LIMA - PERÚ MARTES 18 DE JULIO DEL 2017 MENSAJE # 1882
EFESIOS 1:3-7.
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor, habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia".
=== Cuando Pablo se encuentra pletórico de la gloria y la sazón divinas, su espíritu fluye con una rapidez y concisión inusitada, haciendo acopio del panorama doctrinal básico del cristianismo; y nos convendrá sobremanera estar atentos a cada declaración que su inspirada pluma nos comunica en esta epístola, para que comprendamos en quién hemos creído, con quién nos hemos involucrado, y cuál es nuestro sino en calidad de hijos amados. Al levantar su voz y su corazón para bendecir al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (es imperativo que hagamos eco con él también), lo hace en un sentido de sumisión universal a las realidades neocreacionales que componen nuestra exaltada posición como supremos adoradores; nos hace conscientes de nuestra filiación con la Deidad; y del honor que compartimos con nuestro Señor y Dios: Jesucristo; y aun añade que nuestras vivencias han de ser el eco de nuestra identificación célico-pedestre. Los valores espirituales han de ser sustentados y mantenidos por el andar en el Espíritu. La objetividad divinal es siempre acorde con la petición que Jesús hiciera: "Venga tu reino (esta ha de ser nuestra constante perspectiva). Hágase tu voluntad, COMO EN EL CIELO, ASÍ TAMBIÉN EN LA TIERRA" (Mt.6:10). Sí, la suprema realidad del poder divino está por mantenernos en los lugares celestiales con la vida que de arriba proviene; tal como la apariencia del cuarto ser viviente, la cual era semejante a: 'UN ÁGUILA VOLANDO' (Ap.4:7; 14:6-7 en el original). La gloria corporativa debe ceñirse al mensaje del reino que es la única forma de que mantenga su esencialidad y su correcta perspectiva según el propósito eterno.
=== Lleno de esa gloria que lo consume interiormente, el apóstol nos devuelve a la eternidad pasada, donde se diera nuestra elección y predestinación por causa de la precognición, siendo escogidos como los agentes divinos que operaríamos dentro de las edades, aquí en la tierra, para cubrir su beneplácito (Sal.103:17-19). Es preciso recordar que Dios hace las cosas de principio a fin, retornando luego al inicio, para moverse en el orden precisado por él para las edades, actuando soberanamente en el contexto de las mismas. Así, cuando se iniciaron las edades, ya todo estaba programado por la eternidad que él puso en nosotros (Ec.3:11), para oficiar a su sazón en el decurso histórico y profético que haría que su voluntad se cumpliera, sin irrespetar la nuestra, la misma que obraría a favor o en contra según nuestra libre determinación. Así, pues, la objetividad divina obraría para que fuésemos santos (apartados para Dios y consagrados a él), y sin mancha (al obrar en consecuencia con la voluntad divina, nuestros corazones permanecen impolutos en su presencia), alineándonos de un modo espontáneo para obtener nuestra fusión con él. Su amor inalterable nos destinó a la adopción, esto es, a la integración divino-humana que opera de consuno con él para cubrir su propósito, y aquí nos referimos al común consentimiento, y no a la robotización. Es sólo cuando nuestro corazón rima con el del Señor que comprendemos su beneplácito, y lo hacemos nuestro obrando en consecuencia (Gá.2:20).
=== Jesucristo, al derramar el Espíritu sobre sus elegidos, de quedó habitando en ellos, y cuando al fin nuestro corazón hizo eco de su sentir, entendimos lo que era ser salvos por su vida (Ro.5:10; Ef.3:17-20). Desde entonces, alabamos aquella gloria de la que nos revistiera, entendiendo su gracia, sin por ello dejar de asombrarnos por la divina aceptación; sintiéndonos como los once hermanos de José, quienes ingresaran en Egipto con una dignidad asignada porque Dios estaba con José, recibiendo por parte de los egipcios un reconocimiento como seres peculiares, y como salvadores venidos de alguna parte. La redención, tiene ese efecto, es uno (Cristo) quien la obtiene, pero son muchos (todos los que reciben a Cristo en su corazón y obedecen sus designios) los que disfrutan los resultados de la sangre sustitutiva derramada allá, en la cruz del Calvario. Y fue así cómo aquello que nos condenara irremisiblemente, desapareciera hasta dejar de ser. La obra redentora es algo que Dios hizo por única vez, saldando de un modo eficaz y efectivo nuestra cuenta de pecado y condenación que ya no tiene vigencia para nosotros por la gloria de aquella vida genérica que no puede ya más morir (Lc.20:36). ¡Cuánto debemos aprender y conocer de las riquezas de su gracia!
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 18/07/2017 MENSAJE # 1882
PARA UNA ADECUADA PARTICIPACIÓN ESPIRITUAL SE REQUIERE UNA ADECUADA COMPRENSIÓN DE LOS HECHOS DIVINOS OPERANDO EN NOSOTROS. NINGÚN CRISTANO DUBITATIVO PUEDE SER UN INSTRUMENTO ÚTIL EN LAS MANOS DEL SEÑOR, DE ALLÍ QUE DEBAMOS ESFORZARNOS PARAADQUIRIR UN SANO ENTENDIMIENTO SOBRE QUIÉNES SOMOS EN CRISTO.
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