LIMA - PERÚ DOMINGO 28 DE OCTUBRE DEL 2018 MENSAJE # 2819
MARCOS 10:17-27
"Jesús salía ya para seguir su camino, cuando un hombre llegó corriendo, se arrodilló delante de él, y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie que sea bueno, sino sólo Dios. Ya conoces los mandamientos: No mates. No cometas adulterio. No robes. No des falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. Aquel hombre le respondió: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Jesús lo miró y, con mucho amor, le dijo: Una cosa te falta: anda y vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres. Así tendrás un tesoro en el cielo. Después de eso, ven y sígueme. Cuando aquel hombre oyó eso, se afligió y se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Jesús miró a su alrededor, y les dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! Los discípulos se asombraron de sus palabras, pero Jesús volvió a decirles: Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de Dios. Ellos se asombraron aún más, y se preguntaban unos a otros: Entonces, ¿quién podrá salvarse? Jesús los miró fijamente y les dijo: Esto es imposible para los hombres, pero no para Dios. Porque para Dios todo es posible".
=== Este es un momento en el que Jesús fue interrumpido en su fluir para el pueblo hebreo, y un hombre que se sintiera urgido por su condición, vino a inquirir sobre su sino eternal. Su carga era sincera, y la persona del consultor no podía haber sido elegida mejor, pues en un gesto muy humilde, este varón se arrodilló ante Jesús, haciéndole una súplica, después de haber sido lisonjero con el Señor llamándolo "bueno", algo que Jesús corregiría, transfiriendo ese título sólo al Padre, como se observa en este párrafo; y tras ello, se dispuso a contestar al varón en una forma que merece ser analizada. Y Jesús refirió el poder que había en las ordenanzas divinas para alcanzar la justicia que Dios aprueba; no mencionando los mandamientos en una forma ordinal, sino en una manera muy peculiar; poniendo el preservar la vida como un asunto primario, luego, se referiría a la fidelidad matrimonial, a la honestidad, a la sinceridad testimonial; a la absoluta certidumbre de cumplir sus promesas, pagar sus deudas, y operar a cabalidad en sus transacciones; a mostrar respeto, consideración y veneración por sus progenitores, a lo cual respondió con un amén singularísimo. No podemos menos que estar sorprendidos por esta confesión. Para un judío, al ser examinado en su Bar Mitzva, comparte todo lo que aprendió de la Tora, y postula que se moverá en los principios marcados por ella, para que al guardarlos adquiriera justicia arqueotestamentaria; y sus fallas podían ser superadas mediante sacrificios, devolviéndolo a la religiosa aceptación. ¿A qué se debía su angustia para obtener la vida eterna?
==== Alguien tan perfecto (ceremonialmente), no podía verse acongojado. Pero algo interno lo turbaba, percibiendo que no estaba completo en la presencia de Dios. Y Jesús dio en el blanco al referir que lo que le faltaba estaba incluido en la primera tabla de la ley: "No tendrás dioses ajenos delante de mí ... No te inclinarás a ellas, ni las honrarás porque yo soy Yahweh tu Dios..." (Éx. 20:3, 5). Los mandamientos que Jesús mencionara antes, estaban en la segunda tabla de la ley, o plano de la interrelación humana; y el que va a referir ahora pertenecía al plano vertical Dios-hombre, en el que la idolatría cobra un rol protagónico que Dios abomina, y el AMOR AL DINERO Y LAS RIQUEZAS (Mammón), eran la vulnerabilidad que este hombre tenía, y que lo mantenían lejos del plano eternal. Luego Jesús, el Juez de toda carne, le descubre el secreto que lo hacía consciente de su déficit personal: "Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven, sígueme, tomando tu cruz" (v.21). Esto fue algo que esta persona asumió como el azote número cuarenta y uno, sintiéndose humillado hasta el extremo (Dt.25:3). Y sin decir más, sus líneas de expresión dibujaron su crisis interior, y girando en redondo, se fue, pues tenía muchas posesiones. Y así, mientras se alejaba, se ponía a pensar en aquella extraña doctrina que lo invitara a una renuncia global, a pensar en una riqueza intangible, irreal, fantástica, inasequible, en aquel cielo que le lucía cada vez más lejano, y que lo llevara a una disyuntiva que retaba su idealidad, y su posición religiosa. Y es que su posesionaria, era su riqueza acumulada que luciera como más real en este mundo material en lo que todo lo que no poseyera esta característica debía difuminarse, desapareciendo del horizonte real, y "religiosamente estable". ¡Ay, Padre!
