LIMA - PERÚ LUNES 12 DE MARZO DEL 2018 MENSAJE # 2359
PRIMERA DE PEDRO 1:13-16. (VERSIÓN REINA-VALERA CONTEMPORÁNEA).
"Por lo tanto, preparen su mente para la acción, estén atentos y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando Jesucristo sea manifestado, pórtense como hijos obedientes, y no sigan los dictados de sus antiguos deseos, de cuando vivían en la ignorancia. Al contrario, vivan una vida completamente santa, porque Santo es aquel que los ha llamado. Escrito está: Sean santos, porque Yo soy Santo".
=== El apóstol Pedro ha desarrollado brevemente los valores espirituales que componen la esperanza viva a la que hemos sido llamados y destinados mediante el nuevo nacimiento, trasladándonos al panorama espiritual ininteligible para la carne religiosa; pero infinitamente disfrutable para quien entiende su naturaleza tripartita, y se define caminando en ella y por ella. Todo el que es renovado en su fuero interno, debe renovar su mente, y asociarse en espíritu y verdad con su nueva condición. Así, pues, al ser programados con la plena salvación como nuestra perspectiva, nos vamos acomodando a ello, como lo hace un ave que vuela a gran altura utilizando los vientos y sus vaivenes, ascensos y descensos, para mantenerse en lo alto sin agitar sus alas, en un vuelo plácido, continuo y maravilloso. Y es aquí donde Pedro nos habla de la aflicción, y la prueba de nuestra fe, demandando de la misma alabanza, gloria y honra para la Deidad cuando Jesús se revele. Cada vez que nos movemos en las dotaciones que hemos recibido, al servicio de los demás, la gloria de Dios que moraba en nosotros, sin manifestarse, se hace evidente, y los beneficios que comparte el salmista en el Salmo 103:1-5, son presentados ante los ojos azorados de los que nos miran con suspicacia, o con desprecio, y se asombran al ver que lo confesado y exhalado es idéntico con lo obrado, viéndonos muy a su pesar como portadores de un poder y un mensaje trascendente, y no solamente hipotético o imaginario.
=== Toda aquella gracia fue estudiada y analizada por los siervos que nos precedieran, intentando descubrir el tiempo y la sazón para que pasaran aquellas cosas que la profecía claramente mostrara, les fue mostrado por la Deidad que no eran ellos los directos destinatarios sino que eran los instrumentos para que los beneficiarios estableciesen esa realidad en el panorama generacional oportuno y correcto, y Pedro arguye que se refería a nosotros, y que todos los que curiosearan acerca de este tema tan especial se quedaran con las ganas de ver lo que Dios mostraría en este tiempo, incluyendo a los ángeles. Luego, Pedro ordena que nuestras mentes se aparejen para la acción pertinente, de modo que la gracia no se convierta en un recuerdo o una información desfasada; sino que se constituyese en operativa obrando en consecuencia con lo que fuera nuestra extraordinaria impartición, haciendo que el Cristo que morara en nosotros como esperanza de gloria, anticipara la misma en las manifestaciones dotacionales, ministeriales, y en las maravillas operacionales que compondrían nuestro diario vivir, cubriendo aquella petición que Jesús hiciera en la oración del Padre nuestro: "Venga tu reino. Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo" (Mt.6:10). De allí que Pedro nos refiera que pongamos toda nuestra esperanza en aquella gracia que recibiríamos cuando él fuera manifestado.
=== Pedro abarca ahora el panorama conductual que corresponde a los hijos de Dios, los cuales obedecerán a las nuevas consignas, separándonos del antiguo control de la carne que correspondieran a nuestra ignorancia del mundo espiritual, y al tripartito fluir que lo caracterizara. Luego, nos muestra la acera opuesta, esto es el hecho de vivir una vida santa, por causa de la santidad de aquel que nos llamara con llamamiento santo (santo, significa simplemente apartado de lo mundano y pueril para identificarse con el estado de separación que es característico en el Padre: Ser particularmente suyo; tanto en nuestra individualidad como en el intento). Si la tarea le parece imposible a la carne, habituada al plano natural deteriorado; no lo es para la vida sobrenatural que nos ha sido impartida en la persona del Hijo de Dios, el cual mora en nosotros, y posee la capacidad de ejecutar el deseo del Padre en una deliciosa comunión con él. Podemos interpretar de dos maneras la consigna mencionada en el verso 16: Como una orden que indispone a la carne religiosa; o como una promesa facultativa que hará que nosotros seamos capaces de alcanzar el plano santificante, porque eso es lo que está escribiendo el Espíritu Santo en nuestros corazones como el principio regente que hará que la voluntad divina se ejecute sin falta.
