jueves, 24 de marzo de 2016

EL PROCESO SANTIFICADOR ES ATRAVESADO EN MEDIO DE TODA LA OPOSICIÓN DEL DIABLO, DEL MUNDO Y DE LA CARNE. EL TRABAJO DE AMOR DEL PADRE PARA CONSTITUIRNOS EN GENTE APTA PARA ALCANZAR EL REINO DE DIOS, Y HACERNOS CONCIENTES DE QUE LA VICTORIA Y TRIUNFO OBRADOS POR JESÚS SON PARTE DE NUESTRA HERENCIA DESDE YA. LA IDENTIFICACIÓN DE JESÚS CON NOSOTROS PARA ENFRENTAR AL ENEMIGO COMO HOMBRE UNGIDO. CÓMO DESTRUYÓ EL PODER QUE NOS ESCLAVIZARA DE POR VIDA

LIMA - PERÚ   MIÉRCOLES 23 DE MARZO DEL 2016

COMENTARIO EXEGÉTICO DEL LIBRO DE LOS HEBREOS

Hebreos 2:11-15.

"Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos. diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio. Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, el diablo, y librar a todos los que por el temor a la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre".


*** (2:11) El panorama de la santificación es algo ineludible en el programa divino, pues ello es lo que forja la certeza de la herencia, ya que fija nuestra posición como gente que ha sido apartada con la mira de recibir su herencia cuando haya alcanzado plenitud, habiendo apartado de nosotros toda mezcla de paganismo, y habiéndonos purificado hasta el nivel de su aceptación. El autor nos revela que la naturaleza santificante opera en Jesús a través del fluir de su vida, y será el obrar particular del Espíritu Santo en nosotros lo que hará que los designios divinos se cumplan en cada uno a través de una trina actividad. El Padre, pues, es quien faculta que el accionar del Hijo nos mantenga dentro de su gracia; y el obrar del Espíritu Santo será el fijar en nosotros las características de lo que Yahweh aprueba, y el Hijo cristaliza para que el reino sea una realidad de eterna duración. Así, pues, la esencia del Santificador, y la de los santificados, se torna en la misma, abriéndonos la eternidad sus amorosos brazos para que en ella moremos para siempre.

*** (2:12) Dada, pues, aquella interrelación de singulares características, se nos participa que el Señor no se siente apenado o abochornado de declarar nuestra filiación con él, llamándonos hermanos sin reticencia alguna. De este modo, el autor corrobora Mateo 18:20: "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos". Aquí se nos muestran dos cosas: 
(1) La anunciación del nombre, que va más allá de huecas repeticiones de tipo taoísta, y nos desafía a evidenciar su naturaleza, entenderla a plenitud disfrutando de la salvación que él nos diera; entender lo que su nombre abarca en el plano soberano, redentivo, salvífico y eternal disfrutando de su gloria y su poder.
(2) La alabanza congregacional, identificándose con nosotros como adorador, reconociendo que todo se lo debemos a él, y a través suyo, alabamos todos al Padre, como la fuente de toda bondad, reconociendo su obra perfecta. Jesús, en su rol como Hijo, nos enseña a adorar al Padre y a bendecir su Santo Nombre.


*** (2:13a) Esta porción es extraída de Isaías (8:17), donde Yahweh insta a la nación hebrea a ser su temor, viendo más allá del juicio, al cubrimiento de su voluntad por estar ceñidos a su ley y a su palabra, poniendo en el Señor su esperanza, y afirmando sus corazones para confiar plenamente en lo que Yahweh obrará para una plena restauración.

*** (2:13b) Me gozo enormemente de ver a Isaías y a sus hijos como una representación del remanente que confiará en Yahweh aunque la más oscura desesperanza se haya apoderado de los que no estuvieran interesados en establecer la justicia divina como su norma o estilo de vida. Isaías le da a su expresión profética en el capítulo 8 un tinte sobrenatural, pintando su experiencia como algo que debiera llenar los corazones de los genuinos creyentes de una sana expectativa en medio de la más absoluta desesperación.

*** (2:14) La naturaleza de los redimidos (como carne y sangre, apuntando a su humanidad), hacía que la victoria y triunfo sobre el enemigo debiera ser oficiada por alguien que tuviera esa misma naturaleza, y que teniéndola como característica fundamental pudiera triunfar sobre toda potencia enemiga, evidenciando el poder omnímodo que lo revistiera como hombre ungido, y no como Dios-humanizado (Hch.10:38). El querubín caído nos enfrentó en Adán, teniendo éste todas las ventajas y poder en el huerto del Edén; engañándolo, induciéndolo al pecado en una abierta rebelión, y despojándolo de la gloria que lo revestía haciendo uso de su astucia serpentina. La espiritualidad adámica se fue desdibujando, hasta darle al enemigo toda su autoridad, potencia regia y gobierno sobre todas las cosas; menos sobre el género humano, a quien gobierna por el engaño del pecado y su afán secularizado que puso en la descendencia adámica como falsa perspectiva (Ro.3:23; Ef.2:1-3;1Jn.2:15-17a).


*** (2:15) El Señor se metería en la misma boca del lobo, y enfrentaría al máximo poder diabólico en el ámbito de más abajo, así como lo enfrentó arriba en el Calvario. Así, el imperio demoníaco fue visitado en todas sus esferas, y derrotado en todas ellas, y ese triunfo es el que ha puesto Jesús en nosotros para deshacer las obras del diablo, y poner como estrado de sus pies a toda aquella gavilla de espíritus rebeldes. El temor de morir ha sido lo que ha primado para que la esclavitud a Satán se mantenga, y los que lo experimentan sirven a Satán por ello mismo



EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA    23/03/2016

1 comentario:

  1. EL AUTOR NOS INTRODUCE A LOS PRINCIPIOS QUE COMPONEN NUESTRA VICTORIA SOBRE EL ENEMIGO, NUESTRO ADECUADO SENTIDO DE FILIACIÓN CON EL SEÑOR, LA IDENTIFICACIÓN DE CRISTO CON NOSOTROS COMO GÉNERO HUMANO; SU VICTORIA CONTRA EL ENEMIGO EN SU CONDICIÓN HUMANA. NOS INVITA A ESTAR EXENTOS DE TEMOR ANTE EL ENEMIGO.

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