=== Al meditar Jesús en esto, puso en el tapete la crisis medular que crea tantos conflictos para los que se aferran a las riquezas, y que le dicen a Dios: "Aparta de mí este cáliz" (el horno de aflicciones que sería la vida sin la comodidad de las riquezas y la vida muelle), y le dan la bienvenida al confort y a la vida regalada, sin lo cual dejarían de servir a Dios con un propósito que agradara a este último. Los discípulos se admiraron de lo que Jesús había dicho, y el notó la desazón de sus corazones, y volvió a decirles que: El reino de Dios sería de difícil acceso para los que CONFIARAN EN LAS RIQUEZAS. A lo que añadió el ejemplo de un camello cargado que no podría pasar por el ojo de una aguja (puerta de acceso oriental para los camélidos), con todo y su carga, habiendo de descargarlos para franquearles el paso a la ciudad amurallada, y fueran a descansar y reabastecerse de energía y saciar su sed. Hubo más de un apóstol que viera esta situación con gran preocupación, inquiriendo quién podría ser salvo entonces. Y el Señor les hizo recordar el asunto de la fe, y la confianza puesta en Dios, para quien la imposibilidad no significara un desafío, siendo ello la especialidad del Padre.
"Jesús salía ya para seguir su camino, cuando un hombre llegó corriendo, se arrodilló delante de él, y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie que sea bueno, sino sólo Dios. Ya conoces los mandamientos: No mates. No cometas adulterio. No robes. No des falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. Aquel hombre le respondió: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Jesús lo miró y, con mucho amor, le dijo: Una cosa te falta: anda y vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres. Así tendrás un tesoro en el cielo. Después de eso, ven y sígueme. Cuando aquel hombre oyó eso, se afligió y se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Jesús miró a su alrededor, y les dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! Los discípulos se asombraron de sus palabras, pero Jesús volvió a decirles: Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de Dios. Ellos se asombraron aún más, y se preguntaban unos a otros: Entonces, ¿quién podrá salvarse? Jesús los miró fijamente y les dijo: Esto es imposible para los hombres, pero no para Dios. Porque para Dios todo es posible".
=== Este es un momento en el que Jesús fue interrumpido en su fluir para el pueblo hebreo, y un hombre que se sintiera urgido por su condición, vino a inquirir sobre su sino eternal. Su carga era sincera, y la persona del consultor no podía haber sido elegida mejor, pues en un gesto muy humilde, este varón se arrodilló ante Jesús, haciéndole una súplica, después de haber sido lisonjero con el Señor llamándolo "bueno", algo que Jesús corregiría, transfiriendo ese título sólo al Padre, como se observa en este párrafo; y tras ello, se dispuso a contestar al varón en una forma que merece ser analizada. Y Jesús refirió el poder que había en las ordenanzas divinas para alcanzar la justicia que Dios aprueba; no mencionando los mandamientos en una forma ordinal, sino en una manera muy peculiar; poniendo el preservar la vida como un asunto primario, luego, se referiría a la fidelidad matrimonial, a la honestidad, a la sinceridad testimonial; a la absoluta certidumbre de cumplir sus promesas, pagar sus deudas, y operar a cabalidad en sus transacciones; a mostrar respeto, consideración y veneración por sus progenitores, a lo cual respondió con un amén singularísimo. No podemos menos que estar sorprendidos por esta confesión. Para un judío, al ser examinado en su Bar Mitzva, comparte todo lo que aprendió de la Tora, y postula que se moverá en los principios marcados por ella, para que al guardarlos adquiriera justicia arqueotestamentaria; y sus fallas podían ser superadas mediante sacrificios, devolviéndolo a la religiosa aceptación. ¿A qué se debía su angustia para obtener la vida eterna?
