LIMA - PERÚ LUNES 01 DE MAYO DEL 2017 MENSAJE # 1726
SEGUNDA DE JUAN 1-3.
"El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad, a causa de la verdad que permanece en nosotros, y estará permanentemente con nosotros: Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor".
=== Esta encriptada presentación, autodenominándose el apóstol como: EL ANCIANO, y llamando a la grey a la que dirige esta corta misiva: LA SEÑORA ELEGIDA, y a los componentes de la misma: SUS HIJOS; nos plantean una serie de interrogantes, y los riesgos de una posible interceptación por parte del imperio romano, o de quienes pretendieran impedir el contacto apostólico con los santos en los diversos lugares en que las iglesias locales fluyeran. Sin embargo, es claro que la iglesia local alberga a los santos para instruirlos, entrenarlos y adoctrinarlos; a fin de que todos ellos anduvieran en la verdad, como la mejor demostración de su conversión y vocación espiritual. Y nada es más halagador para un ministro de la palabra que apreciar a sus discípulos como gente que aprendió, creyó, asumió y camina en los principios divinos como su estándar o estilo de vida, comúnmente denominado piedad. La expresión apostólica: LA VERDAD, implica todo el conocimiento de la vida en su naturaleza esencial, el principio en el que se actúa, el adecuado sentido existencial, el panorama doctrinal, la sustancia misma de lo que nos motiva interiormente, y que nos lleva a ser rectos, y a hacer las cosas con rectitud, testimoniando mediante nuestro accionar lo que somos, tenemos y podemos en el nombre de Jesús. Tal forma de ser, peca ante los ojos del mundo impío una originalidad que no se ve así no más, y que detestan, porque ello también los pone en evidencia, mostrando su engaño en el pensar, hablar y obrar, que los hace ver como gente posesa e indeseable. La verdad es como un espejo, reflejando en ella su naturaleza, y la de todo aquel que se mire en ella.
=== El amor en la VERDAD, implica que el mencionado primero corresponde exactamente a lo que las personas piensan, dicen y hacen, sintiéndose vinculados íntimamente con quienes andan constantemente en ella. Así como el amor se sabe correspondido por la persona que es amada, y se siente dichoso por ello y con ello; así también acontece con el amor fraternal, que no reconoce lazos sanguíneos, afines o colaterales en el plano parental, étnico o religioso; sino en el poder de una vida indestructible, al someterse al vínculo genérico o vida de resurrección, que trasciende siempre los límites de lo natural, manifestándose sobrenaturalmente la vida ingerida del modo más espontáneo en los dones, ministerios y operaciones que caracterizan a la iglesia del Dios viviente. Los que han HAN CONOCIDO LA VERDAD, y caminan en ella, perciben su afinidad espiritual con todos los santos que se hallan en línea con la revelación divina, los cuales se encuentran en el camino a la gloria, santificándose diariamente para mantenerse en luz y en la comunión unos con otros. Otra señal de la VERDAD ES LA PERMANENCIA EN ELLA, siendo éste un hecho real, continuo e irreversible. La VERDAD corresponde a la vida misma, y no es algo que nos afecta por momentos; sino como la circulación sanguínea que fluye espontáneamente, y que cada 23 segundos irriga nuestros cuerpos impartiéndonos su esencia; y no requirió más que la orden divinal para moverse dentro nuestro, infundiéndonos un plano existencial que provino de arriba, y que fluye dentro nuestro, haciéndonos conscientes de la voluntad que mantiene activo todo en el plano célico-pedestre.
=== Otra característica de LA VERDAD ES QUE ESTARÁ PARA SIEMPRE CON NOSOTROS. Las cosas temporales, nos afectarán a su sazón. La verdad en nosotros no puede ser relativa, eventual, variable o inconsistente; poseyendo una naturaleza inquebrantable como principio eterno. Ella es nuestro pensar, nuestro lenguaje, nuestra energía vital que nos invita siempre a la trascendencia, siendo por ello necesario desechar todo pensamiento alto, llevando los mismos cautivos a la obediencia a Jesucristo (2Co.10:4-5). Si alguno albergaba en su corazón la posibilidad de que los principios divinos se alteraran, ¡no conoce a Dios! La VERDAD compone nuestra esencia en el pensar, hablar y obrar; en lo que somos tenemos y podemos hacer en el nombre de Jesús. Es su esencia viva la que nos libra de caer en el engaño, y al superponer las referencias del lenguaje serpentino, a lo que el Señor nos ha declarado en su amor y su certeza; no hay el más mínimo parecido entre ellos, siendo desechado de inmediato, despejando el camino para que la VERDAD siga su curso inexorable, cubriendo así el propósito divino. Y es a estas personas a las que Juan les bendice con la salutación apostólica: Gracia (lo que Dios nos otorga gratuitamente); Misericordia (su largueza para con nuestras eventuales fallas en el entrenamiento), y Paz (como la riqueza interior que nos hace vivir sin preocupaciones porque nos sabemos guardados por el Señor), nos hacen saber que el Padre y el Hijo laboran juntamente, EN VERDAD Y EN AMOR. ¡La pluma juanina es genial!
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 01/05/2017 MENSAJE # 1726
LOS HIJOS DE DIOS HAN DE POSEER UNA IDENTIDDAD QUE CONFIRME SU FILIACIÓN, SU SENTIR, SU HABLAR Y SU OBRAR COMO UNA CLARA SEÑAL DE PERTENENCIA AL CUERPO DE CRISTO, Y SU REALIDAD OPERATIVA.
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