"Por lo tanto, preparen su mente para la acción, estén atentos y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando Jesucristo sea manifestado, pórtense como hijos obedientes, y no sigan los dictados de sus antiguos deseos, de cuando vivían en la ignorancia. Al contrario, vivan una vida completamente santa, porque Santo es aquel que los ha llamado. Escrito está: Sean santos, porque Yo soy Santo".
=== El apóstol Pedro ha desarrollado brevemente los valores espirituales que componen la esperanza viva a la que hemos sido llamados y destinados mediante el nuevo nacimiento, trasladándonos al panorama espiritual ininteligible para la carne religiosa; pero infinitamente disfrutable para quien entiende su naturaleza tripartita, y se define caminando en ella y por ella. Todo el que es renovado en su fuero interno, debe renovar su mente, y asociarse en espíritu y verdad con su nueva condición. Así, pues, al ser programados con la plena salvación como nuestra perspectiva, nos vamos acomodando a ello, como lo hace un ave que vuela a gran altura utilizando los vientos y sus vaivenes, ascensos y descensos, para mantenerse en lo alto sin agitar sus alas, en un vuelo plácido, continuo y maravilloso. Y es aquí donde Pedro nos habla de la aflicción, y la prueba de nuestra fe, demandando de la misma alabanza, gloria y honra para la Deidad cuando Jesús se revele. Cada vez que nos movemos en las dotaciones que hemos recibido, al servicio de los demás, la gloria de Dios que moraba en nosotros, sin manifestarse, se hace evidente, y los beneficios que comparte el salmista en el Salmo 103:1-5, son presentados ante los ojos azorados de los que nos miran con suspicacia, o con desprecio, y se asombran al ver que lo confesado y exhalado es idéntico con lo obrado, viéndonos muy a su pesar como portadores de un poder y un mensaje trascendente, y no solamente hipotético o imaginario.
=== Toda aquella gracia fue estudiada y analizada por los siervos que nos precedieran, intentando descubrir el tiempo y la sazón para que pasaran aquellas cosas que la profecía claramente mostrara, les fue mostrado por la Deidad que no eran ellos los directos destinatarios sino que eran los instrumentos para que los beneficiarios estableciesen esa realidad en el panorama generacional oportuno y correcto, y Pedro arguye que se refería a nosotros, y que todos los que curiosearan acerca de este tema tan especial se quedaran con las ganas de ver lo que Dios mostraría en este tiempo, incluyendo a los ángeles. Luego, Pedro ordena que nuestras mentes se aparejen para la acción pertinente, de modo que la gracia no se convierta en un recuerdo o una información desfasada; sino que se constituyese en operativa obrando en consecuencia con lo que fuera nuestra extraordinaria impartición, haciendo que el Cristo que morara en nosotros como esperanza de gloria, anticipara la misma en las manifestaciones dotacionales, ministeriales, y en las maravillas operacionales que compondrían nuestro diario vivir, cubriendo aquella petición que Jesús hiciera en la oración del Padre nuestro: "Venga tu reino. Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo" (Mt.6:10). De allí que Pedro nos refiera que pongamos toda nuestra esperanza en aquella gracia que recibiríamos cuando él fuera manifestado.
=== Pedro abarca ahora el panorama conductual que corresponde a los hijos de Dios, los cuales obedecerán a las nuevas consignas, separándonos del antiguo control de la carne que correspondieran a nuestra ignorancia del mundo espiritual, y al tripartito fluir que lo caracterizara. Luego, nos muestra la acera opuesta, esto es el hecho de vivir una vida santa, por causa de la santidad de aquel que nos llamara con llamamiento santo (santo, significa simplemente apartado de lo mundano y pueril para identificarse con el estado de separación que es característico en el Padre: Ser particularmente suyo; tanto en nuestra individualidad como en el intento). Si la tarea le parece imposible a la carne, habituada al plano natural deteriorado; no lo es para la vida sobrenatural que nos ha sido impartida en la persona del Hijo de Dios, el cual mora en nosotros, y posee la capacidad de ejecutar el deseo del Padre en una deliciosa comunión con él. Podemos interpretar de dos maneras la consigna mencionada en el verso 16: Como una orden que indispone a la carne religiosa; o como una promesa facultativa que hará que nosotros seamos capaces de alcanzar el plano santificante, porque eso es lo que está escribiendo el Espíritu Santo en nuestros corazones como el principio regente que hará que la voluntad divina se ejecute sin falta.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 12/03/2018 MENSAJE # 2359.
EL LLAMAMIENTO A UNA VIDA SANTA ES COMPRENSIBLE PARA AQUEL QUE RENUEVA SU ENTENDIMIENTO, ENTENDIENDO QUE SOLAMENTE EN ARMONÍA CON EL ESPÍRITU SANTO SE ALCANZARÁ EL NIVEL ADECUADO PARA OBTENER LA HERENCIA.
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