CUANDO LAS TRATATIVAS DIVINAS NO SON VALORADAS DE ACUERDO A SU INTENCIÓN, LA NATURALEZA OBSTINADA DEL PUEBLO DE DIOS SE TORNABA MÁS TERCA, Y DIOS TENÍA QUE TRAER EL JUICIO CUANDO LA JUSTICIA NO ERA LA NORMA CONDUCTUAL DE SU PUEBLO ELEGIDO, HABIENDO DE VOLVERLOS AL PANORAMA PACTUAL, YA NO CON UNA REPRIMENDA, SINO CON UN CASTIGO CONSIDERABLE. MEDITEMOS SOBRE ELLO.

LIMA - PERÚ     MIÉRCOLES 30 DE AGOSTO DEL 2017          MENSAJE # 1969

JOEL 1:5-7.

"Despertad, borrachos, y llorad; gemid, todos los que bebéis vino, a causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca. Porque pueblo fuerte e innumerable subió a mi tierra; sus dientes son dientes de león, y sus muelas, muela de león. Asoló mi vid, y descortezó mi higuera; del todo la desnudó y derribó; las ramas quedaron blancas".

=== Una pesada y aletargada somnolencia, que los había adormecido en la inconsciencia, había hecho presa de los habitantes de Judá, quienes después de haber sufrido la plaga de las langostas, permanecían absortos, y no atinaban a entender que esto era la obra divina debido a su tozudez, y a su permanencia en el pecado, afrentando a la Deidad en su panorama relacional con la simiente escogida. Lo natural en la zona israelita era la productividad de la tierra, y las festividades jubilares anuales que reconocían que todo procedía del Dios Santo, y de su fidelidad para con él en sus principios y prácticas. Las sequías, las carencias, las invasiones, las guerras con las naciones circunvecinas, o con las que lejanas, eran motivadas por la ira del Padre para llegar hasta la tierra de promisión, tratándolos como se hacía a los cautivos, oprimiéndolos, esclavizándolos o asesinándolos. Y ello rompía las normas habituales que regían a la más hermosa de todas las tierras; como lo hiciera el pecado en medio de la nación escogida que tenía un pacto con la Deidad, el cual irrespetaba, deshonraba y quebrantaba con cierto grado de asiduidad, demostrando que no temían su juicio, ni les importaban las consecuencias, las mismas que nunca creyeron que vendrían.

=== Una embriaguez total; y no de vino; que dejara el cuerpo aletargado y torpe, debía ser disipada con presteza, para que un cabal entendimiento reaccionara ante el embate de las cosas, aparejándose para enfrentarlas como una realidad que, venida de arriba, no admitiría nada que no fuera el arrepentimiento total; que es la única forma de poder asumir un cambio de ciento ochenta grados, que nos torne operativos para accionar la voluntad divina como la base misma de nuestra existencia volviéndonos  a Dios en principios y prácticas. La solemne advertencia de que se venía una invasión que podía ser tan terrible, o más desastrosa que la plaga de langostas se veía venir en el horizonte de una manera inminente, recordándoles el castigo por su pasado pecaminoso e infame, el cual no había dado los resultados esperados por la Deidad y su heraldo para el pueblo judio, viéndose en la necesidad de traer un castigo mucho mayor, que los conduciría al destierro si eran renuentes a las misericordias del Señor, las cuales eran ofrecidas después de intimarles la posibilidad del juicio, dándoles a entender la gracia que se les podía dispensar si se arrepentían, y cambiaban de actitud hacia la Deidad. La naturaleza devoradora y exenta de piedad de las huestes de maldad que vendrían, eran comparables a las fauces y dentelladas de un león, el cual desgaja el cuerpo de su víctima, y la devora con una fiereza de naturaleza salvaje, como corresponde a un rey de la selva. Los términos comparativos no podían ser más elocuentes.

=== Cuando es observada la vid, después de haber sido atacada por la plaga de langostas, se ve la desolación. Y la frágil higuera (símbolo de la tierra israelita), se ve descortezada, habiéndole sido quitado su revestimiento que la identificaba como aquella nación que estaba bajo el amparo divino, lo que hacía factible su dulzura con la que encantara a los habitantes de Judá. Al contemplar la higuera reducida a su mínima expresión, tornándose vulnerabe en extremo, le vino la vergüenza y el oprobio; y sus ramas, cual desnudos brazos, señalaban su miseria, como mostrándole a la nación hebrea su necesidad y su anhelo por el perdón divinal, y la extensión de su misericordia para con ellos. Es mi oración que mis amados lectores, y que el pueblo de Dios se halle a cuentas con el Señ

or, y estén disfrutando de sus continuas bondades, las mismas que componen nuestra dicha relacional con el Rey de reyes y Señor de señores. En medio de todas las crisis que pasara la nación, la gracia divina siempre estuvo dispuesta para ellos, invitándolos al arrepentimiento y a la vuelta de la comunión con él no habiendo nada que los dividiera.

EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA        30/08/2017           MENSAJE # 1969