LIMA - PERÚ VIERNES 06 DE JULIO DEL 2018 MENSAJE # 2591
JUDAS 3-4.
"Amados hermanos, yo he tenido el gran deseo de escribirles acerca de la salvación que tenemos en común, pero ahora me encuentro en la necesidad de escribirles para rogarles que luchen ardientemente por la fe que una vez fue dada a los santos, pues por medio de engaños se han infiltrado entre ustedes algunos malvados. Éstos, que desde antes habían sido destinados a la condenación, convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje y niegan a Jesucristo, nuestro único Soberano y Señor".
=== La salutación en esta breve carta de Judas, propone que éste es hermano de Jacobo, y medio hermano del Señor Jesús. El tal no se presenta como apóstol, ni reclama algún derecho de ese tipo, mas saluda a los santos de una manera triple: en calidad de LLAMADOS, AMADOS POR DIOS PADRE, Y RESGUARDADOS EN JESUCRISTO. Lo primero, los separa para una consigna específica, integrándolos a la Iglesia de Dios; lo segundo, implica cómo el corazón de Dios se identifica con ellos; y lo tercero, apunta a la preservación del pueblo de Dios dentro del contexto de la gracia divina. Y el autor insiste en estas cosas porque se halla muy preocupado por el estado general eclesiástico, y por la crisis interna que observa de forma detallada en el fluir adverso y perverso de algunos ministros y hermanos infiltrados, que están contaminando la vida eclesial, y saturándola de pensamientos, palabras y obras perversas, las mismas que algunos no han sido capaces de discernir espiritualmente, y que podrían llevar a la Iglesia a la debacle total, y a una apostasía progresiva que los podría privar de su herencia si no se distancian de las cosas que el escritor enumera como causales de desechamiento, poniendo como ejemplo a la comunidad que saliera de Egipto; a los ángeles que no guardaron su dignidad como tales, y a las ciudades impenitentes como Sodoma y Gomorra, por el juicio sumario que recibieran de parte de la Deidad.
=== Luchar ardientemente por la fe que una vez nos hubiera sido impartida, implicaba un análisis exhaustivo del cuerpo de nuestra fe, y de ver cómo el mismo se estaba agrietando al consentir la inconducta de los perversos, quienes en las fiestas de amor o ágapes hacían gala de una mundanalidad descarada y extrema, relajándose hasta niveles intolerables mientras se llevaban a cabo los cultos regulares, demostrando una total irreverencia y una falta de recogimiento que sólo se viera entre gentes paganas y réprobas, aduciendo que la gracia divina se encarga de todo, y que da por perdonado y olvidado todo pecado que se cometa, alentando al creyente común en pos de una conducta relajada, irregular con los cánones que las restringen desde el mismo momento en que fuimos llamados a la santidad, esto es al estilo de vida que a Dios agrada, que conocemos como piedad, y que nos llama a guardar los mandamientos divinos sobre las bases neotestamentarias, promoviendo el pudor, la castidad, la reverencia, y la línea conductual que refleje nuestra identificación con el Señor en principios y prácticas; ajenas totalmente a la vulgaridad, las risotadas, la sorna, y cualquier forma de irreverencia; habiendo de mostrar por nuestros hechos, nuestra rectitud de carácter y de conducta, y el valor que le atribuimos a nuestras reuniones cultuales, y nuestro trabajo en el Señor.
=== La línea de acción de los descarados y profanos se echa de ver al poco o ningún valor que ellos le atribuyen a su redención, considerando la gracia como una línea indulgente que les permite pecar al máximo nivel, indicando con ello que desconocen a Jesús como su Redentor, estimando como nada su sacrificio vicario en la cruz del Calvario; el cual ellos desprecian al continuar con un modo de vida que demuestra a cabalidad que no son nacidos de nuevo, y que el precio pagado por su redención les importa un comino, vilipendiando el nombre del Señor, y exponiéndole al vituperio general ante la vista de los impíos. Y el apóstol Pedro nos comparte con mayor vehemencia la naturaleza perversa de estas personas (2P.2:9-22). Al negarse la Soberanía y el Señorío, se descarta el propósito eterno, y la capacidad para ejecutarlo en el contexto histórico y profético. Si bien es cierto que todo ello no desaparece mágicamente por el influjo de las bocas de estos pervertidos, para quien los cree, ello se constituye en una realidad, afectando su pensar, y sus conductas, llevándolos a experimentar toda la maldad que como creyentes habíamos de rechazar para poder llegar a la meta: la salvación de nuestras almas. El apóstol Pablo nos conmina a ocuparnos en nuestra salvación con mucho temor y temblor. No seamos pasivos ni desidiosos al respecto.
JUDAS 3-4.
"Amados hermanos, yo he tenido el gran deseo de escribirles acerca de la salvación que tenemos en común, pero ahora me encuentro en la necesidad de escribirles para rogarles que luchen ardientemente por la fe que una vez fue dada a los santos, pues por medio de engaños se han infiltrado entre ustedes algunos malvados. Éstos, que desde antes habían sido destinados a la condenación, convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje y niegan a Jesucristo, nuestro único Soberano y Señor".
