LIMA - PERÚ LUNES 31 DE JULIO DEL 2017 MENSAJE # 1908
SEGUNDA DE CRÓNICAS 18:5-7.
"Entonces el rey de Israel reunió a cuatrocientos profetas, y les preguntó: ¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto? Y ellos dijeron: Sube, porque Dios los entregará en mano del rey. Pero Josafat dijo: ¿Hay aún aquí algún profeta de Yahweh, para que por medio de él preguntemos? El rey de Israel respondió a Josafat; Aún hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Yahweh; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino solamente mal. Este es Micaías hijo de Imla. Y respondió así Josafat: No hable así el rey".
=== El reinado de Josafat había sido realmente positivo, y su relación particular como siervo de Yahweh lo encumbró ante los ojos de su pueblo, pues él ordenó que la ley fuera enseñada a todos sus connacionales, ordenando que fuera guardada con absoluta fidelidad. Fue así que Dios lo prosperó en todo, pues su labor fructífera erradicó aun los lugares altos y las imágenes de Asera, dedicándose a la verdadera adoración al Dios vivo. Cada mención hecha en el capítulo 17 de Segunda de Crónicas, es para ponernos en antecedentes sobre la fidelidad y la dedicación de este rey singular; HASTA QUE EMPARENTÓ CON ACAB (uno de los reyes más perversos de Israel, que vivía dominado bajo la sombra de Jezabel, la cual enseñara a sus hijas a ser como ella, y dominar a quienes les tocara como maridos). Siendo en aquellas circunstancias que decidió identificarse con el rey israelita: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la guerra. Ello no sería un día de campo o un tiempo para relajarse, comprándose Josafat un pleito ajeno que sería reprendido por el profeta Jehú, asesor espiritual del rey Josafat en Judá. Recordemos que desde la época de Samuel, se consideraba oportuno que el rey ungido anduviera de la mano con un profeta calificado salvaguardando la integridad nacional como su pueblo, y garantizando que las lides con pueblos extranjeros estarían supervisadas y guiadas por la Deidad, de modo que se contara con la victoria y el triunfo como algo anticipado.
=== Aquel 'coro profético de cuatrocientas voces', le supieron a Josafat como chicharrón de sebo, desconfiando totalmente de los profetas rentados que vivieran a costillas del rey, y que arrullaran su corazón con las 'profecías que él deseaba oír', automotivándose para asumir que Dios apoyaba y bendecía sus arrestos o arrebatos, no siendo así necesariamente. Y es por eso que Josafat, rey de Judá, solicitó la presencia de un hombre de Dios calificado, alguien de quien se supiera que trabajaba para Dios, en cuya palabra podía haber confianza y seguridad. Acab se sintió turbado ante las dudas de Josafat, porque sus cuatrocientos mantenidos (de él y de Jezabel), no hacían brotar en su corazón el eco de la realidad célico-pedestre, cerniéndose sobre aquel coro de profetas rentados el gris manto de la duda; y viéndose forzado a declarar que sí había un profeta legítimo que 'no se casaba con nadie', por quien el rey de Israel guardara un profundo y absoluto encono, porque raramente, o nunca armonizara con 'el sentir profético profesional' que tanto le agradara al gobernante del reino del norte. Pero no queriendo ser descortés con su yerno, lo mandó traer desde el lugar donde él morara. Y el emisario del rey le recomendó que 'hablara bonito', que se uniera al coro profético de los otros cuatrocientos, para que todo resultara a pedir de boca.
=== La pregunta que cabía hacerse era ésta: ¿En nombre de quién profetizaban los mercenarios del profetismo? ¿Por qué el recelo de Josafat para ir en pos de los dichos de los esbirros de Acab? ¿Por qué la pregunta tan directa para solicitar aquella voz disonante o peculiar que podía cambiarlo todo, o confirmar lo que todos decían a una? Josafat era un varón de Dios, y no era la primera vez que él consultara con Yahweh para saber qué hacer, o cómo entrar y salir para hacer la voluntad divina; y no salir a arriesgar la vida de sus soldados en una batalla que de todos modos sería motivo de desgracia para el rey israelita, según lo que Micaías declarara después. Los que usan sus sentidos y los aguzan en el adecuado discernimiento, no se deslizan por los toboganes de la inconsciencia, o en las sillas voladoras de la inconsecuencia; sino que miden muy bien sus pasos, buscando constantemente la confirmación divina. El testimonio de Acab sobre Micaías hizo encenderse la alarma en el corazón de Josafat; pero aun así, fue con él a la guerra, con el trágico resultado que ello traería. Eventualmente, nuestro compromiso parental, suele ser más fuerte que nuestra fidelidad para con Dios. La voz del rey, al hacer referencia a Micaías, fue reprendida con voz queda por parte de Josafat, pidiéndole al rey Acab que no hablara así, pues era impropio de un rey maldecir a un siervo de Dios por no hacer un dúo con él. ¿Con quién es mayor nuestro compromiso; con nuestros parientes políticos, o con Dios?
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 31/07/2017 MENSAJE # 1908.
