martes, 1 de mayo de 2018

SANTIAGO, LLAMA A LOS CREYENTES EN GENERAL, A AFIRMARSE EN SU FE, SU ESPERANZA Y SU CERTEZA EN LA CONFESIÓN DE NUESTRA SEGURIDAD EN NUESTRAS RELACIONES CON EL CREADOR REDENTOR.

LIMA - PERÚ     MARTES 01 DE MAYO DEL 2018          MENSAJE # 2459

SANTIAGO 1:2-8.    (VERSIÓN REINA VALERA CONTEMPORÁNEA)

"Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando estén pasando por diversas pruebas. Bien saben que, cuando su fe es puesta a prueba, produce paciencia. Pero procuren que la paciencia complete su obra, para que sean perfectos y cabales, sin que les falte nada. Si alguno de ustedes requiere sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, , pues Dios les da a todos en abundancia y sin hacer ningún reproche. Pero tiene que pedir con fe y sin dudar nada, porque el que duda es como las olas del mar, que el viento agita y lleva de un lado a otro. Quien sea así, no piense que recibirá del Señor cosa alguna, pues quienes titubean son inconstantes en todo lo que hacen".

=== Santiago, medio hermano del Señor, no era un apóstol, pero estaba a cargo de la Iglesia Jerosolimitana, de allí que cuando se dirigiera a los destinatarios no usara de título alguno. Lo hemos de ver arguyendo que es nuestro hermano en la fe, y aunque su elección lo privilegiara y lo hubiera llevado adonde estaba, él siempre mantuvo su postura como un hermano mayor, y con un espíritu de paternidad que lo singularizara. Es tierno por un lado; pero también directo para decir las cosas tal como eran, apuntando a nuestra responsabilidad como creyentes y como hijos de Dios en el ejercicio pleno de sus facultades. Lo primero que surge en su mente, es el período de pruebas que le son usuales a todos los que caminan en la fe como su realidad más preciada, no entendiendo el por qué las mismas parecieran sucederse periódicamente, hasta hacerse molestas, tomarlas como impertinentes, y hasta asumirlas como una ausencia de cuidado de parte del Altísimo. Pero no era así. Y para que llegáramos a alcanzar el temple ideal como siervos de Dios, era preciso sacarnos de la pasividad de una vida muelle, de la típica molicie que nos anquilosara y debilitara, haciéndonos muy vulnerables ante los ataques del enemigo de nuestras almas. El autor anima a los hermanos en Cristo a estimarse como dichosos por las diversas pruebas (no dice desdichas, penas o pesares) porque cuando hay algo que probar, se supone que Dios ha venido trabajando nuestro temple y sazón, y quiere aplicar el adecuado control de calidad que le es pertinente al creyente dentro de su entrenamiento, y para su continuo ascenso.

=== Nuestra fe (certeza, convicción, total garantía de lo que hemos recibido de Dios vía su Palabra), no solamente debe dar la confirmación de estar informada; sino de cómo le ha aprovechado la enseñanza proveniente de arriba, y de cómo el ejercicio constante le ha favorecido y fortalecido; hasta convertirlo en un curtido soldado que va adquiriendo con cada prueba un nuevo nivel en la estructura orgánica del ejército de Dios, llegando al nivel de un veterano, o soldado muy experimentado, curtido y cuajado en los avatares de su milicia espiritual, levantando su espada y su escudo prestos para la batalla. Dado que la fe sin obras es muerta en sí misma; las obras correspondientes tienen que ser llevadas a cabo, y el entrenamiento nos exige una continua aplicación de lo aprendido, mostrando nuestro adelanto y nuestra destreza en las labores, pasando a actuar instintivamente, casi sin pensarlo, viendo como el ejercicio constante salta como un resorte, impulsivamente, en posición de combate, y dispuesto a esa lucha sin cuartel que concluirá en victoria para nosotros. Las pruebas no traen amargura, antes bien producen paciencia, permitiéndonos entender que todo el aplomo, la constancia, y la fortaleza adquirida, nos servirán en el futuro para mayores contingencias, enfrentándolas ya no con temor o suspicacia; sino con confianza, y con la contundencia de quien se sabe capaz de enfrentar lo que sea con un grito de victoria en los labios, y certeza en el corazón.

=== La sabiduría, la aplicación de todos los valores prácticos con la eficacia más elevada, es algo que nos llega con los años de entrenamiento, contiendas y pugnas que nos han hecho hábiles para la guerra, serenos en tiempo de paz, y alertas cuando hay un peligro en ciernes, estando siempre listos para enfrentar al enemigo en todas las formas en que decida atacarnos. Y Santiago dice que podemos pedírsela al Señor, y nos será otorgada sin reproche por su parte. Las peticiones deben estar refrendadas por la fe y seguridad de que recibiremos lo solicitado porque nos servirán para luchar las batallas de nuestro Señor y Dios. La dubitación es propia de quien no está seguro ni confiado en la operatividad divina, recibiendo un arco sin cuerda ni flechas, y una pistola sin cargador ni balas, un vehículo sin motor ni ruedas, y una armadura sin escudo ni espada. La duda, la hermana menor de la incredulidad, más modesta y menos grosera que la nombrada, se parece a la excusa, que busca una disculpa; pero que no justifica sus razones. Y este amasijo de vaivenes, idas y vueltas, aperturas y cierres repentinos, nos hacen seres indignos de confianza; y al igual que las criaturas hiperactivas que comienzan todo y no concluyen nada, causando la desesperación de quienes los cuidan o crían, quienes optan al final por dejarlos en sus limbos, no perdiendo el tiempo con ellos.

EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA       01/05/2018      MENSAJE # 2459

1 comentario:

  1. LA FE, AL IGUAL QUE LA ARMADURA DE DIOS, DEBE CUBRIRNOS POR COMPLETO PARA ESTAR APAREJADOS PARA TODA LUCHA, LAS FRONTALES, LAS TRAMPAS, LAS ASECHANZAS, Y EL LENGUAJE LISONJERO, ENTRE OTRAS.

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