=== La salutación en esta breve carta de Judas, propone que éste es hermano de Jacobo, y medio hermano del Señor Jesús. El tal no se presenta como apóstol, ni reclama algún derecho de ese tipo, mas saluda a los santos de una manera triple: en calidad de LLAMADOS, AMADOS POR DIOS PADRE, Y RESGUARDADOS EN JESUCRISTO. Lo primero, los separa para una consigna específica, integrándolos a la Iglesia de Dios; lo segundo, implica cómo el corazón de Dios se identifica con ellos; y lo tercero, apunta a la preservación del pueblo de Dios dentro del contexto de la gracia divina. Y el autor insiste en estas cosas porque se halla muy preocupado por el estado general eclesiástico, y por la crisis interna que observa de forma detallada en el fluir adverso y perverso de algunos ministros y hermanos infiltrados, que están contaminando la vida eclesial, y saturándola de pensamientos, palabras y obras perversas, las mismas que algunos no han sido capaces de discernir espiritualmente, y que podrían llevar a la Iglesia a la debacle total, y a una apostasía progresiva que los podría privar de su herencia si no se distancian de las cosas que el escritor enumera como causales de desechamiento, poniendo como ejemplo a la comunidad que saliera de Egipto; a los ángeles que no guardaron su dignidad como tales, y a las ciudades impenitentes como Sodoma y Gomorra, por el juicio sumario que recibieran de parte de la Deidad.
=== Luchar ardientemente por la fe que una vez nos hubiera sido impartida, implicaba un análisis exhaustivo del cuerpo de nuestra fe, y de ver cómo el mismo se estaba agrietando al consentir la inconducta de los perversos, quienes en las fiestas de amor o ágapes hacían gala de una mundanalidad descarada y extrema, relajándose hasta niveles intolerables mientras se llevaban a cabo los cultos regulares, demostrando una total irreverencia y una falta de recogimiento que sólo se viera entre gentes paganas y réprobas, aduciendo que la gracia divina se encarga de todo, y que da por perdonado y olvidado todo pecado que se cometa, alentando al creyente común en pos de una conducta relajada, irregular con los cánones que las restringen desde el mismo momento en que fuimos llamados a la santidad, esto es al estilo de vida que a Dios agrada, que conocemos como piedad, y que nos llama a guardar los mandamientos divinos sobre las bases neotestamentarias, promoviendo el pudor, la castidad, la reverencia, y la línea conductual que refleje nuestra identificación con el Señor en principios y prácticas; ajenas totalmente a la vulgaridad, las risotadas, la sorna, y cualquier forma de irreverencia; habiendo de mostrar por nuestros hechos, nuestra rectitud de carácter y de conducta, y el valor que le atribuimos a nuestras reuniones cultuales, y nuestro trabajo en el Señor.
=== La línea de acción de los descarados y profanos se echa de ver al poco o ningún valor que ellos le atribuyen a su redención, considerando la gracia como una línea indulgente que les permite pecar al máximo nivel, indicando con ello que desconocen a Jesús como su Redentor, estimando como nada su sacrificio vicario en la cruz del Calvario; el cual ellos desprecian al continuar con un modo de vida que demuestra a cabalidad que no son nacidos de nuevo, y que el precio pagado por su redención les importa un comino, vilipendiando el nombre del Señor, y exponiéndole al vituperio general ante la vista de los impíos. Y el apóstol Pedro nos comparte con mayor vehemencia la naturaleza perversa de estas personas (2P.2:9-22). Al negarse la Soberanía y el Señorío, se descarta el propósito eterno, y la capacidad para ejecutarlo en el contexto histórico y profético. Si bien es cierto que todo ello no desaparece mágicamente por el influjo de las bocas de estos pervertidos, para quien los cree, ello se constituye en una realidad, afectando su pensar, y sus conductas, llevándolos a experimentar toda la maldad que como creyentes habíamos de rechazar para poder llegar a la meta: la salvación de nuestras almas. El apóstol Pablo nos conmina a ocuparnos en nuestra salvación con mucho temor y temblor. No seamos pasivos ni desidiosos al respecto.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 06/07/2018 MENSAJE # 2591
EL TACTO ESPIRITUAL, LA PLENA CONSCIENCIA DE NUESTRO PANORAMA ESPIRITUAL, NUESTRO CELO POR MANTENERNOS FIELES TODO EL TIEMPO, EL ESTAR ATENTOS A PRESENCIAS EXTRAÑAS, Y EL CONTINUO DISCERNIR CON NUESTROS RADARES ESPIRITUALES PARA NO CAER EN TRAMPAS RELIGIOSAS SEUDO ESPIRITUALES. TODO ELLO ES TRATADO POR JUDAS, EL HERMANO DE JACOBO.
ResponderEliminar