LIMA - PERÚ MARTES 22 DE ENERO DEL 2019 MENSAJE # 2993
SANTIAGO 1:12.
"Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman".
=== Santiago, el hermano del Señor Jesús, inició esta enseñanza compartiendo sobre las diversas pruebas que atraviesa el cristiano, para alcanzar el nivel de la plenitud, siendo una persona aparejada para caminar conforme a la piedad, comprobando delante de Dios y de los hombres su temple como siervo e hijo de Dios. El control de calidad en los talleres del Señor forman parte de nuestras experiencias, de modo que se compruebe el nivel de probidad como instrumentos divinos. Así como las empresas comerciales garantizan la calidad de su producto tras someterlo a las más rigurosas pruebas, para comprobar su rendimiento, durabilidad y fortaleza; así también el Padre someterá a sus hijos en el crisol de este siglo a cada uno de los componentes de la sagrada familia de Dios, de modo que se compruebe más allá de toda duda la probidad y calidad de cada uno de los miembros del cuerpo de Cristo; para ubicarlos luego entre los componentes de su ejército, los cuales, por sus experiencias previas, podrán garantizar la posibilidad de una segura preservación que establezca una competencia y una gloriosa veteranía en lo tocante al servicio al Dios vivo.
=== Al describir la dicha del varón que es probado, hemos de advertir que Dios es quien nos prueba, pues él está consciente de nuestras habilidades y capacidades como siervos suyos, sabiendo que saldremos airosos y victoriosos en todo aquello que componga nuestra idoneidad como sus instrumentos, y como sus humanas extensiones, para ejecutar sus mandatos competentemente. El entrenamiento de los siervos de Dios los lleva a niveles primarios, superiores y gloriosos, acordes siempre con los niveles alcanzados mediante la aplicación de los conocimientos y habilidades adquiridos durante el trámite de su preparación, optimizando los resultados para la obtención de la gloria correspondiente. Las tentaciones, son una obra del enemigo, el cual estará hurgando por nuestros puntos vulnerables, o posibles debilidades; buscando impactar y deteriorar nuestra armadura, y también aprovechar posibles fallas y descuidos de nuestra parte; los cuales componen la concupiscencia o deseos fuera de orden; aquellas falencias o debilidades permitidas y consentidas que puedan ocasionar algún descalabro, o alguna descompensación, por no habernos negado a nosotros mismos, pretendiendo que el Padre consienta con nosotros en asuntos que han sido definidos como NO NEGOCIABLES. El autor de Hebreos lo define como un peso extra, o como el pecado que nos asedia (que más nos gusta o atrae, y al que no nos queremos negar). De allí la necesidad de soportar todo el peso que nos abruma por no arrojarlo definitivamente de nuestro corazón o de nuestro entorno.
=== Será después de haber soportado todos los embates del maligno, y la traición de nuestra carnalidad, quien se puede fingir como una aliada religiosa, pero jamás como parte de nuestra filiación divina, huyendo al menor revés, y dejándonos a la deriva si en ella hubiéramos confiado. El espíritu humano debe estar alerta; el alma, definida para contribuir con el impulso que de arriba viene; y la carne, ha de ser sujetada por la firmeza de nuestra decisión espiritual que se define por la fidelidad sin pausa; coactándola a operar en pro de los divinos intereses. No lo hará voluntariamente, y tendrá que ser obligada a moverse al conjuro de nuestra naturaleza tripartita. Y será así que el apetito, el impulso y el instinto se someterán al espíritu que nos gobierne cuando la lucha se presente. Así, el dios vientre, se verá sometido al designio divino, y al ejecutarse la divina ordenación, nuestras sienes sentirán la corona de la vida cuando el Padre la ubique donde debe estar, gobernando cada átomo de nuestro ser integral, el cual encontrará su razón de ser al disponerse al servicio del Dios vivo al conjuro del amor derramado sobre nosotros.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 22/01/2019 MENSAJE # 2993.
"Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman".
