LIMA - PERÚ LUNES 26 DE NOVIEMBRE DEL 2018 MENSAJE # 2879
ECLESIASTÉS 5:1-2.
"Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra, por tanto, sean pocas tus palabras".
=== Nuestro panorama relacional con la Deidad debe ser entendida con el justo recato, con la prudencia de quien entiende que Dios nos ha concedido una cita para escucharnos, habiendo de nuestra parte una súplica, una petición, una oración, una acción de gracias, una alabanza, un tiempo de bendita adoración, y un anhelo de vernos correspondidos por la Deidad; quien nos abriera su corazón y las puertas de su comunión para el diálogo pertinente, teniendo la plena disposición para atender a nuestras súplicas, y para cubrir nuestras necesidades reales, de modo que aquella asociación traiga la esperada bendición que permita que la voluntad divina se haga y cumpla mediante nuestra obediencia al acuerdo con la Deidad. La oración no es nunca un monólogo o un diálogo intrascendente, monótono o necio. La atención divina es valiosa, e importante para cubrir su beneplácito. Cuando Dios quiere compartir contigo, o darte una enseñanza, una orden o consigna, se precisa que estés muy atento a cada cosa que él te referirá, procediendo así a algún acuerdo bilateral que nos constituya en su instrumento, y en un valioso colaborador para ejecutar su propósito en nuestra generación, realizando con él su voluntad programática por las edades.
=== La expresión "guardar tu pie", es un llamado a la prudencia, para no pecar de irreverente o profano al entrar en su presencia, llegándonos a él con el debido respeto y recogimiento que se merece por ser quien es. La reverencia y el honor deben ser nuestra indumentaria y nuestra carta de presentación, aguardando por la orden pertinente para que la comunión se establezca, y podamos expresarnos ante él. Cuando no obramos cautelosamente ante la Deidad, ofrecemos el sacrificio de los necios, y somos rechazados como lo fuera Caín por intentar que Dios acepte lo que nosotros queremos darle; y no lo que él había pedido para poder acercarse a él y ser atendidos por su gran bondad. Recordemos la petición apostólica al Señor Jesús: "Enséñanos a orar" (Lc.11:1). Y es cuando nosotros, humildemente, hacemos lo mismo, de modo que nuestra relación con el Padre se ajuste a lo que el Padre quiere oír; lo que nosotros debemos saber respecto a él en su relación con la humanidad y sus escogidos; etc. No te acerques a él con quejas, ni con reclamos o censuras; y al igual que Ester, aguarda hasta que el cetro del rey te dé la bienvenida, y escucharás su voz diciendo: ¿Cuál es tu petición, y cuál es tu demanda?. El necio es el que no oye el consejo divino, y se mantiene en un plano de absurda obstinación pretendiendo manipular a Dios a su antojo, y obtener el deseo de su alma; no entendiendo que este es un contacto espiritual que obedece a un propósito específico: "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él ns oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho"(1Jn,5;14-15).
=== La lengua lacónica (de breves y precisas palabras), es muy apreciada por la Deidad, y el silencio coloquial que le da al Señor la opción inicial, va a ser observada como un detalle estimado por Dios, y su corazón, sus oídos y su simpatía se harán manifiestos, inspirándonos el lenguaje oportuno que se convertirá en una deleitosa comunión, haciendo que el Padre nos dé sus bondades, apareje nuestro caminar, y nos conceda la petición de nuestro corazón. Procuremos que el cielo y la tierra celebren cada contacto con la certeza de su beneplácito.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 26/11/2018 MENSAJE # 2879.
"Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra, por tanto, sean pocas tus palabras".
=== Nuestro panorama relacional con la Deidad debe ser entendida con el justo recato, con la prudencia de quien entiende que Dios nos ha concedido una cita para escucharnos, habiendo de nuestra parte una súplica, una petición, una oración, una acción de gracias, una alabanza, un tiempo de bendita adoración, y un anhelo de vernos correspondidos por la Deidad; quien nos abriera su corazón y las puertas de su comunión para el diálogo pertinente, teniendo la plena disposición para atender a nuestras súplicas, y para cubrir nuestras necesidades reales, de modo que aquella asociación traiga la esperada bendición que permita que la voluntad divina se haga y cumpla mediante nuestra obediencia al acuerdo con la Deidad. La oración no es nunca un monólogo o un diálogo intrascendente, monótono o necio. La atención divina es valiosa, e importante para cubrir su beneplácito. Cuando Dios quiere compartir contigo, o darte una enseñanza, una orden o consigna, se precisa que estés muy atento a cada cosa que él te referirá, procediendo así a algún acuerdo bilateral que nos constituya en su instrumento, y en un valioso colaborador para ejecutar su propósito en nuestra generación, realizando con él su voluntad programática por las edades.
=== La expresión "guardar tu pie", es un llamado a la prudencia, para no pecar de irreverente o profano al entrar en su presencia, llegándonos a él con el debido respeto y recogimiento que se merece por ser quien es. La reverencia y el honor deben ser nuestra indumentaria y nuestra carta de presentación, aguardando por la orden pertinente para que la comunión se establezca, y podamos expresarnos ante él. Cuando no obramos cautelosamente ante la Deidad, ofrecemos el sacrificio de los necios, y somos rechazados como lo fuera Caín por intentar que Dios acepte lo que nosotros queremos darle; y no lo que él había pedido para poder acercarse a él y ser atendidos por su gran bondad. Recordemos la petición apostólica al Señor Jesús: "Enséñanos a orar" (Lc.11:1). Y es cuando nosotros, humildemente, hacemos lo mismo, de modo que nuestra relación con el Padre se ajuste a lo que el Padre quiere oír; lo que nosotros debemos saber respecto a él en su relación con la humanidad y sus escogidos; etc. No te acerques a él con quejas, ni con reclamos o censuras; y al igual que Ester, aguarda hasta que el cetro del rey te dé la bienvenida, y escucharás su voz diciendo: ¿Cuál es tu petición, y cuál es tu demanda?. El necio es el que no oye el consejo divino, y se mantiene en un plano de absurda obstinación pretendiendo manipular a Dios a su antojo, y obtener el deseo de su alma; no entendiendo que este es un contacto espiritual que obedece a un propósito específico: "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él ns oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho"(1Jn,5;14-15).
=== La lengua lacónica (de breves y precisas palabras), es muy apreciada por la Deidad, y el silencio coloquial que le da al Señor la opción inicial, va a ser observada como un detalle estimado por Dios, y su corazón, sus oídos y su simpatía se harán manifiestos, inspirándonos el lenguaje oportuno que se convertirá en una deleitosa comunión, haciendo que el Padre nos dé sus bondades, apareje nuestro caminar, y nos conceda la petición de nuestro corazón. Procuremos que el cielo y la tierra celebren cada contacto con la certeza de su beneplácito.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 26/11/2018 MENSAJE # 2879.
EL APRENDER A ORAR CON LA SOLEMNIDAD DEL CASO ES PROPIO DE SIERVOS PRUDENTES, QUIENES NUNCA SE ACERCAN AL SEÑOR CON UNA MALA ACTITUD, SINO CON LA SERENIDAD Y RESPETO DE LOS QUE PROFESAN PIEDAD.
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