"Entonces el rey de Israel reunió a cuatrocientos profetas, y les preguntó: ¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto? Y ellos dijeron: Sube, porque Dios los entregará en mano del rey. Pero Josafat dijo: ¿Hay aún aquí algún profeta de Yahweh, para que por medio de él preguntemos? El rey de Israel respondió a Josafat; Aún hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Yahweh; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino solamente mal. Este es Micaías hijo de Imla. Y respondió así Josafat: No hable así el rey".
=== El reinado de Josafat había sido realmente positivo, y su relación particular como siervo de Yahweh lo encumbró ante los ojos de su pueblo, pues él ordenó que la ley fuera enseñada a todos sus connacionales, ordenando que fuera guardada con absoluta fidelidad. Fue así que Dios lo prosperó en todo, pues su labor fructífera erradicó aun los lugares altos y las imágenes de Asera, dedicándose a la verdadera adoración al Dios vivo. Cada mención hecha en el capítulo 17 de Segunda de Crónicas, es para ponernos en antecedentes sobre la fidelidad y la dedicación de este rey singular; HASTA QUE EMPARENTÓ CON ACAB (uno de los reyes más perversos de Israel, que vivía dominado bajo la sombra de Jezabel, la cual enseñara a sus hijas a ser como ella, y dominar a quienes les tocara como maridos). Siendo en aquellas circunstancias que decidió identificarse con el rey israelita: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la guerra. Ello no sería un día de campo o un tiempo para relajarse, comprándose Josafat un pleito ajeno que sería reprendido por el profeta Jehú, asesor espiritual del rey Josafat en Judá. Recordemos que desde la época de Samuel, se consideraba oportuno que el rey ungido anduviera de la mano con un profeta calificado salvaguardando la integridad nacional como su pueblo, y garantizando que las lides con pueblos extranjeros estarían supervisadas y guiadas por la Deidad, de modo que se contara con la victoria y el triunfo como algo anticipado.
=== Aquel 'coro profético de cuatrocientas voces', le supieron a Josafat como chicharrón de sebo, desconfiando totalmente de los profetas rentados que vivieran a costillas del rey, y que arrullaran su corazón con las 'profecías que él deseaba oír', automotivándose para asumir que Dios apoyaba y bendecía sus arrestos o arrebatos, no siendo así necesariamente. Y es por eso que Josafat, rey de Judá, solicitó la presencia de un hombre de Dios calificado, alguien de quien se supiera que trabajaba para Dios, en cuya palabra podía haber confianza y seguridad. Acab se sintió turbado ante las dudas de Josafat, porque sus cuatrocientos mantenidos (de él y de Jezabel), no hacían brotar en su corazón el eco de la realidad célico-pedestre, cerniéndose sobre aquel coro de profetas rentados el gris manto de la duda; y viéndose forzado a declarar que sí había un profeta legítimo que 'no se casaba con nadie', por quien el rey de Israel guardara un profundo y absoluto encono, porque raramente, o nunca armonizara con 'el sentir profético profesional' que tanto le agradara al gobernante del reino del norte. Pero no queriendo ser descortés con su yerno, lo mandó traer desde el lugar donde él morara. Y el emisario del rey le recomendó que 'hablara bonito', que se uniera al coro profético de los otros cuatrocientos, para que todo resultara a pedir de boca.
=== La pregunta que cabía hacerse era ésta: ¿En nombre de quién profetizaban los mercenarios del profetismo? ¿Por qué el recelo de Josafat para ir en pos de los dichos de los esbirros de Acab? ¿Por qué la pregunta tan directa para solicitar aquella voz disonante o peculiar que podía cambiarlo todo, o confirmar lo que todos decían a una? Josafat era un varón de Dios, y no era la primera vez que él consultara con Yahweh para saber qué hacer, o cómo entrar y salir para hacer la voluntad divina; y no salir a arriesgar la vida de sus soldados en una batalla que de todos modos sería motivo de desgracia para el rey israelita, según lo que Micaías declarara después. Los que usan sus sentidos y los aguzan en el adecuado discernimiento, no se deslizan por los toboganes de la inconsciencia, o en las sillas voladoras de la inconsecuencia; sino que miden muy bien sus pasos, buscando constantemente la confirmación divina. El testimonio de Acab sobre Micaías hizo encenderse la alarma en el corazón de Josafat; pero aun así, fue con él a la guerra, con el trágico resultado que ello traería. Eventualmente, nuestro compromiso parental, suele ser más fuerte que nuestra fidelidad para con Dios. La voz del rey, al hacer referencia a Micaías, fue reprendida con voz queda por parte de Josafat, pidiéndole al rey Acab que no hablara así, pues era impropio de un rey maldecir a un siervo de Dios por no hacer un dúo con él. ¿Con quién es mayor nuestro compromiso; con nuestros parientes políticos, o con Dios?
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 31/07/2017 MENSAJE # 1908.
CUANDO NUESTRO COMPROMISO CON EL SEÑOR ESTÁ MUY BIEN CENTRADO, EVITAMOS EL CONTACTO CON AQUELLOS QUE NO SABEN HONRAR A DIOS CON SUS HECHOS Y SUS PALABRAS. NUESTRAS PRIORIDADES TIENEN A DIOS COMO LA NÚMERO 1, TODO LO DEMÁS HAY QUE SUBORDINARLO A ELLO.
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