LIMA - PERÚ VIERNES 06 DE MARZO DEL 2015
COMENTARO EXEGÉTICO DE LA EPÍSTOLA DE PABLO A TITO
COMENTARO EXEGÉTICO DE LA EPÍSTOLA DE PABLO A TITO
Tito: 2:2
"Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia".
*** Esta porción, y las siguientes, no están refiriéndose a los gobernantes eclesiales o ministros, sino a los miembros de la iglesia en su relación fraterna con el pueblo de Dios (entre ellos mismos). Así como suelen dividirse las edades en las escuelas dominicales, para una enseñanza acorde con las mismas, así el apóstol hace sus recomendaciones a Tito para señalar las características propias de los miembros dentro de su contexto y coetaneidad.
*** De los Ancianos de edad se solicita que sean:
(I) Sobrios (la naturaleza epicúrea de los cretenses hacía preciso el plano de moderación que debe caracterizar a quienes representan la sabiduría y la cordura propias de la tercera edad, sirviendo como ejemplo y balance ideal para los demás miembros de la congregación). La sobriedad no es solamente en cuanto al beber, sino en lo concerniente a la línea conductual en general, dado el grado de experiencia alcanzado y la instrucción pertinente recibida, sirviendo como ejemplos a los demás.
(II) Serios. Hay cosas que son propias de gente inexperta o falta de conocimiento, lo cual es excusable en los jóvenes o personas de corta edad; pero que se ven muy mal en personas que ya pintan canas. La seriedad no implica falta de alegría, sino de un porte digno y una línea de acción que denote una naturaleza circunspecta, ecuánime y responsable en todo momento.
(III) Prudentes. esto nos habla de tacto y cordura en el trato constante. Nuestras palabras y nuestras acciones han de condecir y rimar con los conceptos y procedimientos que se imparten, aplicando la adecuada proporcionalidad en el pensar, decir y obrar, siendo ejemplos de probidad en cada detalle conductual.
(IV) Sanos en la Fe. El equilibrio espiritual, y el conocimiento cabal de la doctrina y su aplicación deben ser evidenciados a cada paso. Lo exorbitante, lo espectacular, lo sobredimensionado, y lo que esté por debajo del estándar espiritual congregacional, deben estar clasificados, manteniendo el buen orden en el fluir, el hablar y el actuar individual. El exceso de las sectas, y el acartonamiento del legalismo conductual farisaico, son cosas que han de estar ausentes del divino fluir eclesial, y para ello es preciso tener conocimiento básico del cuerpo doctrinal que caracterice nuestras reuniones de alabanza y adoración; de consejo e instrucción, y de las aplicaciones que sean propias para cada cosa.
(V) En el Amor. El espíritu fraterno no debe llevarnos a exagerar nuestras muestras de afecto o a tornarnos demasiado rígidos, dispensando el amor en el Señor en su adecuado nivel para con todos, ancianos, adultos, jóvenes y niños.
(VI) En la Paciencia. No hemos de confundir una naturaleza paciente con una tolerancia que convierta en consentimiento o engreimiento nuestro dispensarnos al resto. La paciencia es el grado de fortaleza que tenemos frente a la adversidad, el cual al ser aplicado a conductas deficitarias debe mostrar aliento, exhortación y consuelo; pero nunca celestinaje. Que nuestra paciencia no exceda jamás el orden requerido para el fluir que agrade a Dios. Seamos considerados con las fallas ocasionales, y firmes cuando éstas se han transformado en costumbre, haciendo que la conducta se vaya alineando con el divino agrado.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 06/03/2015
*** Esta porción, y las siguientes, no están refiriéndose a los gobernantes eclesiales o ministros, sino a los miembros de la iglesia en su relación fraterna con el pueblo de Dios (entre ellos mismos). Así como suelen dividirse las edades en las escuelas dominicales, para una enseñanza acorde con las mismas, así el apóstol hace sus recomendaciones a Tito para señalar las características propias de los miembros dentro de su contexto y coetaneidad.
*** De los Ancianos de edad se solicita que sean:
(I) Sobrios (la naturaleza epicúrea de los cretenses hacía preciso el plano de moderación que debe caracterizar a quienes representan la sabiduría y la cordura propias de la tercera edad, sirviendo como ejemplo y balance ideal para los demás miembros de la congregación). La sobriedad no es solamente en cuanto al beber, sino en lo concerniente a la línea conductual en general, dado el grado de experiencia alcanzado y la instrucción pertinente recibida, sirviendo como ejemplos a los demás.
(II) Serios. Hay cosas que son propias de gente inexperta o falta de conocimiento, lo cual es excusable en los jóvenes o personas de corta edad; pero que se ven muy mal en personas que ya pintan canas. La seriedad no implica falta de alegría, sino de un porte digno y una línea de acción que denote una naturaleza circunspecta, ecuánime y responsable en todo momento.
(III) Prudentes. esto nos habla de tacto y cordura en el trato constante. Nuestras palabras y nuestras acciones han de condecir y rimar con los conceptos y procedimientos que se imparten, aplicando la adecuada proporcionalidad en el pensar, decir y obrar, siendo ejemplos de probidad en cada detalle conductual.
(IV) Sanos en la Fe. El equilibrio espiritual, y el conocimiento cabal de la doctrina y su aplicación deben ser evidenciados a cada paso. Lo exorbitante, lo espectacular, lo sobredimensionado, y lo que esté por debajo del estándar espiritual congregacional, deben estar clasificados, manteniendo el buen orden en el fluir, el hablar y el actuar individual. El exceso de las sectas, y el acartonamiento del legalismo conductual farisaico, son cosas que han de estar ausentes del divino fluir eclesial, y para ello es preciso tener conocimiento básico del cuerpo doctrinal que caracterice nuestras reuniones de alabanza y adoración; de consejo e instrucción, y de las aplicaciones que sean propias para cada cosa.
(V) En el Amor. El espíritu fraterno no debe llevarnos a exagerar nuestras muestras de afecto o a tornarnos demasiado rígidos, dispensando el amor en el Señor en su adecuado nivel para con todos, ancianos, adultos, jóvenes y niños.
(VI) En la Paciencia. No hemos de confundir una naturaleza paciente con una tolerancia que convierta en consentimiento o engreimiento nuestro dispensarnos al resto. La paciencia es el grado de fortaleza que tenemos frente a la adversidad, el cual al ser aplicado a conductas deficitarias debe mostrar aliento, exhortación y consuelo; pero nunca celestinaje. Que nuestra paciencia no exceda jamás el orden requerido para el fluir que agrade a Dios. Seamos considerados con las fallas ocasionales, y firmes cuando éstas se han transformado en costumbre, haciendo que la conducta se vaya alineando con el divino agrado.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 06/03/2015
SERÁ DE MUCHA UTILIDAD CONSIDERAR LOS CONSEJOS DEL APÓSTOL PABLO PARA CADA UNA DE LAS PERSONAS QUE ACUDEN A UNA IGLESIA LOCAL, ENTENDIENDO QUE, JUNTO CON SU PARTICIPACIÓN PRESENCIAL, SE ADQUIERE UNA RESPONSABILIDAD RELACIONAL, QUE MOSTRARÁ EL ESPÍRITU QUE ADORNA A DICHA CONGREGACIÓN, COMPORTANDO ELLO SU TESTIMONIO LOCAL Y LA EXTENSIÓN DE SU ESPIRITUALIDAD A OTROS.
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