fue EL AMOR la motivación que llevó a Dios a predestinarnos para definir nuestro sino en calidad de hijos de Dios reconocidos como tales por las operaciones del Paracleto en nuestras existencias, gozando y compartiendo la vida de Dios (zoe) que gobernara nuestros corazones, permitiendo que tuviéramos una identidad que lo revelaría a él actuando en nosotros: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? ...
Porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es" (1Co.3:16,17b).
=== El beneplácito divino es el obrar conforme a su voluntad soberana, de modo que reconozcamos en aquella gloria que nos rodea como una aura visible, la gracia divina, la cual nos es dispensada por el divino favor, y no por méritos propios. Es de allí de donde obtenemos nuestra aceptación en el Amado. Y encontraremos que todo lo que poseemos en Dios no es más que su bondad en la obra expiatoria, y el habernos colocado en Cristo, así en su muerte y sepultación como en la de su resurrección. De allí, él pasa a recordarnos que nuestra redención es conseguida por su sacrificio vicario en la cruz del Calvario, y que el perdón de nuestras faltas y pecados son consecuencia directa de las riquezas de su gracia, las mismas que son aprovechables cuando nuestros corazones y mentes son capaces de entender todo lo que él nos ha dado en Cristo, revelándose allí el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, donde nosotros somos colocados por el acuerdo trino a través de las operaciones del Espíritu Santo, para hacernos conscientes herederos.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 04/06/2018 MENSAJE # 2527.
ES MARAVILLOSO EL COMPROBAR QUE YAHWEH NOS HIZO PARTE DE SU HISTORIA A LO LARGO DE LAS EDADES, Y QUE PARA CONTAR CON NOSOTROS TUVO QUE OPERAR SOBRENATURALMENTE, EJECUTANDO SU VOLUNTAD EN Y CON NOSOTROS.
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