LIMA - PERÚ DOMINGO 20 DE SETIEMBRE DEL 2015
COMENTARIO EXEGÉTICO DEL LIBRO DE LOS HECHOS
Hechos 8:9-13.
"Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande. A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder de Dios. Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas los había engañado mucho tiempo. Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito".
*** Lucas centra su visión en un practicante de la magia u oscurantismo que tenía mucha fama entre los samaritanos, un ilusionista muy elocuente que personificara entre ellos a alguien de mucho renombre, cuidando que esta gloria humana le sirviera de identidad entre aquellos a los que mantuvo largamente engatusados con sus trucos y encantamientos. Era tan convincente su accionar, y tan bien ensamblados sus trucos mágicos, que se mantuvo en la cima de la opinión pública; habiendo impresionado a todos tan vivamente, que la gente seguía sus dichos y hechos como si fueran la voz e imagen divinales. Esto llegó a darle el control sobre las mentes y sinos de quienes lo escucharan, los mismos que en su encandilamiento mágico asumieran su guianza y perspectiva como venida de arriba. O la gente era muy ingenua, o este hombre era muy astuto para lograr sus objetivos, manteniendo a esa gente dentro de sus parámetros, en su "burbuja ideal".
*** O era ingenua la mentalidad samaritana, o su conocimiento de las cosas de Dios era sólo algo referencial (recordemos que ellos solamente reconocían el Pentateuco como inspirado por Dios), y la mezcla ecléctica de las cosas espirituales transmitidas por la tradición, mantenían al conglomerado samaritano dentro de una fe nada sólida, resultando la misma en una imagen de muchas aristas, entre las cuales lo mágico y lo preternatural podían moverse a sus anchas; dando a la gente como Simón ocasión para gobernar principios y prácticas de flexibles interpretaciones, apareciendo ante ellos como la máxima expresión de orden seudo espiritual. Y eso mantuvo atada a la población samaritama; hasta que llegó Felipe, predicando el Evangelio del reino (con pruebas indubitables, y no sólo con referencias orales o dichos impactantes), y el Nombre de Jesucristo, al conjuro del cual acontecían las cosas más sorprendentes e inimaginables jamás vistas en Samaria, deslumbrando a la gente de la localidad, y al mismo mago de marras.
*** El bautismo de la gente que se convertía, identificándose con la ministración y el poder de Dios manifestados por el diácono Felipe, nos permite saber de la autenticidad del fluir espiritual de éste, y la verosimilitud del Evangelio del reino que llegara ante ellos no sólo con palabras, sino con el poder de Dios. Un evangelio sólo de palabras no habría podido sacar a esta gente de su encantamiento colectivo, en el que vivieran desde hacía tanto tiempo. la bendita manifestación del poder de Dios era necesaria para ganar los corazones, mentes y vidas de los hipnotizados o fascinados con la magia simónica; y la liberación samaritana se logró en virtud del poder del Evangelio del reino, y del Nombre de Jesús (1Co.2:4-5).
*** Lucas nos refiere que entre la gente que se convirtió al evangelio estaba el mismo mago que vio como su engaño colapsaba ante la realidad innegable del poder de Dios; y el historiador nos narra cómo las señales y los milagros se sucedían entre la gente de Samaria, y aunque estaba el mago perplejo allí, parecía buscar la fuerza y/o poder que estuviera causando todo esto, viendo si podría replicarlo ¡y mejorarlo! ... ¿por qué no? Entre la conversión inicial, y la renovación del entendimiento hay una distancia de orden singular, pero eso lo guardamos para mañana.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 20/09/2015
*** Lucas centra su visión en un practicante de la magia u oscurantismo que tenía mucha fama entre los samaritanos, un ilusionista muy elocuente que personificara entre ellos a alguien de mucho renombre, cuidando que esta gloria humana le sirviera de identidad entre aquellos a los que mantuvo largamente engatusados con sus trucos y encantamientos. Era tan convincente su accionar, y tan bien ensamblados sus trucos mágicos, que se mantuvo en la cima de la opinión pública; habiendo impresionado a todos tan vivamente, que la gente seguía sus dichos y hechos como si fueran la voz e imagen divinales. Esto llegó a darle el control sobre las mentes y sinos de quienes lo escucharan, los mismos que en su encandilamiento mágico asumieran su guianza y perspectiva como venida de arriba. O la gente era muy ingenua, o este hombre era muy astuto para lograr sus objetivos, manteniendo a esa gente dentro de sus parámetros, en su "burbuja ideal".
