LIMA - PERÚ MIÉRCOLES 19 DE JULIO DEL 2017 MENSAJE # 1884
RUT 1:13b, 15, 20-21.
"...No, hijas mías, que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Yahweh ha salido contra mí... Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses, vuélvete tú tras ella... Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara, porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Yahweh me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Yahweh ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?".
=== Nuestra protagonista, es la viuda de Elimelec, y la suegra de Rut la moabita. Aunque era una creyente judía que podía esperar la gracia divina, se marchó con su esposo a la tierra de Moab, buscando su bienestar familiar; siendo los años venideros muy duros, con la muerte de su esposo y de sus hijos, dejando como legado tres viudas en una difícil situación, la misma que motivara a nuestra protagonista a volver a Belén como una última opción para entretener la vida en sus años postreros; y sentir por lo menos la alegría de ver a sus coterráneos antes de partir en medio de una crisis espiritual que, a su parecer, no podría superar, sintiéndose hastiada de su existencia anodina. Su viaje de retorno a Belén, no era algo deseado por ella; mas lo veía como su única opción, asumiéndolo con gran resignación. Al llegar hacia el camino que la devolvería a su tierra de origen, les ministró su haber desesperanzador a sus nueras, reconociendo que todas ellas tenían algo en común: La Amargura. Noemí no exhalaba su culpa, sino que miraba su situación y condición como un castigo divino, describiéndolo como la mano de Yahweh saliendo contra ella. Cuando ignoramos los divinos planteamientos, solemos ajustar todo a nuestro modo de pensar, y nuestra captación de la justicia divina nos hace ver al Padre como un celador muy duro y drástico, e implacable contra "nuestras falencias". A resignarse, ¿qué más queda?
=== Al dirigirse a Rut, quiere incentivar su afán por sobrevivir y buscar su felicidad al estilo moabita, animándola doblemente, recordándole su pueblo, y "sus dioses"; ignorando hasta qué punto su hijo Mahlón había sido fiel para guiar a Rut a la adoración al Dios verdadero, y al hecho de que ésta ya no era una pagana, sino una creyente judía que confiaba en el Dios de Noemí más que ella misma. Esta decisión de Rut, nos permite ver hasta qué punto había calado la fe en esta moabita singular, la cual acompañara a nuestra protagonista hasta su tierra con una esperanza que la amargura de su suegra no podría concebir por esta confesión que en su corazón y en sus labios llevara, mirándose a sí misma como alguien desdichada e incapaz de recuperar el divino favor. En esta historia, no hay un diálogo fructífero de vuelta a Belén, sino un ceño fruncido, y una larga y silente oración que miraba su futuro con una esperanza indecible que abrigara el corazón de Rut hasta que llegaran a su destino. La consternación y la alegría de las mujeres belenitas, fue agriamente cortada por la amargura de Noemí, quien se rebautizara como Mara (amargada), y quien siguiera acusando a Dios como el causante de su amargura, no habiendo cómo deshacerse de esa acritud interior que agregara arrugas a su faz, y que irradiara a la antigua y afable vecina que ya no parecía vivir en ella. ¿Te ha pasado algo así en tu experiencia personal como creyente, sintiéndote atrapado y sin salida? La tristeza según el mundo produce muerte, mientras que la tristeza, según Dios, produce arrepentimiento para salvación, devolviéndonos al terreno de la esperanza, porque las bondades del Padre nunca decaen ¡Aleluya! (2Co.7:10).
=== Las declaraciones de Noemí (v.20), arguyendo que se había ido llena, ¿de qué? ¿De insatisfacción, de esperanza por ver un mañana mejor, de dicha conyugal y familiar, de secretas ansiedades...? Y su reflexión postrera era que se había vuelto vacía; porque no era capaz de ver el tesoro que Yahweh le había separado en su nuera moabita, quien para ella no pasara de ser un estorbo, una boca más, alguien a quien mantener... ¡Mahlón, te la hubieras llevado contigo mejor! Disculpen si parezco dramatizar demasiado sobre el sentir de Noemí, pero quiero que nos pongamos en sus sandalias por un instante. A veces le preguntamos a Dios: ¿Por qué?; y la pregunta debería ser: ¿Para qué? Así, pues, "la que Dios se había placido en martirizar", daba una vez más testimonio de su martirologio, pidiendo que la pusieran en el cuadro de ella, la sufriente. Lejos estaba Noemí de saber lo que Dios le había concedido en Rut. Y sería a partir del capítulo 2 que ella vería lo valioso que había en su nuera, en cuanto a su laboriosidad, su fidelidad y su sumisión, y su confianza en Yahweh, a quien Booz le testificara de las cosas que por boca de su suegra no había oído: "... He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste (¿habrá sabido de Abraham esta moabita?), has venido a un pueblo que no conociste antes. Yahweh recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Yahweh Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte" (Rt.2:11-12). ¿Vamos captando la intención divina?
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 19/07/2017 MENSAJE # 1884.
ASÍ COMO LA PALABRA DE DIOS DEBE "RUMIARSE", HASTA SER COMPLETAMENTE METABOLIZADA, ASÍ TAMBIÉN DEBEMOS DEJAR DE SER APRIORÍSTICOS EN CUANTO A NUESTRAS JUICIOS SOBRE DIOS Y SU VOLUNTAD, SOMETIÉNDONSO A SU GRACIA Y A SU BONDADOSO ARBITRIO, DE MODO QUE DESCUBRAMOS LA PERLA DE GRAN PRECIO QUE DIOS TIENE PARA NOSOTROS.
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