jueves, 31 de mayo de 2018

CUANDO SOMOS ASCENDIDOS EN EL PLANO DEL SERVICIO, SURGE UNA NUEVA EXPERIENCIA, Y ES EL SER SENSIBILIZADOS PARA ENTENDER EL DIVINO OBRAR COMO UNA ESFERA REAL, Y NO COMO ALGO IMAGINARIO O HIPOTÉTICO.

LIMA - PERÚ   JUEVES 31 DE MAYO DEL 2018      MENSAJE # 2519

SEGUNDA DE CORINTIOS 4:7-14.

"Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no deamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida. Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros".

=== Ser un ministro del nuevo pacto implica el haber llegado a entender el panorama de la vida de resurrección. Porque la vida trascendente pone en nosotros una forma de sentir totalmente diferente, privándonos de la confianza en la carne, y desplazándonos al plano eternal como una obra divinal que nos ampara, protege y empodera, incentivándonos a la realización ideal del propósito eterno. El pacto de la letra escrito en piedra, nos hace pensar en una lápida sepulcral; el que es escrito en el corazón de los siervos de Dios, implica el resalto de una vida que durará con nosotros hasta que traspongamos el velo, afectándonos por todo el tiempo de nuestra peregrinación en el plano natural, y eso es lo que pone en nosotros una fijación que nos hace afirmar nuestros rostros para ir a Jerusalén (y me refiero a la celestial) no albergando dudas  en cuanto a nuestro sino. Así como hay un ministerio de muerte y condenación, hay un ministerio de vida y justificación; así, pues, estamos "benditamente condenados a la victoria y el triunfo", cubriendo con éxito nuestro rol como siervos del Dios vivo. Esto no le fue comunicado tiernamente al apóstol, sino que asomó a su vida como una tremenda experiencia, y es en tiempos de paz que él comparte con nosotros esta gloria que a él lo llevara al paroxismo, a la cima de la montaña rusa que te deja la impresión de una súbita sensación de ascenso y descenso en los que parece que todo se te va a salir por la boca, hasta que todo vuelve a su sitio.

=== Venida la luz iluminadora, somos capaces de visualizar cómo es que Dios divide y une las cosas para hacer con ellas un efecto célico-pedestre. Aquí él expresa una gran verdad, y es que el envoltorio mortal permanece como tal, y se va deteriorando; pero lo que Dios ha puesto en nosotros se mantiene incólume, permitiendo que las sucesivas glorias hagan su aparición, mostrando el superior fluir del Espíritu en cada uno de nosotros, los que hemos comprendido el fluir del Señor manteniéndonos en humildad, sintiéndonos vasos útiles; pero sólo eso. Así, no hay forma en que nuestro ser personal arruine la perspectiva divina, dejando que Dios sea Dios, y nosotros sus instrumentos. Y al referir lo que viene, tenemos que entender cómo actúan las cosas, para que no nos sintamos en una eterna paradoja, y apreciemos cómo actúa nuestra segunda piel, la que permanece incólume a los ataques del enemigo, reaccionando desde nuestro espíritu, y no de nuestras almas gimoteantes o nuestros cuerpos doloridos y tumefactos. Y cuando llega la tribulación o máxima aflicción, no experimentamos, sin embargo, la angustia debilitante o una total depresión; y aunque se perciben los apuros y los tiempos difíciles, ya no nos desesperamos ni reaccionamos histéricamente; y luego, en medio de la persecución, no hay la menor sensación de desamparo, actuando juiciosa y calmadamente; y cuando sufrimos una caída, no pasa de un knock down, y nos volvemos a incorporar porque no nos noquearon.

=== La muerte del Señor Jesús (que no reacciona a ninguna afrenta o ataque enemigo, y actúa como un escudo anti-todo), nos permite ver cómo se efectúa la ósmosis (paso recíproco de liquidos de distinta densidad a través de una membrana que los separa), en nuestro fuero interno, logrando que el poderoso obrar espiritual traspase las fronteras del alma y de la carne, haciendo aflorar o manifestando la vida que el Señor nos imparte desde lo más hondo de nuestro ser. La vida zoe (espiritual) precisa de nuestra entrega formal al Señor, ciñéndonos como sus instrumentos, para que la vida correspondiente no se encuentre con un impedimento, sino con un fácil acceso que haga viable el divino fluir, hasta el extremo que nuestra carne mortal comienza a sentir el obrar trascendente de lo que Dios está haciendo: "Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? ... Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí" (Mr.5:30; Lc.8:46). En mi experiencia personal he sentido a veces esa impartición de mis manos y de mi ropa, ¡ES ALGO MUY REAL! Y es por eso que Pablo arguye: "De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida" (v.12). Entonces, el espíritu de fe; o la fe en acción; ni bien cree, habla (expresa, ejecuta, lleva a cabo); y por extensión, todo el que cree, habla también, entendiendo que la vida de resurrección que afectara al Señor, nos afectará también, haciéndonos parte de aquella singular manifestación.


EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA      31/05/2018        MENSAJE # 2519.

1 comentario:

  1. CUANDO LAS CONVICCIONES DE FE LLEGUEN A SU CLÍMAX, APARECERÁN LAS SENSACIONES Y LA SENSIBILIDAD PARA EXPERIMENTAR LA PRESENCIA DE DIOS COMO UNA REALIDAD COMPROBABLE QUE QUITARÁ TOD DUDA Y TODA JACTANCIA, ENTENDIENDO QUE EL PODER ES DE DIOS, Y NO NUESTRO.

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