martes, 13 de noviembre de 2018

ES DE CAPITAL IMPORTANCIA QUE NUESTROS HERMANOS EN LA FE RENUEVEN SU FORMA DE PENSAR, PARA QUE ASÍ SU LENGUAJE SE ADAPTE A LA VIDA NUEVA, Y QUE NUESTRA FABLA NO CONTAMINE NUESTROS DIÁLOGOS, CONVIRTIENDO EN UN PLACER NUESTRA COMUNIÓN CON LOS DEMÁS.

LIMA - PERÚ    MARTES 13 DE NOVIEMBRE DEL 2018    MENSAJE # 2851

EFESIOS 4:29-32; 5:3-4.

"No pronuncien ustedes ninguna palabra obscena, sino sólo aquellas que contribuyan a la necesaria edificación y que sean de bendición para los oyentes. No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, con el cual ustedes fueron sellados para el día de la redención. Desechen todo lo que sea amargura, enojo, ira, gritería, calumnias, y todo tipo de maldad. En ves de eso, sean bondadosos y misericordiosos, y perdónense unos a otros, así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo ... Entre ustedes ni siquiera deben hablar de la inmoralidad sexual, ni de avaricia, ni de ninguna otra clase de depravación, pues ustedes son santos. Tampoco digan obscenidades, ni tonterías ni palabras groseras. Eso no es conveniente. En vez de eso, den gracias a Dios".


=== Algo que se echa de ver, especialmente entre adolescentes y jóvenes (muchos adultos no están exentos), es la extrema vulgaridad en el hablar, no eximiendo al lenguaje de cierto número de procacidades, o de términos que no son dignos de mención entre los creyentes. Algo que necesitamos es la pureza del lenguaje. Al llegar a un grupo de hermanos jóvenes, entre los quince y veinte años, que pertenecieran a un grupo carismático católico; no dejó de sorprenderme su gran vulgaridad, el uso de replanas, y la fabla de los maleantes en su fluir. Me tomó un buen tiempo el retirar de su lenguaje las duras y groseras expresiones que parecían identificarlos (aun en las chicas, que no conocían el lenguaje de una dama, y que usaban una fabla impropia de señoritas). Algunos de ellos estaban continuamente consultando el diccionario, no logrando captar la enseñanza hasta que ciertos términos fueron integrados a su fabla, entendiéndonos mejor después de algunos meses, cambiando sus conductas relajadas y su lenguaje, que desdecía su condición cristiana, y los hacía parte del mundo incrédulo, e cual aún no había sido abandonado de sus mentes y de sus labios. En mi fluir con ellos, vi cómo se iban adaptando, y cómo su vocabulario se hacía más amplio, más cortés, y más apropiado para gente que profesaba piedad.


 === La orden paulina (v.29) nos parecería algo inadecuado si suponemos que a nivel religioso el lenguaje de las personas es impecable; y en el trato con los demás, te das cuenta de cuan decadente es la manera de expresarse de muchos. El apóstol nos refiere la necesidad de cambiar nuestro nivel de entendimiento, para renovarlo, y adecuarnos a la forma de fluir de gente que le teme a Dios, y que no requiere del uso de las groserías o de la vulgaridad para expresarse. Hubo cierta ocasión en que le pregunté a los jóvenes si habían hallado alguna grosería o algo soez en la Biblia, a lo que ellos contestaron que no. Entonces, les dije: Ustedes ven que las groserías y el lenguaje procaz no son necesarios para expresarse,  darse a entender por los demás. Es imperativo el deshacerse del lenguaje soez, impropio, deshonesto, ofensivo o lesivo para los demás. No lo necesitamos, no precisamos de ello, y se hace preciso que enriquezcamos nuestro vocabulario con la lectura frecuente, agregando palabras nuevas a nuestro lenguaje coloquial y para la comunicación con nuestros congéneres, haciendo placentera nuestra charla, y benditos y edificantes los tiempos que pasamos con los demás. El lenguaje obsceno, propio de rameras y delincuentes, y de gente marginal DEBE SER ERRADICADO DE NUESTRO LENGUAJE. Mantengamos la pureza de labios para el gozo de nuestros corazones y el bienestar general.



=== En lugar de los chismes malintencionados, de la murmuración, de la sorna o la causticidad, apelemos a las palabras que edifican, exhortan y consuelan, al lenguaje depurado que testifica la renovación de nuestra mentalidad, la buena voluntad expresiva, el sano consejo, a bendición a todos los que conocemos, el dialogar sobre lo rescatable y positivo; y no sobre lo deleznable o lo contaminante. Si opinamos sobre algo, que sea con conocimiento del tema, y con la marcada intención de elevar y ponderar los valores eternos, de modo que nuestro hablar componga un diálogo bienhechor que los demás recuerden con simpatía y con alegría. Cuando depuramos el lenguaje, es porque hemos renovado nuestro pensar, y las bajezas de antaño ya no tienen cabida en nuestra mente ni en nuestros corazones, viviendo agradecidos a Dios todo el tiempo, y siendo alguien a quien los demás reciban afectuosamente, y con el deseo de tener una amplia comunión.

EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA    13/11/2018    MENSAJE # 2851

1 comentario:

  1. LA DEPURACIÓN CONSTANTE DE NUESTRO LENGUAJE NOS CONVERTIRÁ EN VERDADEROS COMUNICADORES, Y EL COMPARTIR NUESTRA FE SERÁ CADA VEZ MÁS SENCILLO, QUITANDO NUESTRA DUBITACIÓN Y TIMIDEZ. ¡HAGÁMOSLO!

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