==== Alguien tan perfecto (ceremonialmente), no podía verse acongojado. Pero algo interno lo turbaba, percibiendo que no estaba completo en la presencia de Dios. Y Jesús dio en el blanco al referir que lo que le faltaba estaba incluido en la primera tabla de la ley: "No tendrás dioses ajenos delante de mí ... No te inclinarás a ellas, ni las honrarás porque yo soy Yahweh tu Dios..." (Éx. 20:3, 5). Los mandamientos que Jesús mencionara antes, estaban en la segunda tabla de la ley, o plano de la interrelación humana; y el que va a referir ahora pertenecía al plano vertical Dios-hombre, en el que la idolatría cobra un rol protagónico que Dios abomina, y el AMOR AL DINERO Y LAS RIQUEZAS (Mammón), eran la vulnerabilidad que este hombre tenía, y que lo mantenían lejos del plano eternal. Luego Jesús, el Juez de toda carne, le descubre el secreto que lo hacía consciente de su déficit personal: "Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven, sígueme, tomando tu cruz" (v.21). Esto fue algo que esta persona asumió como el azote número cuarenta y uno, sintiéndose humillado hasta el extremo (Dt.25:3). Y sin decir más, sus líneas de expresión dibujaron su crisis interior, y girando en redondo, se fue, pues tenía muchas posesiones. Y así, mientras se alejaba, se ponía a pensar en aquella extraña doctrina que lo invitara a una renuncia global, a pensar en una riqueza intangible, irreal, fantástica, inasequible, en aquel cielo que le lucía cada vez más lejano, y que lo llevara a una disyuntiva que retaba su idealidad, y su posición religiosa. Y es que su posesionaria, era su riqueza acumulada que luciera como más real en este mundo material en lo que todo lo que no poseyera esta característica debía difuminarse, desapareciendo del horizonte real, y "religiosamente estable". ¡Ay, Padre!
=== Al meditar Jesús en esto, puso en el tapete la crisis medular que crea tantos conflictos para los que se aferran a las riquezas, y que le dicen a Dios: "Aparta de mí este cáliz" (el horno de aflicciones que sería la vida sin la comodidad de las riquezas y la vida muelle), y le dan la bienvenida al confort y a la vida regalada, sin lo cual dejarían de servir a Dios con un propósito que agradara a este último. Los discípulos se admiraron de lo que Jesús había dicho, y el notó la desazón de sus corazones, y volvió a decirles que: El reino de Dios sería de difícil acceso para los que CONFIARAN EN LAS RIQUEZAS. A lo que añadió el ejemplo de un camello cargado que no podría pasar por el ojo de una aguja (puerta de acceso oriental para los camélidos), con todo y su carga, habiendo de descargarlos para franquearles el paso a la ciudad amurallada, y fueran a descansar y reabastecerse de energía y saciar su sed. Hubo más de un apóstol que viera esta situación con gran preocupación, inquiriendo quién podría ser salvo entonces. Y el Señor les hizo recordar el asunto de la fe, y la confianza puesta en Dios, para quien la imposibilidad no significara un desafío, siendo ello la especialidad del Padre.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 28/10/2018 MENSAJE # 2819.
LAS PRIORIDADES DE LA VIDA HAN DE SER OBSERVADAS SOBRE LA BASE DE LO QUE DIOS REVELA, Y NO SOBRE LAS PERCEPCIONES DE QUIENES HAN PERDIDO LA BRÚJULA, APROPIÁNDOSE DE LO PERECEDERO, Y DEJANDO LO TRASCENDENTE COMO SI FUERAN VANAS ILUSIONES.
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