=== Santiago, el hermano del Señor Jesús, inició esta enseñanza compartiendo sobre las diversas pruebas que atraviesa el cristiano, para alcanzar el nivel de la plenitud, siendo una persona aparejada para caminar conforme a la piedad, comprobando delante de Dios y de los hombres su temple como siervo e hijo de Dios. El control de calidad en los talleres del Señor forman parte de nuestras experiencias, de modo que se compruebe el nivel de probidad como instrumentos divinos. Así como las empresas comerciales garantizan la calidad de su producto tras someterlo a las más rigurosas pruebas, para comprobar su rendimiento, durabilidad y fortaleza; así también el Padre someterá a sus hijos en el crisol de este siglo a cada uno de los componentes de la sagrada familia de Dios, de modo que se compruebe más allá de toda duda la probidad y calidad de cada uno de los miembros del cuerpo de Cristo; para ubicarlos luego entre los componentes de su ejército, los cuales, por sus experiencias previas, podrán garantizar la posibilidad de una segura preservación que establezca una competencia y una gloriosa veteranía en lo tocante al servicio al Dios vivo.
=== Al describir la dicha del varón que es probado, hemos de advertir que Dios es quien nos prueba, pues él está consciente de nuestras habilidades y capacidades como siervos suyos, sabiendo que saldremos airosos y victoriosos en todo aquello que componga nuestra idoneidad como sus instrumentos, y como sus humanas extensiones, para ejecutar sus mandatos competentemente. El entrenamiento de los siervos de Dios los lleva a niveles primarios, superiores y gloriosos, acordes siempre con los niveles alcanzados mediante la aplicación de los conocimientos y habilidades adquiridos durante el trámite de su preparación, optimizando los resultados para la obtención de la gloria correspondiente. Las tentaciones, son una obra del enemigo, el cual estará hurgando por nuestros puntos vulnerables, o posibles debilidades; buscando impactar y deteriorar nuestra armadura, y también aprovechar posibles fallas y descuidos de nuestra parte; los cuales componen la concupiscencia o deseos fuera de orden; aquellas falencias o debilidades permitidas y consentidas que puedan ocasionar algún descalabro, o alguna descompensación, por no habernos negado a nosotros mismos, pretendiendo que el Padre consienta con nosotros en asuntos que han sido definidos como NO NEGOCIABLES. El autor de Hebreos lo define como un peso extra, o como el pecado que nos asedia (que más nos gusta o atrae, y al que no nos queremos negar). De allí la necesidad de soportar todo el peso que nos abruma por no arrojarlo definitivamente de nuestro corazón o de nuestro entorno.
=== Será después de haber soportado todos los embates del maligno, y la traición de nuestra carnalidad, quien se puede fingir como una aliada religiosa, pero jamás como parte de nuestra filiación divina, huyendo al menor revés, y dejándonos a la deriva si en ella hubiéramos confiado. El espíritu humano debe estar alerta; el alma, definida para contribuir con el impulso que de arriba viene; y la carne, ha de ser sujetada por la firmeza de nuestra decisión espiritual que se define por la fidelidad sin pausa; coactándola a operar en pro de los divinos intereses. No lo hará voluntariamente, y tendrá que ser obligada a moverse al conjuro de nuestra naturaleza tripartita. Y será así que el apetito, el impulso y el instinto se someterán al espíritu que nos gobierne cuando la lucha se presente. Así, el dios vientre, se verá sometido al designio divino, y al ejecutarse la divina ordenación, nuestras sienes sentirán la corona de la vida cuando el Padre la ubique donde debe estar, gobernando cada átomo de nuestro ser integral, el cual encontrará su razón de ser al disponerse al servicio del Dios vivo al conjuro del amor derramado sobre nosotros.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 22/01/2019 MENSAJE # 2993.
DIOS TIENE CORONAS PARA SUS HIJOS QUE CUBREN SU ROL Y HACEN SU VOLUNTAD, CONSIDEREMOS EL ESTAR ENTRE AQUELLOS QUE LAS HEREDAN, Y PUEDEN SENTIR EL GOZO INEFABLE COMO EXCELENTES SERVIDORES DEL DIOS ALTÍSIMO.
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