*** O era ingenua la mentalidad samaritana, o su conocimiento de las cosas de Dios era sólo algo referencial (recordemos que ellos solamente reconocían el Pentateuco como inspirado por Dios), y la mezcla ecléctica de las cosas espirituales transmitidas por la tradición, mantenían al conglomerado samaritano dentro de una fe nada sólida, resultando la misma en una imagen de muchas aristas, entre las cuales lo mágico y lo preternatural podían moverse a sus anchas; dando a la gente como Simón ocasión para gobernar principios y prácticas de flexibles interpretaciones, apareciendo ante ellos como la máxima expresión de orden seudo espiritual. Y eso mantuvo atada a la población samaritama; hasta que llegó Felipe, predicando el Evangelio del reino (con pruebas indubitables, y no sólo con referencias orales o dichos impactantes), y el Nombre de Jesucristo, al conjuro del cual acontecían las cosas más sorprendentes e inimaginables jamás vistas en Samaria, deslumbrando a la gente de la localidad, y al mismo mago de marras.
*** El bautismo de la gente que se convertía, identificándose con la ministración y el poder de Dios manifestados por el diácono Felipe, nos permite saber de la autenticidad del fluir espiritual de éste, y la verosimilitud del Evangelio del reino que llegara ante ellos no sólo con palabras, sino con el poder de Dios. Un evangelio sólo de palabras no habría podido sacar a esta gente de su encantamiento colectivo, en el que vivieran desde hacía tanto tiempo. la bendita manifestación del poder de Dios era necesaria para ganar los corazones, mentes y vidas de los hipnotizados o fascinados con la magia simónica; y la liberación samaritana se logró en virtud del poder del Evangelio del reino, y del Nombre de Jesús (1Co.2:4-5).
*** Lucas nos refiere que entre la gente que se convirtió al evangelio estaba el mismo mago que vio como su engaño colapsaba ante la realidad innegable del poder de Dios; y el historiador nos narra cómo las señales y los milagros se sucedían entre la gente de Samaria, y aunque estaba el mago perplejo allí, parecía buscar la fuerza y/o poder que estuviera causando todo esto, viendo si podría replicarlo ¡y mejorarlo! ... ¿por qué no? Entre la conversión inicial, y la renovación del entendimiento hay una distancia de orden singular, pero eso lo guardamos para mañana.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 20/09/2015
LUCAS SE TOMA LA MOLESTIA DE IDENTIFICAR A UN MAGO LLAMADO SIMÓN EN LA TIERRA DE SAMARIA, PORQUE ESTE HOMBRE HABÍA MANTENIDO POR LARGO TIEMPO SU VIGENCIA COMO ALGUIEN DE ORIGEN PRETERNATURAL, Y LA GENTE DE SAMARIA, FASCINADA, SEGUÍA SUS INDICACIONES Y REGULABA SU VIDA PERSONAL SOBRE LA BASE DE SUS DICHOS ¿HORÓSCOPOS, ADIVINACIONES, SUERTES O CONJURACIONES? SU MAGIA Y SU DOMINIO DURARON HASTA QUE DIOS APARECIÓ EN ESCENA, Y EL DIÁCONO FELIPE FUE SU ANUNCIADOR Y PROCLAMADOR, EVIDENCIANDO EL PODER DE DIOS EN ESAS LATITUDES.
ResponderEliminar